Una red de padres impulsa un acuerdo colectivo para retrasar la entrega del primer teléfono y el uso de redes sociales, ante la preocupación por los efectos de la exposición digital temprana en la salud mental.
Redacción EL ARGENTINO
Un grupo de padres mendocinos lanzó el llamado Pacto Parental, una iniciativa que propone no entregar celulares a niñas y niños antes de los 13 años y restringir el acceso a redes sociales hasta los 16. El impulso surgió de reuniones informales entre familias que detectaron cambios de comportamiento vinculados al uso de la tecnología y decidieron organizar una respuesta común para aliviar la presión social que atraviesa a las infancias.
El movimiento tomó fuerza después de la lectura compartida de La generación ansiosa, del psicólogo Jonathan Haidt, cuyo planteo sobre los efectos de la dopamina y la sobreexposición digital llevó a consensuar dos límites centrales: sin celular antes de los 13 y sin redes sociales antes de los 16. “Si no es un acuerdo colectivo, no funciona”, señaló uno de los creadores, Ignacio Castro, al destacar que las decisiones individuales suelen fracasar cuando el entorno sostiene dinámicas opuestas.
El pacto nació en una reunión con veinte padres de sexto grado y creció de manera viral: pronto se sumaron cientos de familias y la experiencia se expandió hacia Córdoba, Buenos Aires y otras provincias a través de la web pactoparental.org. La propuesta incluye estrategias para resolver situaciones cotidianas —como el uso de billeteras digitales o la comunicación con la escuela— e incluso contempla teléfonos básicos que permiten solo llamadas y mensajes.
Las familias destacan que la transición no siempre es fácil: retirar el celular genera resistencia en los primeros días, pero luego surgen nuevos espacios de juego, lectura y actividades con pares. También señalan que el cambio exige revisar hábitos adultos, desde el uso del teléfono en casa hasta el tiempo de pantalla, que los pediatras recomiendan mantener por debajo de las tres horas.
El Pacto Parental llegó a las escuelas, donde directivos subrayan que la medida no afecta el aprendizaje, ya que no impide el uso de computadoras. En paralelo, sus impulsores observan el avance de legislación similar en otros países, como Australia, que debate prohibir el acceso a redes antes de los 16.
Con una rápida expansión nacional, la iniciativa plantea un interrogante central sobre la crianza en tiempos hiperconectados: cómo equilibrar tecnología, autonomía y cuidado para garantizar entornos más saludables para las infancias.