
Cuando se pregunta "¿Qué es el amor?", todos más o menos lo sabemos, pero como está asociado a emociones, nos resulta difícil describirlo. Por eso, comparto la idea del filósofo Pascal al decir: "El corazón tiene razones que la propia razón no entiende".

Por Lic. Francisco Roych
Al tener el desafío de definir el amor, suscribo a la letra del cantante Fito Páez, cuando dice: "Todo lo que diga está de más, las luces siempre encienden en el alma". Páez, de forma poética, nos dice de lo insuficiente del lenguaje para describir lo que se siente, que las palabras sobran cuando alguien está enamorado.
Más que la pregunta sobre qué es el amor, debemos preguntarnos qué del amor nos inquieta, nos desvela, nos transforma. Ya que éste no se trata de un mero accesorio decorativo, sino algo que atraviesa nuestras vidas y muchas veces, nos define. En principio, cabe destacar que hay distintas formas de amor, pero en alusión a la fecha de San Valentín, nos detendremos en el amor Eros, que es el amor romántico.
Parece ser, que hoy está un tanto vigente la idea de mostrar desinterés en quien estamos interesados. Aunque paradójico, en esto subyace una idea, que es: "La otra parte se va a interesar en mí cuando no me ofrezco por entero", o también "El vincularse hace mal, porque tarde o temprano se sale herido", entre otros temores que se esconden, como miedo al rechazo, “al fracaso”, a la responsabilidad, entre otras.
Un mal necesario
Para entrar de lleno, traemos a Freud con la famosa frase que le han atribuido: "Quien ama sufre, quien no ama enferma". En este sentido, Sigmund caracteriza al amor como un mal necesario, para él, en la medida que gana Eros, como dios del amor, pierde Tanatos, como pulsión y dios de la muerte, ambos en una especie de subibaja. En este sentido, el amor le juega pulseadas a la muerte. A su vez, Sigmund, en su texto "El malestar en la cultura" (Freud, 1930), advierte que pocas veces se ve alguien tan infeliz como cuando la otra persona le es infiel o la pierde, por lo tanto, nos advierte de las desventuras de éste, y que si bien es un camino que nos puede acercar a la felicidad, no debe ser el único lugar de donde aferrarnos, porque si este fracasa, vamos a necesitar otros sostenes, que bien pueden ser nuestras amistades, hijos, trabajo, o lo que fuere.
Por su parte, el filósofo Erich Fromm, en su texto "El arte de amar" (Fromm, 1956), plantea que no hay recetas ni fórmulas, y se debe trabajar en el amor como un artista lo hace con su obra. Uno no ve a un pintor pintando a desgano, en contra de su voluntad; por el contrario, lo hace con pasión y dedicación, así como compone una obra un músico o interpreta quien baila o actúa. Viene al caso, mencionar que el arte es una forma privilegiada para canalizar (sublimar) toda esa energía llamada amor, que poseemos y que la mayoría de veces ella nos posee. El arte es una muy buena alternativa siempre, pero más aún, ante la pérdida del objeto amado.
¿Qué es y qué no es amor?
Ya llegado a este punto, parece fundamental empezar a definir, al menos, qué no es el amor, para luego poder definir qué sí es. Por ejemplo:
- Si no es recíproco, no hay amor posible.
- Si se basa en la premisa del mercado, "yo te doy esto pero a cambio recibo esto otro", eso no es amor, eso es un negocio.
-El amor no es idealización ni egoísmo.
-No es miedo a la soledad ni un modo de huir de ella.
-No es ni debe ser incondicional; siempre debe tener condiciones y reglas, de lo contrario se corre el riesgo de atropellos y manipulación utilizando el amor como pretexto.
Pero para definir qué es el amor, podemos recurrir a la idea que plantea el filósofo Theodor Adorno: "El amor sería el poder que se otorga al otro sin que éste lo utilice para dominar" (Adorno, 1951). En este caso, para éste pensador, el otro no es un medio, sino un fin en sí mismo, coincidiendo con la moral kantiana. En esta frase está la cuestión: porque uno ama en la medida en que, aún sabiendo que el amante está vulnerable, no usa esto para dañarlo. En un punto, amar es replegar nuestro narcisismo para darle lugar a ese otro, aceptándolo aún con defectos, aunque no todo defecto es aceptable.
Hay amores que matan y cariños que duelen
Por otra parte, y en la misma línea, entraremos en cuestiones que requieren consideración si se requiere acompañamiento de un profesional de la psicología, ya que, en nombre del amor, se comente mucho daño.
Por ejemplo, hacer todo por el otro abandonando a nosotros mismos, esto puede esconder una extrema necesidad de aprobación, que se da cuando nos vaciamos de nosotros mismos por una entrega total y plena al otro. Y luego, justamente quedamos vacíos, se trata de una entrega extrema que nos hace perdernos, y el amor sería un lugar donde también nos encontremos a nosotros mismos en nuestra mayor versión. En este punto, cabe destacar la frase de Gustavo Cerati: "Te doy todo, siempre guardo algo".
A su vez, y en contracara, nos encontramos con el perfil narcisista. Se trata de quien es incapaz de amar más que a sí mismo, incapaz de entregarse, de cuidar al otro, y éste es un problema serio y peligroso, porque el narcisista hace todo lo contrario a lo que planteamos del filósofo Adorno. El conocido clínicamente como trastorno antisocial, sabe que tiene un poder sobre vos y lo usa en tú contra, llegando hasta límites inimaginados. Aquí ya estamos cuestionando el dicho: “El amor es incondicional”, como solemos romantizar esta frase, más bien, debe estar fundado en límites necesarios para un vínculo sano.
Cabe recordar que el amor es un imperativo divino, la Biblia dice: “Amarás a tú prójimo como a tí mismo”, la cuestión, es que parece necesario el obligarnos a amarnos y amar para poder convivir en sociedad. Por eso, aunque parezca irrisorio, las escrituras no ponen como mandamiento “Beberán agua”, porque el imperativo se crea en la medida que se requiere ordenar algo, establecer reglas y acuerdos sobre el cuidado, respeto y aceptación de uno con los otros, y éste es otro punto fundamental para saber qué es el amor.
La pareja real vs. la pareja ideal
También es importante destacar que cuando hablamos de amor, siempre nos encontramos con una gran parte de idealización. Es decir, ponemos a la otra persona en un nivel de exigencia sobre lo que suponemos que es y/o debe ser. El problema aquí es que la persona real siempre termina perdiendo ante ese ideal que sólo está basado en nuestras necesidades, deseos, intereses y expectativas que no coinciden necesariamente con el otro, ni deben coincidir, si no nos estamos expropiando de la subjetividad del otro y lo estamos alienando. Aquí se aplica el famoso: “Déjame ser”, obviamente y nuevamente, ser y hacer, dentro de límites, es decir, siempre y cuando no hagamos daño a otro. En definitiva, lo importante no es tanto -estar con el otro- sino -ser con el otro-, es ésta la cuestión.
Miedo al amor
Si bien amar, muchas veces conlleva miedos, es necesario, aún así, abrirse al otro, porque incluso hasta el más ermitaño de los humanos le es imposible alejarse de los males que ya la misma biología lo predispone. Por lo tanto aislarse, no es una solución a éste temor. Quien no se enamora por miedo a fracasar es como no querer vivir por miedo a morir.
En relación al miedo al “fracaso”, podemos decir que esto nos conduce erróneamente a pensar que cuando se termina un vínculo hemos perdido el tiempo, pero aquí se está valorando un trayecto por su final, se están olvidando, por el sesgo de resultado, de lo bien que la han pasado, de lo que se han acompañado, en definitiva; de lo mucho que han aprendido.
En este punto, nuevamente es necesario citar a Pascal, quien planteaba que el amor debe tener algo de fe. Blaise pensaba que el acto de fe es un salto hacia el vacío, un fondo que no vemos, confiando en que hay una red que nos sustenta y evite el impacto. Por eso, el amor requiere un poco de darse con alguien y confiar en que todo va a estar bien, un arrojarse y abrirse a lo incierto y fluctuante del mundo de las emociones, aunque teniendo la certeza de que las cosas van a marchar bien. Porque ¿Quién emprende algo que piensa que es una causa perdida?
Un nuevo lenguaje para un nuevo sentido
Los más jóvenes, ahora hablan de un término importante: el de la responsabilidad afectiva. Se utilizan estas palabras y otras para visibilizar cosas que hace unos años, al no tener nombre específico, era difícil de ver y tomar registro. Otro ejemplo puede ser el rechazo a la violencia pasivo-agresiva. Esperemos que su visibilidad y toma de conciencia nos conduzcan a construir lazos más sanos con el otro.
El amor perfecto
Amar también se trata de no exigirle al amor que sea de hierro cuando somos de carne y hueso. ¿No le estamos exigiendo demasiado al amor? Hay que evitar ir detrás de la idealización del amor perfecto, la cual no existe porque no puede surgir algo perfecto de seres imperfectos. No se trata necesariamente de coincidir en todo con el otro, sino de construir juntos metas y pequeños (o grandes) proyectos. Incluso, queda en claro que amar implica, en muchos casos, dejar ir. Como decía la canción de Bumbury: “Quiero que seas feliz aunque no sea conmigo”. Esta frase condensa una de las mayores demostraciones de amor romántico genuino, aunque a uno jamás le convenza del todo, porque ¿a quién se le hace tan fácil dejar ir al otro a costa de nuestra desdicha?
Aprender, desaprender y reaprender para amar
Solemos amar como nos han enseñado. Por lo tanto, a veces, para amar sanamente, hay que saber desaprender y reaprender. Para explicar esto, vamos a readaptar una frase de Sartre: “El hombre es lo que hace con el amor que le brindaron o le negaron”. Lo importante de la frase es poner acento en lo que uno hace con eso que nos hicieron: o nos quedamos reproduciendo formas de amar insanas y perjudiciales, o analizamos y construimos formas más vitales de hacerlo. Por ello, el texto termina siendo una invitación a realizar acciones que nos permitan amores más reales, menos exigentes y más sanos. ¿Tarea sencilla? Claro que no, pero merece la alegría intentarlo.
Son todos iguales
Antes, las abuelas decían: “Con un botón hace falta para muestra”, refiriéndose a que si les había ido mal con alguien, no deberían volver a intentarlo. En cambio, hoy la psicología muestra por qué nos enamoramos de lo que no nos hace bien, cuando seguramente tenemos más de una posibilidad. Es ahí donde radica el arduo trabajo del terapeuta, que te hace dar cuenta de por qué todos tus ex se parecen más de lo que crees, porque hay una compulsión de repetir algo que hace daño. Aunque ese algo sea racionalmente desagradable, emocionalmente es lo que atrae. Cabe aclarar que no todos tenemos compulsión de repetición ni amamos de forma patológica, pero sin duda, existen muchas formas nocivas de vincularse. Es que somos seres emocionales que razonamos, de ahí que Descartes se equivocó al poner en el centro la razón, no es casualidad que en la Grecia antigua se pensara que pensábamos con el corazón.
¡Feliz San Valentín!
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