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Lucila Carrizo volvió a casa tras recibir un trasplante de corazón: “Sentí que valió la pena”

Hace apenas unos días Lucila volvió a su casa, a Gualeguaychú, luego de atravesar un complejo proceso de salud que incluyó la pérdida de un embarazo, un diagnóstico cardíaco irreversible y un trasplante de corazón. Hoy, en diálogo con EL ARGENTINO, comparte su testimonio de lucha y fortaleza.

Lunes, 30 de Junio de 2025, 18:04

Por Lautaro Silvera

Después de un año y seis meses lejos de su casa, Lucila Carrizo volvió a Gualeguaychú. Su partida estuvo marcada por una dura noticia: necesitaba un trasplante de corazón. A partir de allí, se inició una etapa sin certezas, llena de espera, desafíos médicos y emocionales, que finalmente tuvo su punto de inflexión a fines de abril de 2025, cuando llegó la noticia que tanto esperaba: había un corazón disponible para ella.

 

Antes de eso, la vida de Lucila cambió bruscamente en 2023. Estaba cursando un embarazo de siete meses cuando recibió el golpe más duro: su bebé había fallecido. A partir de ese momento, comenzó a presentar síntomas de insuficiencia cardíaca que, con el tiempo, derivaron en el diagnóstico de miocardiopatía dilatada. La única opción posible era un trasplante.

 

“Es increíble todo lo que ha cambiado en un año y medio, tanto en mi casa como en la ciudad. Me costó muchos meses entender que estaba enferma, porque al principio no lo podía creer. Jamás tuve una operación de nada, y de la nada me dijeron que necesitaba un corazón. Fue muy shockeante”, relató Lucila a EL ARGENTINO.

 

Durante la espera, su marido fue quien la acompañó de manera constante, mientras que sus padres viajaban cada vez que podían. Finalmente, la intervención llegó. “Gracias a Dios, mi operación duró un poco más de tres horas. Por lo general, estas cirugías duran entre ocho y nueve horas. Salió todo muy bien y, a las tres horas de haber salido del quirófano, ya estaba despierta, sentada y comiendo”, recordó.

 

El proceso postoperatorio fue intenso: “Necesitaba ayuda para todo, para levantarme, para comer. Se hace muy dependiente uno cuando recién se trasplanta. Es como recomenzar todo”.

 

La atención médica en Santa Fe, donde fue intervenida, también fue clave. “La verdad, son excelentes personas, me contuvieron muchísimo. En ambas clínicas donde estuve nunca habían tenido un paciente tanto tiempo internado”, contó. En total, estuvo internada un año y medio.

Lucila también recibió apoyo psicológico y psiquiátrico tras la operación. “Después del trasplante estaba muy alterada, nerviosa, con las emociones a flor de piel. Sentía muchas cosas en el cuerpo que tal vez no eran reales, pero mi mente no paraba”.

 

Hoy, su recuperación continúa con controles y un estricto protocolo. “Vivo en una especie de burbuja. No tengo defensas, no puedo estar con animales ni con niños. Uso doble barbijo, mucho alcohol, y me cuido incluso de los mosquitos. Tengo que viajar a Rosario, me hago los controles y después vuelvo. Después se van haciendo cada un mes, cada dos meses, seis meses, y después pasa a ser cada un año”, relató.

 

Ahora, Lucila se debe cuidar mucho con las comidas, o de tener contacto con muchas personas en lugares cerrados. “Tengo que tener mucho cuidado. Para mí médico, que me aísle es importante pero que no sea un aislamiento total. Ellos necesitan que yo dentro de todo haga una vida normal, pero con cuidados”.

 

A pesar de todo, Lucila tiene claro hacia dónde quiere ir: “Quiero retomar mis estudios, estaba haciendo el Profesorado de Historia en el Sedes. También me gustaría conseguir trabajo, eso me mantiene ocupada y me ayuda a no pensar tanto”.

 

Siguiendo con su análisis de todo lo vivido, Lucila dejó algunas reflexiones en apenas tres días de recibir el alta médica: “Viendo todo desde ahora, este proceso vivido, siento como que valió la pena, porque hubo muchas veces que uno se pone a pensar ‘¿por qué me está pasando esto?’, ’¿Cuándo se va a terminar esto?’ O que lo toma como un tiempo perdido, de que pudo haber hecho muchas cosas, pero yo supongo que todo pasa por algo y tuvo que ser a su tiempo y así fue”.

 

Antes de cerrar, dejó un mensaje de profundo agradecimiento: “Quiero agradecer a todas las personas que estuvieron atentas, que difundieron mi caso, que rezaron por mí. También agradecer por las cadenas de oración. Es muy importante que se tenga en cuenta lo que significa la donación de órganos. No solo por mí, sino por todos, incluso por los niños. Es muy duro ver lo que se sufre. La gente me dio todo lo que pudo, y eso a mí me basta y me sobra”, cerró.

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