
Por Enrique G. Castiglioni

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EL ARGENTINO me ha otorgado el privilegio de escribir sobre algunas de las familias de nuestro medio, que se destacaron en el mundo empresario. Y digo algunas porque, por suerte, Gualeguaychú a lo largo de su historia puede mostrar docenas de apellidos que marcaron un jalón trascendente en su aspecto de emprendedores. Me permito recordar a algunas de ellas.
Farmacia Rérbori: Se trata del establecimiento comercial más antiguo que aún funciona en nuestra ciudad. Lleva acumulado nada menos que 147 años de sólido prestigio profesional y comercial.
Un 16 de noviembre de 1870 Don Orazio Rébori se recibió de Farmacéutico en Génova, Italia, siendo el Rey Víctor Manuel quien le entregara su título profesional. Emigrado a América, arribó a Montevideo donde tuvo una breve estadía y luego se trasladó a Gualeguaychú. Y un 16 de noviembre de 1871 dio apertura a la “Botica del Indio” en la misma esquina de 25 de Mayo y Pellegrini (antes Patagonia) que hoy está funcionando.
Fortalecido en su patrimonio, adquirió la propiedad en 1886 y modificó su denominación por la de “Farmacia Rébori”. Es de hacer notar que don Orazio incorpora el primer microscopio e instala un completo laboratorio donde, además de preparar medicamentos, fabricó jabones, perfumes, licores, etc.
Recibido su hijo Horacio Colombo de Químico Farmacéutico en 1901 toma la posta de la Farmacia y además de regentearla, ejerció la profesión de Bioquímico, siendo uno de los precursores de esa profesión. Respondiendo a las necesidades comunitarias, en 1929 adicionó la Sección Óptica.
Y luego sigue la tradición familiar: el hijo de Horacio, el recordado Raúl David Rébori se recibió de Farmacéutico en Córdoba en el año 1942 y reemplazó a su Padre en la dirección técnica. Además de excelente profesional, don Raúl David fue electo presidente de la Municipalidad de Gualeguaychú, concejal Municipal, integrante de prestigiosas O.N.G. y de varias empresas. Hoy una cuarta generación tiene a su cargo la tremenda responsabilidad de continuar ese invalorable prestigio.
Goldaracena HNOS. LTDA.
S.A.C : 131 años
Seguramente que dentro de las cinco familias empresarias formadas en Gualeguaychú, el apellido Goldaracena es una de ellas, por su prestigio, su proyección social y económica. Veamos.
Don Eusebio Goldaracena, nativo de Lecumberri, pequeña aldea de las provincias vasco-navarras, emigró en 1860 de la España convulsionada por la guerra civil, le expresó a su Padre don Joaquín Goldaracena su deseo de “mejorar su fortuna”.
Llegado a Gualeguaychú, previo paso por Montevideo, durante cuatro años trabajó en un saladero, quienes compraban carne salada y cueros, para luego venderlas con destino a Cuba y Brasil.
Pero con su espíritu dinámico, adquirió experiencia y a los 25 años de edad instaló un pequeño negocio de ramos generales, especialmente la comercialización de los “frutos del país”.
Es de recordarse que nuestro país sufrió en 1870 convulsionados episodios, que se sucedieron tras el asesinato del General Urquiza.
Restablecida la normalidad institucional, don Eusebio le imprime mucha actividad, que se refleja en la incorporación de nuevos rubros. Así es como se transforma en uno de los acopiadores de cereales más importantes de Entre Ríos. Su amplia visión lo lleva a arrendarle a los Unzué la explotación total de los montes de la Estancia El Potrero.
Dada la variedad y complejidad de los rubros explotados, don Eusebio se desplazó a Buenos Aires y a Montevideo. Entonces su esposa, doña Joaquina Garciarena, se colocó al frente del negocio.
En 1892 a los 53 años falleció Don Eusebio, dejando a su viuda con nueve hijos. Ello obligó a constituir la razón social Viuda de Goldaracena e Hijos, quedando a cargo del hijo mayor, Joaquín, de 24 años, el manejo de los múltiples negocios.
Con la ayuda de sus hermanos y el asesoramiento de su Madre, Joaquín se constituyó rápidamente en una figura destacada y con gran vigor. Fundó estancias, abrieron sucursales, levantaron graneros, adquirieron vapores para pasajeros y para cargas, etc. De ésta forma Gualeguaychú se convirtió en un mercado de lanas de primera magnitud.
Falleció uno de los hermanos de Joaquín llamado Lázaro y en 1908 se constituyó la sociedad Goldaracena Hnos. Exportaban cueros é importaban café y yerba y Eusebio (h) instaló la Sucursal Buenos Aires.
En julio del año 1911 falleció don Joaquín Goldaracena y por su expresa disposición sus cinco hijas se quedaron con los campos de la sociedad y los hijos varones a cargo de las empresas comerciales.
Fue la firma Goldaracena quien propició el cultivo del lino, una explotación agrícola no desarrollada en nuestra provincia.
Al estallar la Primera Guerra Mundial, los cueros, lanas, trigos y linos que comercializaba Goldaracena, recibieron los mejores conceptos en los países receptores de los mismos.
En octubre de 1915, donde los Goldaracena alcanzaron inmensa actividad, falleció Don Eusebio (hijo) quien le había impreso un vertiginoso ritmo de actividades.
Dada la trascendencia de la firma, en 1927 se convierte en una Sociedad Anónima, ocasión en la cual los Sres. Joaquín y Juan Goldaracena se instalaron en la sucursal de Capital Federal.
El año 1930 determina una crisis en la economía mundial de ribetes nunca alcanzados. Caen abruptamente los precios de los cereales y su colocación se tornó muy difícil.
Goldaracena recibió el sacudón, dado que la mayor parte de su capital de trabajo estaba en el acopio de cereales. Pero Goldaracena no titubeó en vender todas sus propiedades privadas: estancias, hacienda, casas, terrenos, etc. cancelando todas sus obligaciones, lo que le significó obtener un gran prestigio.
Superada esa crisis, casi terminal, la Casa Goldaracena resurgió y continuó con sus operaciones habituales, apareciendo con todo el esplendor y el prestigio que todos conocemos.
En Gualeguaychú no hubo obra de bien o de progreso, que no contara con el decidido y voluntario apoyo de la tradicional familia. Recuerdo la donación que le efectuara al padre Colombo, del inmueble para la creación de la Escuela Fábrica, con internado incluido. Sus aportes para levantar el Teatro Gualeguaychú o las donaciones al Asilo de Ancianos y al Hogar de Niñas, entre otros.
El 2 de enero de 1938 falleció don Joaquín Goldaracena, asumiendo su hermano Juan la conducción de la Empresa.
En el año 1949 puso en marcha la Aceitera Gualeguaychú S.A. empresa líder en la Provincia, que en 1982 se reequipó y efectuó su ampliación. En 1987 pusieron en marcha La Luquense S.A. una moderna fábrica de aceite de lino de extracción por solvente, ubicada en la localidad de Lucas González.
Es de destacar que en algunos momentos, Goldaracena Hnos. procesó el 25% de la producción mundial de lino.
En 1985 Goldaracena Hnos. S.A. adquirió el tradicional Molino Concepción S.A. de capitales suizos, y se dedicó a procesar trigo, maíz, arroz, aceite comestible, alimentos balanceados, polenta, entre otros.
Lamentablemente, por razones que no son del caso analizar, en el año 1995 se le decretó su quiebra.
Resulta innegable la trascendencia, su visión estratégica y eficiente gestión empresaria de esta prestigiosa familia Goldaracena, que durante 131 años tuvo su epicentro económico y social en nuestra querida ciudad de Gualeguaychú.
Casa Dahuc
Don Hamud Dahuc fue otro caracterizado comerciante instalado en nuestra ciudad. Inmigrante árabe, nacido en 1892, fue el hermano mayor de una familia de seis hijos, quien al contar con la edad para el servicio militar, cruzó al Líbano, viajó en barco y recaló en Buenos Aires, allá por el año 1913.
De allí a Gualeguaychú fue un paso. Inicialmente se conectó con dos primos Alejandro y Amado Miseri Jalil, quienes eran empleados en las cuadrillas del Ferrocarril, los que no dudaron en dejar sus empleos para que Don Hamud se incorporara, ya que no había lugar de trabajo para todos. No le resultó fácil adaptarse a nuestro país, con su idioma diferente y su religión islámica. Pero su espíritu emprendedor y su don de gente, hizo que dejara su empleo y se dedicara a la venta ambulante de múltiples artículos. Cuatro años a pie y dos años en volanta, le permitieron cosechar muchas amistades.
Se estabiliza en nuestra ciudad y en 1920 instala su negocio fijo en calle O.V. Andrade N° 1123. Se vincula con el mejor relojero de la ciudad, el Sr. Cantini, quien le enseñó el oficio de relojero. Su habitual jovialidad y vocación de servicio, le permite vincularse con tradicionales familias de Gualeguaychú y, entre ellas, con el Sr. Isidoro Macchi poseedor de un importante corralón de maderas, quien le construyó una hermosa vivienda en la Avenida Rocamora al N° 268, que en su frente ubica el negocio de venta de bicicletas, bazar, relojería, armas, etc. y al fondo una casa para la familia.
Cuenta su hijo Morad que en el año 1921 la Revista Caras y Caretas publicó un esquema de radio y don Hamud fabricó una de ellas, con todo su equipamiento.
Es recordado por gente mayor, que don Hamud escuchó en su radio la famosa pelea Firpo – Dempsey y le trasmitía a sus amigos allí congregados, entre ellos, Don Quico Vallejo, todas las alternativas de tal pelea. Cuentan que los amigos habían constituido una Peña y adquirido bombas de estruendo para festejar el posible éxito de Firpo. Ponga la bomba (cuando Firpo noquea y saca del ring a Dempsey)… saque la bomba (cuando el público lo sube de nuevo a Dempsey al ring)... etc. es una anécdota muy recordada por nuestros mayores.
Es de consignarse que en nuestra ciudad había solamente cinco aparatos de radio, siendo sus poseedores los Sres. Emilio Turina, Martín Recalde, Atilio Matta, Alfredo Rossi y don Hamud Dahuc.
En 1927 don Hamud se casó con Carlota Dobón, hija de un conocido propietario de una confitería.
En esa propiedad alquilada de Av. Rocamora nacieron sus cuatro hijos: Morad Antonio, María Evarista, María Rahame y Carlos Ismael.
En el año 1941 don Hamud había ahorrado $ 3.500 y decidió comprar la propiedad de calles Bolívar y Montevideo que costó $ 7.500.
El saldo deudor lo obtuvo de un préstamo bancario y nuevamente el Sr. Isidoro Macchi fue su garante.
Por su amistad con el Sr. Pedro Jurado militó en política y fue concejal electo por el Partido Demócrata Nacional en el año 1943.
Sus hijos Morad y Carlos lo acompañaron en su actividad comercial, explotando numerosos rubros, siendo distinguidos por su rectitud.
Don Hamud Dahuc fue presidente del Centro Social y Cultural Sirio Libanés y un gran defensor de la causa árabe. En 1979 se separan los hermanos Morad y Carlos y en el año 1980 falleció don Hamud. Morad se instaló con su hijo Patricio en un taller ubicado en la Av. Primera Junta; y Carlos continuó en el tradicional local de Bolívar y Montevideo.
Lamentablemente hace unos días falleció Carlos Ismael, luego de una cruel enfermedad.
Han pasado 91 años de la fundación del negocio y la Familia Dahuc recoge el prestigio, la rectitud, la honestidad y la permanente vocación de servicios que don Hamud primero y luego sus hijos Morad y Carlos imprimieron durante casi un siglo.
Casa Frávega 91años
Otra prestigiosa y tradicional Familia empresaria de nuestra ciudad, desarrolló sus actividades durante 72 años, una antigüedad a la que no resulta fácil llegar.
Me estoy refiriendo a la Casa Frávega, fundada en 1876 por los Hermanos Antonio J. y Manuel J. Frávega. Fue un comercio de ramos generales; ocupó un cuarto de manzana en la esquina de las calles 25 de Mayo y Ayacucho, esquina noroeste.
Es interesante consignar que en sus comienzos, allá en el año 1876, de acuerdo a papeles de la fecha, su teléfono era el N° 5.
Sus ventas se realizaban al por mayor y al por menor, llegando a contar con 12 empleados y logró obtener una elevada reputación por la calidad de los productos que comercializaban (algunos de origen extranjeros), por la corrección en las operaciones y por la cordialidad de sus dueños y el personal que los secundaba. Contó con reparto a domicilio a pie o en jardinera, y su clásica clientela poseía la tradicional “libreta del almacenero”, donde se anotaban todas las compras, las cuales se cancelaban en forma mensual y muchas veces anualmente.
Era muy habitual que Casa Frávega recibiera productos importados directamente de Europa, no solamente artículos comestibles, sino también juegos de loza, herramientas y muebles.
Tradicionales familias de nuestra ciudad aún conservan fuentes, bandejas grabadas de plata o de acero inoxidable con el nombre y la dirección del negocio, que fueron obsequiados a sus clientes. Otra atención que era muy frecuente observar, era el otorgamiento de la “yapa”, hoy especie en extinción.
Casa Galetto: 76 años
Don Juan Luis Galetto nació en el año 1888, en la ciudad de Pinerolo, en Italia. De joven aprendió el oficio de balancero. Ingresó a la famosa fábrica de balanzas Bianchetti, quien luego de capacitarlo, lo destinó a la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, a mediados de 1920.
Don Juan formaba parte de un grupo de obreros especializados, dado que Bianchetti había obtenido la misión de instalar las balanzas para pesar los vagones del Ferrocarril El Sunchal Argentino, que unió Rosario con General Pico, capital de la provincia de La Pampa.
Finalizados esos trabajos, Don Juan Luis ingresó como Oficial Balancero en el Frigorífico Smithfield en la ciudad de Campana. Tras el incendio del mismo, lo trasladaron al Frigorífico Liebig en nuestra provincia de Entre Ríos, para finalmente ser destinado al Frigorífico Anglo en la vecina ciudad de Fray Bentos, siempre con el mismo oficio. En el año 1935 se trasladó a nuestra ciudad y procedió a la apertura de un negocio en calle O.V. Andrade N° 1070.
Dado su éxito comercial, adquirió la propiedad de calles San Martín y Maipú, con venta y reparación de balanzas, bicicletas y armas.
Recibido de Perito Mercantil en el año 1952, se incorpora al negocio su hijo José Oscar, explotando los mismos rubros, pero anexando la sección cerrajería.
El negocio continúa en su ascenso, por la calidad de sus productos, de su trato cordial y de su eficiente servicio, ahora con la conducción de su hijo que en el año 1970 adquirió el local de calles España y San Martín, donde continúa con sus tareas comerciales.
Don Juan Luis Galetto falleció en el año 1976, a los 78 años.
A lo largo de estos extensos 76 años, la Casa Galetto ha logrado consolidarse definitivamente, con un sólido prestigio comercial y social.
No podemos omitir que su actual propietario es José Oscar Galetto, que tuvo y aún continúa, una abundante y extensa actividad integrando prestigiosas instituciones locales, lo que habla de su permanente vocación de servicio.
Quiroga: Fanacal: 78 años
Otro de los ejemplos exitosos de familias empresarias, que tanto prestigio han otorgado al comercio de Gualeguaychú en el concierto entrerriano: hago referencia a la prestigiosa cadena de Zapatería Quiroga, que con su especialidad le ha permitido ser hoy la segunda cadena de zapaterías más importante de la provincia de Entre Ríos.
Empecemos por el principio. A mediados de los años ‘40, don Miguel Quiroga acompañado de su señora doña Margot Olivera, provenientes de la ciudad de Colón, adquieren el Almacén El Hogar, ubicado en la esquina noreste de la Av. Del Valle y Pasteur de Fortunato Majul, que gozó de enorme prestigio.
Allá por 1951, sin dejar el rubro almacén, dan apertura a su primera zapatería, en el local de las esquinas Bolívar y Chalup (ex Chile) en el Mercado Municipal, local donde posteriormente funcionó durante muchos años el Bar de la ex Terminal de Ómnibus.
En el año 1953 deciden dedicarse exclusivamente al rubro zapatos y proceden a vender el almacén. Un día Don Miguel lee un aviso en el diario La Prensa donde la fábrica Fanacal (Fábrica Nacional de Calzado) buscaba agentes en todo el país y entonces decide incursionar con este formato comercial, lo que hoy denominaríamos como una franquicia.
Para materializar este proyecto, alquilaron el salón de calle 25 de Mayo N° 925 (antes estaba la tostadora de café de Santamarina) local donde hoy continúa sus actividades.
Se incorpora como socio el hermano de Don Miguel -Luis Alberto- e instala su primera sucursal en la calle Urquiza N° 1166.
En el año 1975 se incorporó su hijo Miguel Ángel, quien le otorgó mayor dinamismo y penetración en el rubro.
En el año 1980 don Luis Alberto se separó de la sociedad y se instaló con zapatería propia en la esquina de la Av. Rocamora y calle Urquiza.
Por su excelente visión empresaria Miguel Ángel le abrió nuevas posibilidades a su negocio, refaccionando y ampliando su coqueto salón de ventas, acorde a los mejores negocios de Buenos Aires. Pero además hoy cuenta con cuatro negocios más: Magma, Econo, Sailor y Grimoldi, explotando los rubros de zapatería, marroquinería, valijería e indumentaria.
En la actualidad es acompañado por un eficiente equipo de 22 colaboradores, con una fortaleza de ventas digna de elogio.
Pero así como Don Miguel Quiroga (padre) fue un inquieto dirigente de varias entidades, su hijo Miguel Ángel no ha quedado a la zaga. Su tiempo dedicado a su aspecto empresario no le ha impedido integrar prestigiosas entidades. Basta recordar sus cuatro años como presidente del Centro de Defensa Comercial é Industrial de Gualeguaychú y en la actualidad Presidente de la U.E.P.E.R.
Todo un ejemplo para imitar.
Otras tradicionales
empresas familiares
Estas son apenas algunas Familias. Pero por suerte, quedan muchas más por consignar. Panadería y Confitería San Antonio; Vallejo & Cía.; Almacén Rossi Hnos.; Augusto Estrampes y Cía.; Bozzano S.R.L.; George E. Oppen; Caviglione .; Casa Sierra; Farmacia Cafferata; Librería Serorena Hnos.; Farmacia Boretto S.R.L.; Tienda El Hogar; Joyería Bustelo; Almacén de Bindo Caviglione; Casa Galli S.R.L.; Bazar Alemán; Bazar Vaena; Casa Zully; David y Luis M. Boggiano; Laborde Hnos.; Confitería Apolo. Pido perdón porque quedan muchas otras firmas que pasaron el medio siglo de existencia como negocio.
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