Tras una reunión de tres horas en Anchorage, ambos líderes destacaron avances, aunque sin resultados verificables. La guerra en Ucrania sigue sin una salida clara y Zelensky quedó fuera de la conversación.
Redacción EL ARGENTINO
Con alfombra roja, aviones de combate y un eslogan esperanzador (“Buscando la paz”), Donald Trump recibió a Vladimir Putin en la Base Aérea Elmendorf. La cumbre, que prometía gestos de reconciliación, terminó sin acuerdos concretos ni respuestas claras. “Hubo muchos puntos en los que estuvimos de acuerdo”, dijo Trump, aunque reconoció que “no hay acuerdo hasta que haya un acuerdo”.
Ambos se retiraron sin responder preguntas, dejando una sensación de ambigüedad. Mientras tanto, en Ucrania, continúan las alertas por drones rusos, evidenciando que la ofensiva de Moscú no se detiene.
Avances vagos y sin definiciones sobre Ucrania
Trump calificó la reunión como “sumamente productiva”, aunque admitió que no se logró el punto más importante. La posibilidad de poner fin a la guerra en Ucrania sigue sin definirse. Antes del encuentro, Trump había prometido “levantarse e irse” si no le gustaba lo que escuchaba, pero terminó admitiendo que no sabía cómo se vería el éxito.
No hubo mención a una cumbre trilateral con Volodymyr Zelensky, a quien Trump dijo que llamaría “si lo considera apropiado”. La única reunión futura mencionada fue con Putin: “Nos veremos muy pronto”, dijo Trump. “La próxima vez en Moscú”, respondió Putin, excluyendo a Ucrania del diálogo.
Putin vuelve al escenario global
La sonrisa de Putin al asomarse por la ventana de la limusina presidencial reflejó su regreso a la diplomacia internacional. Tras años de aislamiento y una orden de arresto de la Corte Penal Internacional, el líder ruso fue recibido con honores por el presidente de EE.UU. La elección de Alaska como sede —fuera del alcance de la CPI— facilitó el encuentro.
Aunque sigue siendo un paria en Europa, el gesto de Trump debilita los intentos de aislamiento. La televisión estatal rusa calificó el saludo como un “apretón de manos histórico”. Incluso sin avances concretos, para Putin, la cumbre fue una victoria simbólica.
Asesores inesperados y un tramo a solas
Lo que se anunciaba como una reunión privada cambió a último momento: dos asesores se sumaron a cada líder. El secretario de Estado, Marco Rubio, y el enviado especial, Steve Witkoff, acompañaron a Trump, lo que podría aportar mayor claridad sobre lo discutido.
Sin embargo, hubo un momento exclusivo entre ambos: el breve trayecto en la limusina presidencial desde la pista hasta la sala de reuniones. Sin traductores ni asesores, el contenido de esa charla permanece reservado. Solo Trump y Putin saben lo que se dijo.