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A 16 AÑOS DE AQUEL VERANO DE 2009

Gisela y Pequeña, dos muertes de las que aún perduran las dudas

Fueron dos mujeres trans de Gualeguaychú que murieron casi en forma simultánea. Sus causas fueron archivadas, pero sus figuras aún se recuerdan.

Sábado, 15 de Febrero de 2025, 23:21

Por Carlos Riera

Para la Justicia no hay dudas, pero a la sociedad nunca le cerró del todo lo que sucedió con Gisela “Rony” Galante y Pequeña Pe, dos chicas trans que fueron noticia en el primer trimestre de 2009. Una apareció colgada de una lámpara en su casa y de la otra sólo se encontraron sus huesos en una tapera tras estar un mes desaparecida.

 

Siempre hubo mucho misticismo en torno a esas muertes, pero eso no se correspondió con lo que figura en los archivos judiciales. Con Pequeña Pe hubo más idas y vueltas en la causa porque hubo una familia detrás que estaba convencida de un crimen, mientras que con Rony no hubo mucho para hacer, porque literalmente sólo encontraron sus huesos y una hipótesis de muerte por sobredosis.

 

Gisela era figura destacada en los corsos populares. No había carnaval barrial en la que no estuviera como pasista, y por eso llamó poderosamente la razón que una noche diera su primer ausente. ¿Dónde está ‘Rony’? comenzaron a preguntarse aquellos más cercanos, que desde hacía tiempo no la veían pasar en bicicleta por las distintas calles de la ciudad. Pero fue mientras se buscaba a Gisela que apareció muerta Pequeña Pe.

 

Una teoría sin camino

 

El 27 de febrero de 2009 fue encontrada muerta por su novio Miguel Horisberger. La primera información que se conoció era que se había colgado con una chalina o un cable eléctrico de una lámpara que terminó en el piso. Pequeña no era justamente lo que su nombre artístico decía, medía casi 1,80 y pesaba 75 kilos, por lo cual esa forma de morir de inicios sonaba un poco extraña.

 

Pero lo cierto es que esa teoría avanzó. No había puertas violentadas, no había nada que indicara que se había tratado de algo mas que no fuera un suicidio, pero a la familia esto no le sonaba real. Pequeña Pe estaba en su mejor momento artístico. Además de sus funciones en el boliche El ángel, su nombre ya había alcanzado al teatro de revista y había debutado en una obra de Hugo Sofovich, que se llamó “Más loca que una vaca”, en donde compartía cartel con Tristán y Adriana Salgueiro.

 

Entonces, ¿por qué una persona que logra alcanzar su sueño va a tomar la decisión de quitarse la vida? Esto era lo que no cerraba. Para Gladys Sandoval no había dudas: a su hija de 29 años la habían matado, sólo faltaba descubrir quién lo había hecho y el móvil de ese crimen. Para la Justicia de aquel momento no había dudas que se había tratado de un suicidio, por lo tanto no hubo autopsia y no fue hasta que la madre de la víctima se constituyó como querellante que se autorizó el examen al cuerpo, pero para ese momento ya había pasado un mes de la muerte.

 

Y fue esa querella la que introdujo a un personaje mediático en la causa, que más que despejar dudas sembró otras, pero sin aportar ni una sola prueba. Jorge Locles, un criminalista renombrado que es convocado en programas televisivos como opinador ante casos de renombre, dijo respecto a lo ocurrido con Pequeña Pe: “la mataron porque vio algo que no tenía que ver”.

 

Esa frase quedó en el imaginario popular y más allá de si esto fue verdad o no, lo único cierto es que la teoría del crimen nunca avanzó y a medida que fue pasando el tiempo la investigación fue decayendo, mientras el cuerpo de Pequeña pe quedó guardado durante mucho tiempo en la morgue judicial del cementerio norte a la espera de cualquier otra disposición que surgiera para establecer nuevas hipótesis del crimen.

 

 

Miguel Horisberger fue siempre el sospechado y más aún cuando no quedaba claro cómo había sido que la había encontrado y cómo la descolgó del cable del que supuestamente estaba ahorcada debido al gran tamaño que tenía Pequeña. En la reconstrucción del hecho se necesitaron cinco personas para bajar el muñeco que tenía las mismas dimensiones de la víctima.

 

Finalmente fue sobreseído luego de haber sido imputado de homicidio simple. Gladys, la madre de Pequeña murió poco después y también al tiempo falleció su hermana, otra de las mujeres de la familia que peleó para que el caso no cayera en el olvido y en un suicidio.

Recién en 2019, luego de permanecer diez años en la morgue judicial, el cuerpo de Pequeña Pe fue entregado a la familia.

 

El último carnaval

 

La última vez que se supo de Gisela "Rony" Galante fue el 13 de febrero de 2009. Era viernes y fue su última noche de corsos matecito. Luego de ese día se la tragó la tierra. No se supo nada más de aquel personaje que toda la ciudad reconocía y que no tenía ningún empacho en cantar a toda voz mientras pasaba con su bicicleta.

 

Se la buscó por todos lados. Su familia hizo todo por encontrarla. Incluso había desaparecido de su parada en Primera Junta y Boulevard Montana, donde trabajaba ocasionalmente prostituyéndose. Fue recién el miércoles 1 de abril de 2009 que se conoció la noticia.

 

Personal policial de la Comisaría Tercera se hizo presente en una ‘tapera’, o una construcción sin terminar derruida por el tiempo, ubicada en bulevar Montana al 1300, para constatar denuncias de vecinos de la zona sobre olores nauseabundos que provenían de ese lugar.

 

 

Cuando los policías constataron que en la parte posterior del terreno y cubierto de malezas, había restos humanos, que fueron identificados como extremidades, la pelvis, un cráneo y el tórax, en avanzado estado de descomposición. Inmediatamente se comunicó a las autoridades y con elementos de iluminación en el perímetro se iniciaron los trabajos forenses para encontrar todos los indicios.

En ese momento quien estuvo a cargo del caso fue el juez de Instrucción N° 2, Roberto Javier Cadenas, que actualmente integra la Cámara Penal de Gualeguay. Todo indicaba que podría tratarse de Gisela Galante, de 42 años.

 

El lugar era una vieja construcción, ubicada entremedio del galpón que la empresa Don Guzmán tenía sobre el boulevard Montana y la playa de estacionamiento de camiones de la estación de servicio Gualeyán. Esa construcción no tenía techo, ni aberturas, y se sospechaba -según las crónicas de ese momento – que pudiera haber sido utilizada para los encuentros sexuales de aquellas que trabajaban en inmediaciones de Montana y Primera Junta.

 

Al conocerse la noticia, los familiares se movilizaron de inmediato a la Jefatura Departamental y al Juzgado, para obtener más información. “Rony venía todas las noches a trabajar en la esquina –sureste- de bulevar Montana y Primera Junta. Llegaba alrededor de las 21 y se marchaba a la casa de papá cerca de la medianoche”, contó a EL ARGENTINO en aquel momento Jesús Galante, hermano de la víctima.

 

“Mi hermano se iba de la casa de mi papá por uno o dos días, pero nunca por tanto tiempo. Mi padre, Julio (Galante), aquel 13 de febrero le dijo a mi hermano ‘voy hasta el kiosco a comprar caramelos, ya vengo’, y cuando regresó encontró el televisor apagado, Rony ya no estaba y no regresó más; ahora nos resta esperar si estos restos humanos le pertenecen a él o no”, agregó Jesús.

 

Fue el cierre de una búsqueda que había comenzado mucho antes y que tuvo líneas investigativas para establecer el paradero que llevaron hasta la provincia de La Pampa. Pero los rastrillajes más intensos se hicieron a mediados de marzo en los corrales del ex Frigorífico para dar con su cuerpo; incluso en sectores sobre el río Gualeguaychú, cercanos al Club Pescadores y al Arroyo Munilla, donde según certificó una hermana encontraron algunas prendas de vestir que le habían pertenecido.

 

Incluso se realizaron excavaciones en el fondo de la vivienda que Gisela compartí con su padre en el barrio franco, y por supuesto no se encontró nada, pero se siguieron todas las líneas antes que el cuerpo apareciera en esa precaria construcción.

 

Lo que se encontró del cuerpo no fue de mucha ayuda. Sólo se supo que durante el tiempo de muerte estuvo expuesto a perros y otras alimañas que incidieron en cómo lo encontraron. Pero además, el estado de las prendas de vestir y de unas zapatillas de lona encontradas junto a los restos no aportaron demasiado.

 

Tiempo después, el médico forense Oscar Chiapetti, elevó a Cadenas el resultado de los análisis realizados a lo hallado en el lugar, entre lo que se destacó el estudio en la clavícula izquierda que tenía un ‘callo’ por una fractura, lo que resultaba coincidente con una lesión que tuvo Galante años antes. Además, también fue factor de identificación, el examen efectuado por el odontólogo forense, que determinó que el fallecido tenía el paladar hundido y labio leporino, y que se correspondía con el de una persona de sexo masculino, de unos 40 años y poco más de 1,60 de estatura.

Sobre lo único en lo que no hubo una respuesta concreta fue en la causa de muerte. Del estudio forense no surgieron datos que supusieran o evidenciaran que fue víctima de un acto de violencia. Lo que se estableció fue que la muerte se produjo en el mismo lugar donde fue hallado el cuerpo y que por el estado, la data de muerte correspondería a mediados de febrero.

 

Los restos de Gisela “Rony” Galante fueron entregados rápidamente a sus familiares luego de realizadas las pericias y fueron inhumados 20 días después de su hallazgo. Desde entonces se tejen supuestos sobre qué pasó realmente con ella y si pudo ser víctima de un crimen, pero al igual que en el caso de Pequeña Pe, las respuestas que tiene la Justicia no son las mimas que el imaginario social.

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Autopsia Gualeguaychú muerte Operativo Justicia
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