El empresario acusado de lavado y narcotráfico rompió el silencio en una entrevista radial y dijo haber enviado un mensaje al asesor presidencial Santiago Caputo.
Redacción EL ARGENTINO
A horas de su extradición a Estados Unidos, el empresario Federico “Fred” Machado lanzó una frase que sacudió el tablero político: “Si hablo, se cae el país”. Desde su casa de Viedma, donde cumplía arresto domiciliario, el financista —acusado de lavado de activos y vínculos con el narcotráfico— brindó una extensa entrevista radial en la que aseguró haber hecho llegar esa advertencia al asesor presidencial Santiago Caputo, quien, según su relato, respondió con un escueto “mensaje recibido”.
El intercambio habría ocurrido el domingo posterior a la difusión del video del diputado José Luis Espert en la pileta de su casa, episodio que, según Machado, precipitó su caída en desgracia. “Espert no tendría que haberme negado. ¿Por qué me negó?”, se preguntó, recordando que lo financió en la campaña de 2019 y que, en 2021, lo había alertado sobre presuntas maniobras en su contra.
El empresario relató que hasta ese momento confiaba en contar con respaldo político para frenar su extradición, pero que la filtración del video “cambió todo”. Afirmó que la decisión de la Corte Suprema que habilitó su entrega a la justicia estadounidense —prevista para el 5 de noviembre— marcó el final de una protección que, según él, provenía del entorno presidencial.
En la entrevista, Machado vinculó su nombre con una red de financiamiento político y empresarial que, según su versión, abarcó a distintos sectores: desde José Luis Espert hasta Patricia Bullrich, pasando por empresarios del grupo Bada Vázquez (Lácteos Vidal) y funcionarios provinciales, como el gobernador rionegrino Alberto Weretilneck. A este último lo acusó de “falsear información” sobre sus contactos y de avalar permisos mineros a nombre de su supuesto testaferro, Claudio Cicarelli.
La periodista que lo entrevistó describió una escena de tensa calma: Machado, rodeado por sus perros y comiendo yogur con granola, sabía que su detención definitiva era inminente. “No me dejes solo”, alcanzó a decir antes del arribo del operativo policial que lo trasladó para iniciar el proceso de extradición.
Machado aseguró que el Gobierno nacional “le soltó la mano” y que fue su abogado, Francisco Oneto —de vínculos públicos con Javier Milei—, quien le comunicó la decisión judicial final.
Instalado nuevamente en el país desde 2016, Machado se movió en el rubro aeronáutico y mantuvo negocios con firmas como AVIAN, Lácteos Vidal y Grupo Frávega. Reclamado por la justicia de Estados Unidos por lavado de dinero y narcotráfico, enfrenta uno de los procesos de extradición más resonantes de los últimos años, con ramificaciones que, según él mismo advierte, “podrían sacudir los cimientos del poder político argentino”.