
Hoy se cumplen 49 años del inicio de la última dictadura cívico-militar de Argentina. Matías Ayastuy, hijo de Marta Bugnone y Jorge Ayastuy, secuestrados y desaparecidos en 1977, se refirió a la importancia que adquiere el 24 de marzo.

Por Isidro Alazard
Matías Ayastuy tiene 48 años. Nació en marzo de 1977 y a sus nueve meses fue llevado por las fuerzas militares junto a sus padres, Jorge Ayastuy y Marta Bugnone, quienes son desaparecidos. “Fueron secuestrados de nuestra casa, mi mamá estaba embarazada en ese momento, con lo cual busco a un hermano o una hermana que pudo haber nacido entre marzo y agosto de 1978”, relata.
-Matías, ¿qué se conmemora el 24 de marzo?
-El 24 de marzo de 1976 en Argentina se llevó a cabo un autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, que interrumpió la vida democrática una vez más en nuestro país, pero de una manera diferente a lo que había ocurrido en otros golpes de Estado. En 1976 se plantea a la dictadura militar argentina una reorganización de todos los aspectos que tienen que ver con la nación, en el marco de un plan más amplio que tiene que ver con lo que ocurrió en Sudamérica y con lo que pasaba en el mundo. En Sudamérica se llamó el Plan Cóndor y tuvo que ver con la implementación de un conjunto de políticas económicas funcionales al poder financiero internacional, que fueron en detrimento de la vida de la población de nuestro país, por cuanto se generó una inmensa deuda externa, un crecimiento exponencial de la pobreza y el cierre de industrias nacionales. Esos fueron algunos de los aspectos centrales de lo que fue el golpe de Estado en ese momento.
- ¿Cómo entra en escena la figura de los desaparecidos?
-La llamada “reorganización” estuvo acompañada por un relato vinculado a la persecución de determinados referentes u organizaciones políticas que en realidad luchaban para que este modelo económico no se implementara en nuestro país. Se persiguió a trabajadores de la cultura, del arte, militantes políticos, sociales, gremiales, estudiantiles, en todos los ámbitos. Se llevó a cabo la metodología de secuestro, tortura y desaparición de 30.000 personas. Más de un millón de personas se tuvieron que exiliar obligadamente de nuestro país. Alrededor de 500 hijos de desaparecidas fueron robados por el Plan Sistemático de Robo y Apropiación de Bebés, entre otras consecuencias que tuvieron que ver con implantar el miedo en la población para tratar de desterrar cualquier vestigio de resistencia a estas políticas que fueron en contra de los intereses de la mayoría de los populares.
-¿En Gualeguaychú, qué ocurrió?
-En nuestra ciudad hay 37 víctimas del terrorismo de Estado, de las cuales la mayoría permanece desaparecida. De algunas de ellas se encontraron sus restos y fueron enterrados en el cementerio de nuestra ciudad, y en algunos de los casos fueron asesinados en la vía pública. Además, había dos mujeres embarazadas: una de ellas, mi mamá. Buscamos a ese hermano o hermana. El otro caso es el de Blanca Angerosa, también embarazada, por lo que actualmente también buscamos a Pedro.

-¿Qué te han contado sobre tus padres?
-Dentro de lo siniestro y terrible que fue la vida durante la última dictadura militar, tuve la fortuna de haberme criado con mi familia biológica y haber conocido la verdad de mis orígenes desde que tengo conciencia de mi existencia. Me han contado todo lo que he preguntado sobre mis padres. Desde la primera versión, vinculada a las primeras anécdotas, que llegaron a mí a través de testimonios familiares. A medida que fui creciendo pude ir indagando y conociendo a otras personas que se fueron relacionando con ellos a lo largo de sus vidas. A compañeros de la primaria, compañeros de la secundaria, compañeros de la iglesia de la que formaron parte, del partido político, del club. Todas esas piezas del rompecabezas me permitieron reconstruir un poco el relato y saber que mi mamá fue una excelente alumna. Estudió Filosofía y Letras en Concepción del Uruguay con el mejor promedio, al igual que en la secundaria. Estudiaba psicología, estuvo a punto de terminar la carrera en Rosario. Mi papá era fierrero, le gustaban los autos, le gustaba vestirse bien y tenía una militancia en el movimiento obrero, también en Rosario, primero, y en la ciudad de Buenos Aires, después.
- ¿Qué tiene de particular la convocatoria de este año?
-Este lunes, la marcha de la Memoria por la Verdad y la Justicia tiene un sentido especial porque va a ser una marcha que se va a llevar a cabo en un contexto de negacionismo, o sea, de negar los crímenes y la gravedad de las desapariciones forzadas, de la tortura, del robo de bebés. Estos delitos se han tratado de relativizar, a nivel nacional y a nivel local. Por eso queremos invitar a todas las personas, ciudadanos y ciudadanas que se quieran sumar, no solamente por cuestiones vinculadas a los 49 años del golpe de Estado, sino por la similitud que tienen las políticas económicas del presente con las políticas económicas de la dictadura militar.

-¿Por qué crees que tiene fuerza este negacionismo?
- Hay un trabajo que se viene haciendo desde hace bastante tiempo: se empezó a instalar un relato, que un pensador la nombra como “la teoría de los dos demonios recargada”, en la cual se plantea que hubo una guerra entre dos bandos, ambos malos. Esa es la teoría de los dos demonios. Sin embargo, la versión recargada, que ahora busca convertirse en hegemónica, a los victimarios busca convertirlos en víctimas. Es decir: no solo que eran dos demonios, sino que sólo se juzgó una parte. De esa manera, se desconoce el carácter estatal de la represión, el genocidio, el plan de exterminio que incluyó a más de 600 centros clandestinos de detención, también el Plan Cóndor, la doctrina de seguridad nacional con la cual se formaron las Fuerzas Armadas décadas antes de llevar adelante este golpe de Estado, y que fue una ola sincrónica de golpes de Estados, porque lo mismo ocurrió en Chile, en Brasil, en Uruguay, en Paraguay. Entonces, lo que hacen es un recorte manipulador de información, buscando enaltecer el sector que permitió llevar adelante las políticas económicas. Lo que buscan no tiene sentido sin explicitar el encubrimiento de las decisiones económicas que están condenando a generaciones y generaciones a la pobreza y al pago de deudas externas que son imposibles de pagar
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