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Los gualeguaychenses tenemos un sentimiento particular con nuestro río y sus alrededores.
Por eso nos duele cuando alguna novedad da cuenta de algo que afecta el territorio que toca con sus aguas, como los robos en la isla de la Libertad, los que se denuncian en el Camino de la costa, las intervenciones no tan felices a la costanera, la que para muchos, siempre estuvo allí.
Casi podrían decir quienes crecieron con esta obra realizada en 1934 “a mí se me hace cuento...” parafraseando a Borges, porque no asistieron a la construcción de este paseo y contención del río.
Y justamente ahora, esa contención está presentando un estado preocupante en la zona del puerto, con el hundimiento de adoquines al parecer, a causa de las reiteradas crecientes del río.
Y si bien se sabe que la municipalidad ha demarcado estos puntos donde el piso ha cedido porque las aguas se llevaron lo que le daba sustento, por la época en la que estamos la cuestión se vuelve de imperiosa atención.
Es que falta muy poco para que circulen y se apuesten allí los micros que traen turistas como también, para la sucesión de espectáculos que se ofrecen en la zona del puerto.
Zona que ha dejado de ser segura, porque pocas certezas se pueden tener de que no ocurrirá algún siniestro.
Habrá que evaluar el estado de los pilotes que sustentan esta parte de la estructura y proceder a un trabajo integral.
Esto es lo que cualquier ciudadano puede considerar.
Pero si hiciera falta tiempo, entonces habrá que anular el paso por estos lugares bien identificados hasta tanto se proceda al trabajo requerido.
Y si faltare dinero, postergar alguna de las obras anunciadas, las que todavía son un esbozo sobre papel.
La costanera, en la zona del puerto, requiere de la actitud responsable de las autoridades comunales.
Es urgente y prioritario devolver la seguridad a la ciudadanía, la que comienza a enterarse de lo que ocurre al lado del río, donde al ceder el piso se toma dimensión del trabajo monumental que se hizo hace ochenta años.
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