
En una ceremonia en la plaza de San Pedro ante 150.000 personas y 156 delegaciones de todo el mundo, recibió los símbolos pontificios; hizo también un llamado a la unidad.

Redacción EL ARGENTINO
Ante 156 delegaciones de todo el mundo, líderes de diversas religiones, cabezas coronadas entre las cuales se encontraba la reina Máxima de Holanda, el Papa León XIV asumió este domingo oficialmente su ministerio petrino con un urgente llamado a la unidad y al amor. No sólo en la Iglesia católica, sino en un mundo en llamas.
Dejó claro, además, que su función, como líder de los 1400 millones de católicos del mundo, es la “apacentar el rebaño sin ceder nunca a la tentación de ser un líder solitario o un jefe que está por encima de los demás, haciéndose dueño de las personas que le han sido confiadas; por el contrario, a él se le pide servir a la fe de sus hermanos, caminando junto con ellos”.

“Hermanos y hermanas, quisiera que este fuera nuestro primer gran deseo: una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado”, dijo el primer Papa estadounidense, pero también peruano, en la homilía que pronunció después de haber recibido, en un rito solemne, los símbolos pontificios: el palio -la estola de lana de cordero símbolo del pastor de los pastores- y el anillo del pescador.
“En nuestro tiempo, vemos aún demasiada discordia, demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, el miedo a lo diferente, por un paradigma económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres”, denunció ante 150.000 personas León XIV, papa nacido hace 69 años en Chicago, Estados Unidos, pero que pasó más de 20 años en Perú, como misionero agustino primero y luego, como obispo de Chiclayo.
El pontífice citó la encíclica Rerum Novarum de su predecesor homónimo, que puso las bases de la moderna doctrina social de la Iglesia. “Con la luz y la fuerza del Espíritu Santo, construyamos una Iglesia fundada en el amor de Dios y signo de unidad, una Iglesia misionera, que abre los brazos al mundo, que anuncia la Palabra, que se deja cuestionar por la historia, y que se convierte en fermento de concordia para la humanidad. Juntos, como un solo pueblo, todos como hermanos, caminemos hacia Dios y amémonos los unos a los otros”.
Los ritos
León XIV antes de la ceremonia de inicio de pontificado tuvo su primer gran baño de masas con su primera salida en papamóvil, que duró más de veinte minutos. Se vieron banderas de todo el mundo, aunque, muchas rojas y blancas, del Perú.
De acuerdo al rito solemne de inicio del ministerio petrino, después, acompañado por una procesión de cardenales, León XIV bajó a la tumba de San Pedro, en la Basílica vaticana, donde se detuvo en oración y donde se encontraban el palio y el anillo del pescador.
Luego volvió a subir y 200 cardenales lo escoltaron hasta la plaza. Allí, ante los poderosos de todo el mundo, en el curso de la celebración eucarística y después de la proclamación del Evangelio, tuvieron lugar los ritos específicos del inicio de pontificado: la imposición del palio de parte del cardenal protodiácono italiano, Mario Zenari, nuncio en Siria; la entrega del anillo del pescador de parte del cardenal filipino Luis Antonio Tagle (entonces Robert Francis Prevost se miró ese anillo); y la obediencia prestada al Santo Padre de parte de tres cardenales, en nombre de todos los demás. León XIV no ocultó entonces su emoción. Y hubo un estallido de aplausos en la Plaza al que el flamante Papa respondió sonriendo, agradecido.
En una misa en latín concelebrada por 200 cardenales y 750 obispos y sacerdotes, en su homilía, al margen de agradecer a todos los que llegaron a Roma para el inicio de su ministerio petrino, León XIV al principio mencionó a Francisco. Y a los momentos vividos desde su muerte, el 21 de abril pasado.

León XIV habló después del rápido cónclave que lo eligió el 8 de mayo pasado. “Con este espíritu de fe, el Colegio de los cardenales se reunió para el cónclave; llegando con historias personales y caminos diferentes, hemos puesto en las manos de Dios el deseo de elegir al nuevo sucesor de Pedro, el Obispo de Roma, un pastor capaz de custodiar el rico patrimonio de la fe cristiana y, al mismo tiempo, de mirar más allá, para saber afrontar los interrogantes, las inquietudes y los desafíos de hoy”, repasó. “Acompañados por sus oraciones, hemos experimentado la obra del Espíritu Santo, que ha sabido armonizar los distintos instrumentos musicales, haciendo vibrar las cuerdas de nuestro corazón en una única melodía”, precisó.
Sobre el final, y como ya hizo en los últimos días, citó a san Agustín: “Todos los que viven en concordia con los hermanos y aman a sus prójimos son los que componen la Iglesia”.
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