Se trata de una investigación que involucra a cuatro provincias: Salta, Misiones, Entre Ríos y Buenos Aires. En todos estos territorios operaba una organización narcocriminal compuesta por al menos ocho personas, de las cuales cinco de ellas son o fueron parte de Gendarmería Nacional.

La novedad más importante se dio con la detención de los últimos dos detenidos, de los cuales uno de ellos es Richar Ariel Delgado, un ex gendarme y hermano de un gendarme detenido en mayo del año pasado con más de 300 kilos de cocaína en una camioneta, lo que dio origen a la investigación.

La detención de Richar Delgado se realizó el pasado 25 de febrero en Posadas, pero la investigación que inició Rebollo en su contra comenzó muchos años antes, cuando se lo detuvo en un control realizado en Villa Paranacito y se le secuestró el vehículo Mercedes Benz en el que transitaba y los 235 mil dólares que llevaba.

Para la acusación fiscal, Richar Delgado habría tenido una función clave en la organización, asignando roles para la “realización de operaciones que le procuraran brindar apariencia de licitud a ganancias ilícitas generadas en maniobras de narcocriminalidad”.

La investigación de Rebollo ha demostrado que realizó maniobras de comercialización de estupefacientes de forma directa a través de Telegram. Pero además se advirtió una situación de enriquecimiento patrimonial apreciable e injustificable a la luz de sus ingresos formales declarados como funcionario de gendarmería.

La investigación de toda la causa la lleva adelante el Área de Casos Complejos de la Unidad Fiscal Salta, a cargo del fiscal federal Ricardo Toranzos. Fue quien inició todo cuando el 19 de mayo del 2024 se detuvo a Diego Delgado (hermano de Richar), un cabo de Gendarmería que fue arrestado en la ruta provincia N°5, a la altura del kilómetro 170, en la localidad salteña de General Pizarro, en el departamento de Anta.

Delgado circulaba a gran velocidad al mando de una camioneta Volkswagen Amarok, rumbo a Buenos Aires. Pero cuando el cabo vio el control del Escuadrón 45, detuvo su marcha y bajó las ventanillas para que sus colegas vieran su uniforme de gendarme y un bolso, con la intención de relajar la atención de sus camaradas. Pese a ello, los gendarmes revisaron el vehículo y descubrieron en la caja del rodado, unos paquetes de cartón, de los que sobresalían varios ladrillos de droga.

“A partir de este procedimiento, y el secuestro del teléfono del gendarme, se inició una investigación que dejó al descubierto un complejo entramado de maniobras ilícitas”, explicó el fiscal.

“Los Peluches”

Además de identificar a los acusados, la información extraída de los teléfonos secuestrados, permitió descubrir que los imputados habían creado un grupo de WhatsApp llamado “Los Peluches”, a través del cual, se sospecha que interactuaban sobre detalles de las actividades ilícitas que llevaban adelante.

Allí se hallaron audios en los que, al estilo de tutoriales, uno de los imputados, enseñaba como “embutir” la droga en los vehículos. Incluso, en uno de ellos, sugirió como algo novedoso utilizar la parte del respaldar de los asientos para ocultar los paquetes de droga.

También se impartían instrucciones respecto a cómo actuar ante los controles de Gendarmería, pues explicaban los protocolos internos impartidos al personal de esa fuerza, con lo cual ponían a los implicados en una posición ventajosa.