
Con la cantidad de bares y boliches que hay en calle Alem, las madrugadas del sábado y domingo de cada fin de semana se han vuelto una verdadera pesadilla para los frentistas del paseo público. Advierten sobre el excesivo consumo de alcohol en menores.

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Peleas entre jóvenes, chicos alcoholizados, basura, rotura de las plantas, canteros, bancos, autos, música alta y orina en los zaguanes son algunos de los problemas con los que se encuentra el vecindario cada mañana de fin de semana, cuando el barrio despierta, si es que pudo conciliar el sueño por la noche.
De lunes a viernes, la calle retoma la tranquilidad de un barrio acogedor para vivir, pero los fines de semana se desata el infierno que se prolonga de jueves a domingo en temporada alta.
En un principio no era esa la finalidad del rediseño de la calle Alem, en donde cada vecino tuvo que abonar su contribución por mejora mientras que algunos aún están terminando de pagar.
El paseo Alem tuvo la concepción de ser un lugar en donde se refleja la preservación arquitectónica de una arteria histórica de la ciudad que es utilizada como un canal aliviador de la Costanera. Además, con el tiempo se convirtió en un lugar de promoción comercial en el que se pudieran abrir comercios (artesanos y bares en especial) que apuntaran especialmente al turismo.
Los bares pronto prosperaron, pero como aclaró Jorge Lound, presidente de la Comisión Vecinal del barrio del Puerto, hay una ordenanza que regula la actividad de los boliches, ?y en el caso de calle Alem y 100 metros en las transversales, no se puede instalar ningún boliche de categoría A, a los que la gente venga a bailar?.
Sin embargo, la Comisión pronto comenzó a advertir que algunos bolicheros habilitaban su local como categoría B cuando en realidad sólo se permite colocar mesas pero sin pista de baile. Sin embargo, de alguna forma se las arreglan para que el bar también se convierta en una disco a cierta hora de la noche.
?Algunos pícaros que se ponen en calle Alem hacen los trámites de habilitación como categoría B, pero luego lo terminan convirtiendo en categoría A y es lo que no está pasando con un boliche que funciona en el barrio. De acuerdo a la ordenanza que rige a los boliches de categoría B, estos tienen que tener entre el 60 y el 70 por ciento del salón ocupado con mesas, y si a esto le agregamos los espacios de circulación, sólo nos va a quedar un lugar para ir a tomar algo. Pero algunos lo utilizan como boliches bailables. Esto nos termina produciendo un montón de problemas a los vecinos, pero el hecho más grave es que se le vende bebidas alcohólicas a los chicos?, explicó Lound.
Los vecinos acusan que la causa principal de la violencia a la salida de los boliches es el expendio ?descontrolado? de bebidas alcohólicas. Para intentar frenar este descontrol, quieren formar una ONG de padres para que recorra los boliches y controle el expendio de bebidas a menores.
# Testigo de un hecho lamentable
Hugo Benetti, secretario de la Comisión Directiva, fue testigo de un episodio que lo llenó de impotencia y angustia, al ver como adolescentes se agredían en la calle frente a su casa.
?El fin de semana pasado estaba en mi casa y veo a dos chicos entre 14 y 17 años de edad que iban caminando por la vereda cuando de pronto aparece uno por detrás, le pega a uno de los chicos que iba caminando, se cae y por poco no se partió la cabeza en el cantero. Después se agarraron a trompadas y nadie los separaba, hasta que justo cayó el patrullero y los pudo separar. Ahora, yo me pregunto, si el patrullero no hubiese aparecido ¿cómo hubiera terminado esa historia??, comentó Benetti.
?Los boliches hacen su negocio y después dejan librado al alzar lo que pasa en la calle?, remarcó Raúl Almeida otro de los vecinos afectados.
?Uno ve una cantidad de chicos menores de edad alcoholizados y es un descontrol total. Sobre todo en el verano. Y por ahí nos da bronca que esos boliches que fueron habilitados como clase B, se terminan transformando en otra clase y no hay nadie que por ahí los controle o los siga de cerca?, agregó Almeida.
Lound aclaró que en una oportunidad, un empresario de la noche local pidió que le habilitaran un boliche como categoría A en la calle Alem, pero la Comisión Vecinal se opuso terminantemente porque ya habían tenido experiencias desagradables y mandaron una nota al intendente Daniel Irigoyen con 400 firmas de gente del barrio que se oponía al emprendimiento.
?El intendente nos llamó a una reunión con el empresario y luego de nuestros planteos cambió la carátula de la habilitación del boliche y además se comprometió a que este emprendimiento no nos iba a causar ruidos. A nosotros no nos molesta que aquí se instalen bares o pizzerías. Al contrario, son personas que invierten para que el turista se sienta bien, pero si el turista viene a las 5 o 6 de la mañana y encuentra a chicos peleando, no va a venir más?, manifestó Lound.
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