
El Papa Francisco saluda a los peregrinos al final de su audiencia general semanal en la plaza de Saint-Peters en el Vaticano.

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Donde advirtió que “las divisiones y la envidia destrozan a la Iglesia y son los orígenes de guerras. Esto sigue ocurriendo en nuestros días y en muchas comunidades cristianas, parroquias e incluso barrios donde hay "incomprensión y marginación, y de esta manera en vez de edificar y hacer crecer a la Iglesia como cuerpo de Dios la destrozan en muchas partes".
“Porque los celos crecen en el corazón y un corazón celoso es un corazón ácido, que en vez de sangre lleva vinagre", improvisó Francisco.
Cuando saludó a los peregrinos de lengua española, Francisco señaló que "el auténtico amor, que crea comunión, no presume ni se engríe, no lleva cuentas del mal recibido y goza haciendo el bien, no tiene envidia, sino que considera a los demás mejor que a sí mismo, sufre con los últimos y necesitados, y valora y reconoce a quienes hacen los servicios más humildes y escondidos".
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