
En el gobierno de Néstor Kirchner evaluaban ayer el impacto de ese anuncio y hacían consultas a la administración de Evo Morales para estimar las consecuencias del recorte de envíos al país.

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La decisión de Bolivia de restringir los envíos de gas hacia la Argentina llegó en el peor
momento, justo cuando el país sufre una ola polar que hizo descender la temperatura y llevó a niveles extremos el consumo, obligando a cortar el suministro a las industrias y poner en
jaque la venta de GNC, insumo clave para el transporte.
Igual, se mantiene la decisión de priorizar el consumo de los hogares, aunque algunos analistas privados comenzaron a preguntarse si ante este complejo cuadro de situación no se terminará complicando también la provisión a las familias.
El crítico panorama que soporta Bolivia la llevó a dejar en suspenso el pedido de la Argentina para elevar a 7,5 millones de metros cúbicos diarios el envío de gas, y mantenerlo en los 4,62
millones de la actualidad.
Argentina consume más de 120 millones de metros cúbicos diarios, por lo que los envíos desde Bolivia no son significativos, por ahora.
Desde Bolivia aseguran que el contrato con la Argentina permite cumplir (temporalmente) con el 50 por ciento de la demanda.
La situación de escasez es tal que a pesar de que la Argentina es el mercado que paga más por el gas boliviano -5 dólares por millón de BTU (medida térmica)-, no se le puede vender mayores
volúmenes.
Con 48,7 trillones de pies cúbicos de gas (1,5 billones de m3), Bolivia posee la segunda reserva probada y probable más importante de América del Sur, después de Venezuela, pero tiene severos problemas para extraerlo y transportarlo por la falta de inversiones.
Fuente: NA.
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