La vida no es la que uno vivió, sino la huella que dejó. Por esto, el recuerdo es un poco de eternidad. No elijo ser río que corre, ni nube que pasa. Elijo ser mar eterno, cielo que perdura. Ese es el fragmento que nos hace recordarla. Es una simple y complicada manera de transcurrir, de existir.
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Andar la vida siendo fiel a la autenticidad de nuestra alma, de nuestro ser. Inquebrantable hasta el fin, eso es vivir. Máxima entregó cada lección aprendida a aquel que quisiera utilizarla, sin egoísmos. Enseñando a hacer un buen uso de la vida. Con toda la humanidad que se percibía en su mirada cálida, ella educaba. Educaba desde la palabra y desde el ejemplo, y de ese modo su recuerdo se inmortalizó en sus alumnos, en las personas que día a día estábamos con ella, en la cultura de su pueblo. Docente y directora de escuela, y más aún de la vida, sus lecciones perduran. Sed de saber, de enriquecer su intelecto. Lectora asidua. Participante activa en la cultura de Gualeguaychú, dejó sus huellas en importantes instituciones. El mar se llevó consigo muchos recuerdos, pero los más profundos quedaron impregnados en los que aún la sentimos acá, cerca. Entre nosotros, en lo más íntimo de nuestros corazones, donde quedará grabada por siempre como nuestra querida, adorada y única “Mafi”. Tu familia del corazón.