
Una de cada seis personas en el mundo se siente sola, afirmó el nuevo informe de la OMS. La pandemia, el trabajo remoto y el uso constante de pantallas profundizaron la desconexión. Por qué es una ilusión la compañía de las redes y cómo enfrentar el problema, según los expertos.

Redacción EL ARGENTINO
El ser humano es social por naturaleza. Depende de la relación con los demás para desarrollarse. A lo largo de la historia, la cooperación fue la clave para la supervivencia y el bienestar colectivo. Diversas investigaciones señalan que, desde el nacimiento y durante toda la vida, la interacción social condiciona el crecimiento del cerebro y la salud mental.
Sin embargo, estamos ante una “epidemia de soledad”. Tanto es así, que la Comisión sobre Conexión Social de la Organización Mundial de la Salud (OMS) realizó un informe llamado “De la soledad a la conexión social: trazando un camino hacia sociedades más saludables”, donde destacó que el aislamiento social y la soledad son generalizados en el mundo, y producen graves impactos en la salud, el bienestar y la sociedad.
Según la OMS, la salud social es tan importante como la física y mental. Estas tres dimensiones guardan una estrecha relación entre sí. Sin una buena salud social, es difícil gozar de buena salud, afirmó la entidad.
“En esta época en que las posibilidades de conectarse son infinitas, cada vez más personas se encuentran aisladas y solas”, declaró Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS. Cabe preguntarse ¿qué cambió en el mundo para que la soledad provoque 871.000 muertes al año, como expresa el informe?
El doctor José Eduardo Abadi, médico psiquiatra, psicoanalista y escritor explicó: “El aislamiento y la soledad han crecido en el mundo de hoy. La gente siente que no tiene un lugar en el alma, en el mundo del otro y que no tiene alojado al otro en el alma de uno. Por lo tanto, lo que existe es gente hiperconectada, pero no relacionada. ¿Qué quiero decir con esto? Que estar conectado no es lo mismo que transitarse recíprocamente, que empatizar, que poder sentir deseo y compasión. Es decir, estar conectado no implica registro del otro, que es una de las claves para salir de la vivencia de soledad, de aislamiento y sentirse parte de un encuentro”.
Y agregó que vivimos en un mundo donde hay una jerarquización de la velocidad: “Pero esto es mentira, no es velocidad lo que está en juego, es vértigo. Por lo tanto, hay poca estabilidad en los vínculos. Hay un sentimiento de fluidez que termina siendo débil y frágil. Se debilitan los vínculos de lealtad y eso hace sentir una distancia que se relaciona con una incapacidad de confiar plenamente en que el otro tiene registro de mí y yo del otro”.
Según la OMS, hay dos factores influyentes. Por un lado, la pandemia de COVID-19 que incrementó sentimientos de soledad en gran parte de la población a raíz de los confinamientos. Al mismo tiempo, las tecnologías modificaron aceleradamente la forma en la que nos relacionamos, y sus consecuencias sobre la salud mental y la vida social generan gran preocupación entre los expertos.
La doctora Graciela Moreschi, médica psiquiatra y escritora, explicó: “La multiconectividad es parte de lo que provoca la soledad. En primer lugar, porque la gente está distraída de su vida, entonces utiliza las redes para entretenerse y no resolver el contacto con el otro. La gente no se mira, no se toca, no hay presencia. El no estar solo tiene que ver con estar presente en el día a día”.
Y completó: “Sí, esto no se está dando justamente porque esta interconectividad excesiva lo que hace es, no solamente distraernos, sino cubrir ese sentimiento de soledad. Y cuando uno se da cuenta, lo único que tiene del otro lado son personas que están tan solas como uno, pero también distraídas. Basta salir y ver en un restaurante que la gente sigue conectada en el teléfono y no se mira cara a cara. Esto produjo fragmentación y el trabajo remoto exacerbó ese aislamiento. Desde que existe la ‘home office’, la gente no sale de su casa, está aislada, distraída o con el trabajo, o con las series, o con todo lo que brinda ese aparente confort que aísla aún más. Hay una carencia del otro".
La experta afirmó que cuando la persona está distraída, está rodeada de cosas que no la llenan, como ocurre con las adicciones: “Adicción de cualquier tipo es llenar el vacío con cosas que, en realidad, uno no necesita y dañan. Esto sucede con cualquier adicción: a las redes, a las compras, a las series, a la televisión”.
La doctora Moreschi definió a la soledad como un sentimiento profundo, doloroso, donde la persona siente un vacío existencial, “un vacío donde no tiene a otros, pero fundamentalmente no tiene un para qué. No tiene un sentido”.
Pero no tiene que ver con vivir solo o no, explicó la experta: “Hay gente que está viviendo con una familia y se siente absolutamente sola porque no conecta con ella. De hecho, casi no se miran, no hablan, están todos sentados a la mesa, cada uno con su teléfono. Por lo tanto, no depende de estar o no conviviendo con otro. Hay soledades en pareja que son mucho más duras que las soledades de estar solo, sin convivencia con nadie. Porque el que no tiene convivencia con otra persona a menudo tiene una búsqueda y una red social”. (Por Silvia Prado / Infobae)
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