
Casi la mitad de los trabajadores argentinos carecen de protección social. Sectores como el doméstico, construcción y comercio lideran la informalidad. Datos del INDEC e OIT revelan su profundidad.

Redacción EL ARGENTINO
La precariedad laboral en Argentina: un fenómeno estructural. En Argentina, el trabajo informal afecta al 42% de los empleados, según datos recientes del Ministerio de Trabajo, con sectores como el doméstico (77%), la construcción (76,6%) y el comercio (51,9%) como los más precarizados.
Estos números reflejan una tendencia histórica: desde principios del siglo XXI, la informalidad creció casi 10 puntos porcentuales, consolidándose como un fenómeno estructural.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) señala que casi la mitad de los ocupados tiene empleos sin registro, y siete de cada diez carecen de beneficios mínimos como jubilación o obra social.
Las estadísticas, aunque no discriminan explícitamente por género en las fuentes consultadas, permiten inferir que las mujeres son más vulnerables en sectores como el doméstico, donde la informalidad es abrumadora . Además, el 35% de los asalariados no cotiza pensiones, una cifra que se profundiza en actividades económicas no reguladas.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) advierte que esta situación limita el acceso a derechos laborales y agrava la pobreza multidimensional.
La precariedad también se vincula con la heterogeneidad del mercado laboral argentino. Aunque entre 2003 y 2011 se redujo la informalidad, desde entonces los avances se estancaron, con niveles similares a los de 2008 . La Asociación de Estudios del Trabajo (ASET) destaca que factores como la economía informal y la falta de políticas de formalización explican este estancamiento.
Pese a décadas de crecimiento económico, 130 millones de trabajadores permanecen en empleos sin protección social, según estudios de la OIT.
Para combatir esta crisis, expertos insisten en la necesidad de reformas que integren al sector informal a la economía regulada, garantizando derechos básicos. Mientras tanto, la precariedad sigue siendo un desafío urgente, con impactos desiguales en poblaciones vulnerables y sectores claves de la economía argentina.
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