Redacción EL ARGENTINO
Por Antonella Di Pietro
Débora D`Amato es periodista deportiva -actualmente en C5N, Radio 10, y Big Bang News. Pero el mejor tiempo se lo dedica a Lola y Charo, sus hijas. En diálogo con EL ARGENTINO, Débora cuenta parte del proceso de convertirse en madre, sus tratamientos de fertilidad y cómo hizo para romper sus propios prejuicios.
También se hace lugar en su web personal, que lleva su nombre, en donde comparte notas, experiencias sobre tratamientos de fertilización y maternidad monoparental. Por este tema tan importante y actual es que compartimos un momento y nos contó su historia:
¿Cuándo y cómo comenzaste a investigar sobre un tratamiento de fertilidad?
Yo acompañé a una de mis mejores amigas - Pany Chama* - a transitar el camino de "los tratamientos" en búsqueda de formar una familia y tener hijos. Ella fue descubriendo a través de sus tratamientos que tenía varios problemas en su organismo para poder quedar embarazada y en ese acompañamiento comencé a codearme con los "tratamientos de fertilidad asistida", aun sin saber que yo iba a recurrir a un tratamiento de fertilidad asistida.
Yo recurro entonces por dos razones, en primer lugar porque mi organismo dijo que no durante mucho tiempo y cuando mi cuerpo dijo que si yo no estaba en pareja, y comencé con todo esto a los treinta y pico, pero mi PRIMER SI se dio a 45 años y el SEGUNDO SI a los 50 años
¿Cómo transitaste el tratamiento y embarazo de Lola, tu primera hija?
Con mi amiga - Pany- vÍ su dolor, sus caídas, fue una especie de preámbulo de lo que me venía a mí. Cada organismo es un mundo y podía tener el mismo inconveniente, cada organismo reacciona distinto, ver su proceso fue mi gran aprendizaje. Cuando decido iniciar el camino de un tratamiento de fertilidad, lo decido bajando la ansiedad, con tranquilidad. Esperando muchos no, en algún momento va a aparecer el sí.
Logré entender que si me alteraba, el tratamiento iba a tener más negativas que virtudes y me pude relajar. Viví el embarazo con mucha felicidad, pero con el sí, no me subí a la cresta de la ola. Una vez que estaba todo muy avanzado, ahí comencé a disfrutar más.
¿Rompiste prejuicios por la edad o por la decisión de ser madre soltera?
Si, sobre todo por la edad, pensé que era perjudicial para el futuro de mis hijas, no sabía que tenía esos prejuicios y me di cuenta recién cuando los comencé a trabajar. Hable con mucha gente y mucho más conmigo misma. En un momento entendí que la maternidad es mía y que con prejuicios uno no avanza en la vida, se avanza con otro tipo de actitudes. Los prejuicios son frenos y logré romperlos.
¿La búsqueda de Charo fue diferente o similar a la de Lola?
Cada tratamiento fue distinto. Con la búsqueda de Charo tenía algo a favor, sabía cuáles eran mis problemas, lo que no significa que aparecieron otros. Fue más rápido el camino a lograrlo. Tuve frenos, algunos inconvenientes, pero fue menos sinuoso.
Además de tu exposición por tu profesión, creaste una comunidad en redes sociales compartiendo momentos en familia. ¿Te escriben muchas mujeres consultando sobre los tratamientos?
Me pasó mucho con mi primer embarazo, ahí comencé a entender que había un nicho muy vacío, con mucho tabú, vergüenza y prejuicio. Recuerdo las noches sin dormir por malestares, me pasaba en redes respondiendo mensajes, compartiendo experiencias, charlando, fue ahí cuando decidí informar mucho más, con vivos en Instagram, notas, en mi web y esto se potenció mucho más en pandemia.
Hace un tiempo comentaste que ibas a donar embriones que aún tenías congelados ¿Cómo fue esta decisión y el proceso?
Me lo cuestionaron mucho, yo aclaro que los embriones están congelados, que no son personas, uno no puede congelar una persona. Estos embriones tienen parte de mi genética, pero no son mis hijos.
Doné los embriones congelados cuando terminé el tratamiento de Charo, pero no antes de recibir el beta positivo. Yo había llegado a la conclusión que era mi última vez.
Pensé en todo lo que me había costado, en muchos que están buscando, que no pueden, que no llegan, que tienen muchos no. Averigüé si había muchos casos de donación de embriones, pero no es muy común, no hay tantos donantes como para que haya futuros cruces por la vida, así que a raíz de las investigaciones y estadísticas favorables decidí donar mis embriones congelados.
Ya con el diario del lunes, tus hijas creciendo y disfrutando de una familia hermosa, ¿Tomas dimensión de tu empoderamiento femenino y que le abrís el camino a muchas mujeres?
No tomo dimensión, creo que me podría nublar si me subo a la cresta de la ola, me podría frenar. Me doy cuenta cuando alguna mujer me para y me cuenta su historia.
Te cuento una intimidad, hace unos días llegué a un lugar que tenía que hacer algo nuevo por trabajo y había una chica en un rincón que me miraba y no se animaba a hablarme. En un momento se acercó y me dijo, yo soy mamá porque vi tu proceso de tratamiento de Lola y me animé. Por supuesto que nos abrazamos, lloré, lloramos. La verdad es que no tomo conciencia, pero tampoco quiero, me hace bien sorprenderme y ojalá que haya muchas situaciones similares que se animen a intentarlo, aunque sé que hay un porcentaje que se animan, pero su cuerpo dice que no. Pero cuando logras romper todos los obstáculos es buenísimo.
Esta pequeña charla con Débora, en esta oportunidad por whatsapp, me hizo recordar nuestros mensajes previos al Baby Shower rockero de Lola en donde intercambiamos mensajes sobre la deco, souvenirs y la lista de invitadas. En aquella oportunidad, todo era una maternidad por descubrir, hoy la veo mucho más feliz con sus dos hijas, quienes son un proyecto de vida diferente y repleto de nuevos desafíos.
Feliz que la vuelta de la vida nos reencuentre y compartir anécdotas de crianza y ver como su deseo de maternar la transformó en una gran motivadora y comunicadora en materia de fertilidad.
*Pany Chama es productora y actriz y felizmente mamá de trillizos.