
Aunque muchos clubes de barrio se vieron en la necesidad de cerrar sus puertas o están golpeados por los tarifazos, la apatía y la falta de recursos, hay experiencias que demuestran que son lugares para la organización y la contención. Los casos de Sarmiento, Pueblo Nuevo y Unión del Suburbio.

Por Sandra Insaurralde
El trabajo solidario que sostiene los merenderos en clubes de barrio. ¿Cuántos clubes de barrio hay en Entre Ríos?; en Gualeguaychú, ¿cuántos tienen la función social y solidaria de la merienda?; ¿cuáles son los desafíos para mantener este rol social?
Lejos de ser esta la función del club –lo que debería ser una preocupación del Estado–, su rol social está a la vista. En palabras de Emiliano Ojeda, autor del libro Jugar en Equipo: “un club no es solo una entidad deportiva, un lugar de ocio o recreación. Los clubes de barrio son todo eso y algo más. Generan identidad, pertenencia, inciden en la formación integral y permiten ser un lugar de convivencia entre personas diferentes”.
En este marco, EL ARGENTINO dialogó con referentes de tres clubes de barrios de Gualeguaychú para conocer la realidad de los merenderos, sus necesidades y las motivaciones que los llevan a sostener estos espacios. Sarmiento, Unión y Pueblo Nuevo, tres equipos con historias deportivas relevantes, pero también con un sentido de la solidaridad y organización barrial identitaria de nuestra ciudad.
“La copa de leche se inició antes de que Sarmiento tuviera su predio, antes se hacía en la sede de calle Edisón”, comentó Sabina Sánchez, una de las mamás que trabaja cada tarde en el predio sarmiento de la calle 10 de Junio. Y agregó: “desde el 2018 es que esta actividad tiene continuidad. Con la pandemia realizamos la entrega de leche a toda la gente que se acercaba y los miércoles se entregaba una vianda a cada familia que concurría”.
En la misma sintonía, Florencia Alonso, de Pueblo Nuevo, describió: “el club siempre fue una contención para los chicos. Al ser un club de barrio, muchos de los chicos que entrenan son de bajos recursos, por eso desde la institución, junto con donaciones que se reciben, se les da una merienda después del entrenamiento”.
A su vez, Emma Cardozo, del Club Unión del Suburbio, mencionó que el lugar físico del merendero se fundó en el año 2014 y que en la actualidad contienen a 200 chicos que reciben la merienda, del fútbol infantil y juvenil, del boxeo y vóley. “En nuestra institución trabajan miembros de la comisión, colabora un sponsor y eventualmente alguna madre. Tenemos muy buenas referencias con los padres que están muy conforme con lo que se realiza”, aseguró.
Todo a pulmón, algunas donaciones y la voluntad de los hinchas
Encontrar los espacios físicos, la continuidad de las personas que ponen el cuerpo y el tiempo, buscar día a día las donaciones, realizar las compras, conseguir utensilios, ollas, gas, son algunos de los desafíos por los que pasan los equipos de trabajo de cada merendero.
En el caso del merendero de Pueblo Nuevo, el primer desafío fue encontrar un espacio físico cómodo para los niños. Primeramente, funcionó en una parte del ex Frigorífico, pero después “cuando se fueron acomodando las canchitas, que eso llevó bastante tiempo porque hubo que limpiar y acomodar el piso ya que se usaba de basural, tuvimos un espacio ahí”, comentó Alonzo. Actualmente, asisten cerca de 250 chicos de 4 a 17 años al lugar y no reciben ayuda del Estado, habiendo presentado una carpeta con información de la tarea que realizan a Desarrollo Social.
En Sarmiento ya tienen una forma de trabajo organizada, son los padres y las madres quienes se ocupan de esta tarea. “Trabajamos de lunes a viernes, cada categoría ya sabe que después de terminar la práctica pasa por el merendero y tiene su copa de leche -describió Yanina Insaurralde, colaboradora del club-. Se les da factura, pan, galletitas, lo que haya en ese momento, si hay que hacer tortas fritas, las hacemos”.
La Tromba asiste aproximadamente a 300 chicos. “De acuerdo a la categoría que ese día practique, nos ponemos de acuerdo y vienen los padres a servir la leche a sus propios niños. De esta forma logramos que la gente no se canse”, explicó Sabina Sánchez.
“Los padres viven una nueva experiencia con los chicos, ven como sus hijos disfrutan, cómo comparten con sus pares fuera de la cancha, cómo charlan y socializan”, destacó.
En tanto, en Unión del Suburbio “el merendero se financia con el trabajo de la institución, la ayuda que brinda la gente, en cada encuentro que realiza Abrazo del Alma en el club y la gran ayuda del Municipio”, aseguró Cardozo.
“El objetivo es poder darles a los chicos después de cada entrenamiento su merienda, también se les brinda una cena a cada categoría en la semana. Nos organizamos con los profes para brindarles una comida para que puedan compartir un momento en el club y que no sólo sea el deporte”, agregó la dirigente.
Mirar hacia adelante pensando en los niños que vienen
Por otra parte, desde Sarmiento remarcaron y valoraron la participación de las familias colaboradoras, quienes dedican un tiempo a pasar con los niños: “Los padres ven que todo lo que se hace es con sacrificio -comentó Sánchez-. Se recibe una ayuda económica por parte del Estado, que es muy mínima. El merendero se sostiene con la colaboración de gente vecina, personas conocidas, miembros de la institución y muchas panaderías donan facturas o pan. Gracias a la gente, esto tan lindo se logra. Todo por los niños, las niñas que vienen a practicar al club y de las diferentes categorías, porque también vienen los adolescentes.”
Por último, en diálogo con EL ARGENTINO mamás y papás voluntarios afirmaron que por la situación económica de muchas familias este rol social de los clubes es muy necesario. “Nosotros vemos la situación de cómo está el país y queremos que estos niños tengan algo de alimentación. Muchos vienen de la escuela sin merendar. De acá se van con la pancita llena, una copita de leche y facturitas, se van muy contentos y la verdad que como desafío es seguir cumpliendo con esta tarea que es tan gratificante”, expresaron, en este sentido.
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