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En su mensaje desde el balcón, Francisco insistió con su preocupación por los emigrados de África y aseguró que "son una muchedumbre cada vez más grande de emigrantes y refugiados, incluyendo muchos niños, que huyen de la guerra, el hambre, la pobreza y la injusticia social".
"Que el mensaje de vida, proclamado por el ángel junto a la piedra removida del sepulcro, aleje la dureza de nuestro corazón y promueva un intercambio fecundo entre pueblos y culturas en las zonas de la cuenca del Mediterráneo y de Medio Oriente, en particular en Irak, Yemen y Libia", sumó a su pedido global de paz, que dedicó con ahínco a quienes "han perdido toda esperanza", a los ancianos en soledad y a los "jóvenes a quienes paree faltarles el futuro".