
"Dios ha vencido el egoísmo y la muerte con las armas del amor; su hijo, Jesús, es la puerta de la misericordia, abierta de par en par para todos", aseguró el Pontífice tras la bendición "Urbi et Orbi" que lanzó desde el balcón central de la Basílica de San Pedro este mediodía de Roma.

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En su mensaje desde el balcón, Francisco insistió con su preocupación por los emigrados de África y aseguró que "son una muchedumbre cada vez más grande de emigrantes y refugiados, incluyendo muchos niños, que huyen de la guerra, el hambre, la pobreza y la injusticia social".
"Que el mensaje de vida, proclamado por el ángel junto a la piedra removida del sepulcro, aleje la dureza de nuestro corazón y promueva un intercambio fecundo entre pueblos y culturas en las zonas de la cuenca del Mediterráneo y de Medio Oriente, en particular en Irak, Yemen y Libia", sumó a su pedido global de paz, que dedicó con ahínco a quienes "han perdido toda esperanza", a los ancianos en soledad y a los "jóvenes a quienes paree faltarles el futuro".
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