Redacción EL ARGENTINO
Las principales causas de este desplome son las tres olas de calor consecutivas, con temperaturas superiores a los 40°C en varias regiones, y una prolongada sequía que afectó los cultivos. En provincias como Chaco, se registraron temperaturas nocturnas superiores a 32°C y niveles de humedad por debajo del 20%, agravando el estrés hídrico.
La soja de primera siembra sufrió abortos de flores y chauchas, pérdida de hojas y plantas, lo que redujo significativamente los rindes. La soja de segunda tuvo pérdidas aún mayores, con reducciones de entre el 30% y el 70% en los rendimientos potenciales. Se estima que unas 780.000 hectáreas quedarán fuera de la cosecha.
El rendimiento promedio nacional proyectado de soja es de 27,6 quintales por hectárea (qq/ha), 2,5 Mt menos que la campaña anterior. En Buenos Aires se espera un rendimiento de 27,3 qq/ha (vs. 31,4 en 2023), en Córdoba 30,0 qq/ha (vs. 31,3) y en Santa Fe 30,9 qq/ha (vs. 39,1).
El maíz también se vio gravemente afectado. El temprano, sembrado en octubre, enfrentó condiciones extremas en la floración, impactando el desarrollo de las mazorcas. El tardío necesita lluvias urgentes en los próximos 10 días para evitar más pérdidas. La BCR proyecta un rendimiento nacional de 70,5 qq/ha, con caídas en Buenos Aires (-3,8 qq/ha), Córdoba (-4,8%) y Santa Fe (-2,8 qq/ha).
Aunque las lluvias recientes aliviaron parcialmente la situación, no fueron suficientes para revertir el déficit hídrico. Según el Servicio Meteorológico Nacional, en los próximos días se necesitarán al menos 40 mm semanales de precipitaciones en varias provincias clave para evitar más recortes en la producción.
Las pérdidas económicas se estiman en u$s3.450 millones, con u$s2.070 millones por la caída en la producción de soja y u$s1.380 millones por la de maíz. La incertidumbre climática sigue generando preocupación en el sector agropecuario, que enfrenta un panorama desafiante con márgenes de rentabilidad ajustados.