En pocos días se cumplirá un nuevo aniversario del asesinato de Pedro Martin, en pleno centro de Gualeguaychú. Ocurrió en el marco del Campeonato Argentino Juvenil de Ajedrez que se desarrolló en la ciudad en 1974.
Por Carlos Riera
Era el evento destacado de ese año. Jóvenes promesas del ajedrez llegarían a Gualeguaychú desde distintos puntos del país para disputar un campeonato que al ganador lo posicionaría a nivel nacional. Pero no era casual que se eligiera a nuestra ciudad como sede: Gualeguaychú tenía su pollo, que con 10 años le jugaría de igual a igual a chicos que estaban en la puerta de la mayoría de edad.
Su nombre era Fernando Martínez del Sel. Había mucha expectativa y optimismo en cómo le iba a ir a esta joven promesa del ajedrez de Gualeguaychú en su primera gran presentación a nivel nacional. Había arrancado desde muy chico y tanto su padre Raúl Martínez del Sel, como su entrenador Pedro Martin, confiaban en que era el momento indicado para que “El Niño”, como se lo había apodado, tuviera sus primeros grandes roces.
Por aquel entonces, Gualeguaychú era una ciudad muy distinta a la que hoy se conoce. No existía el desfile de carnaval que posteriormente evolucionó en el Carnaval del País y las actividades sociales eran muy diferentes a las actuales. Casualmente, un día antes de este crimen, se constituyó la Corporación del Desarrollo de Gualeguaychú, que luego le iba a dar vida al Parque Industrial.
Una de las actividades que tomó mucho impulso en esos tiempos fue el ajedrez. Con la Segunda Guerra Mundial muchos grandes ajedrecistas de Europa se refugiaron en la Argentina y ello llevó a que en nuestro país creciera activamente todo lo relacionado con este juego. Incluso, tuvimos jugadores nacionalizados que representaron a nuestro país en la Olimpiadas de Ajedrez, que fueron subcampeones en tres olimpiadas, detrás de los grandes maestros que tuvo la desaparecida URSS.
Este marco histórico sirve para entender por qué había crecido tanto la actividad en Gualeguaychú. Y un factor determinante fue la llegada de Pedro Martin a la ciudad, que le dio un impulso tremendo con su entrenamiento en el club Neptunia. Propició la llegada de Oscar Panno para dar unas “simultáneas” en la ciudad, quien es considerado el más alto exponente del ajedrez argentino.
Pedro Martin era el referente del Ajedrez en Gualeguaychú por su alto nivel ajedrecístico y eso lo llevó a devolver a los chicos lo que había aprendido, y entre todos sus alumnos del club Neptunia, el más adelantado y fuerte era Fernando Martínez del Sel.
Temperamentales
“El Niño” estaba rodeado de dos personas que eran conocidas por tener fuertes caracteres. Tanto su padre, que en 1974 rondaba los 40 años, como Pedro Martin que tenía 47, eran conocidos por sus modismos y por no tener miedo a una confrontación. Incluso, se sabía que Martínez del Sel siempre andaba armado.
El vigésimo Campeonato Argentino Juvenil de Ajedrez se desarrolló del 6 al 16 de febrero en las instalaciones de la Cooperativa de Créditos (actual Cooperativa Eléctrica) y transmitido por LT 41. Ahí estaban puestas todas las expectativas por el “crédito” local, que con sólo 10 años le iba a batallar de igual a igual a otros adolescentes de la Argentina.
Pero las cosas para Fernando Martínez del Sel no fueron las esperadas, o por lo menos para su padre Raúl, porque “El Niño” perdió sus tres primeras partidas en los tres primeros días del certamen y esto enfureció al hombre. Lejos de entender que los resultados de Fernando podían estar dentro de la lógica, al caer con chicos más grandes, sentía que a su hijo lo habían humillado y que el responsable de esto era su entrenador, Pedro Martin.
Fue así que al cierre de la tercera noche se realizó una reunión en el Club Neptunia para hablar sobre el torneo. Esa reunión, en la que estaba Martínez del Sel padre y Martin, no terminó de buena forma. Los ánimos fueron subiendo con el mismo tenor que subían las recriminaciones de Martínez del Sel hacia el entrenador de su hijo, pero como Pedro Martin estaba lejos de amedrentarse, todo explotó.
En medio de ese cruce de recriminaciones, Pedro Martin le arrojó a Martínez del Sel una botella de gaseosa de vidrio, que por fortuna no alcanzó a impactarlo, pero fue el detalle que Martínez del Sel necesitaba para sacar a relucir su arma de fuego. No estaban solos y por eso la desgracia no ocurrió esa noche del 8 de febrero.
Las personas que los acompañaban, al advertir el arma de fuego, inmediatamente intervinieron y neutralizaron la situación. Incluso dos de ellas subieron a Martínez del Sel a un auto y lo tranquilizaron dando vueltas por la ciudad hasta que lo dejaron en la madrugada en su casa de calle Urquiza, casi Nayra. Parecía que todo iba a quedar en la calentura de una noche, pero no fue así.
Martínez del Sel dejó tranquilos a quienes trataron de calmarlo, pero adentro suyo ya sabía lo que iba a hacer. Su crimen no fue un arrebato. Fue premeditado. Hacia el mediodía del 9 de febrero de 1974, se subió a su Renault 4L y llevó consigo su revólver calibre 32. Se dirigió hacia la sedería Bari, que era propiedad de Pedro Martin, que estaba ubicada en plena calle 25 de Mayo, y comenzó a girar esperando el momento oportuno.
Luego de dar varias vueltas, en una de ellos lo vio. Frenó su auto sobre la calle y desde el interior le hizo señas para que se acercara. Cuando Pedro Martin se posó sobre la entrada del negocio, Martínez del Sel le descerrajó dos disparos. Uno pegó en el marco de madera de la puerta del comercio, mientras que el otro le da en el tórax.
La víctima se desplomó en el piso, mientras que su victimario arrancó su auto y se dio a la fuga. Todo había sucedido a plena luz del mediodía, en el centro de la ciudad; testigos había de sobra, y más teniendo en cuenta el altercado que habían protagonizado horas antes en el club Neptunia. Del Sel escapó con alguna aspiración a quedar impune por el crimen, pero atinó a pedir el consejo de un abogado que le dijo que se entregara inmediatamente. Le hizo caso y se presentó en Jefatura de Policía.
Las crónicas de la época
Se trataba de gente conocida, que vivía en pleno centro de Gualeguaychú, por lo cual se puede suponer que las presiones al periodismo eran más que lo normal, para que se conozca poco sobre un hecho de sangre que en la calle era el tema de conversación.
Las informaciones eran escasas a pesar de la dimensión del hecho en una Gualeguaychú por demás tranquila. “De un balazo fue muerto ayer un conocido vecino”, tituló EL ARGENTINO el 10 de febrero de 1974. “La víctima es el maestro de ajedrez don Pedro Martin. Su autor se encuentra detenido en la Jefatura Departamental”, se agregó en la bajada.
“Ayer alrededor del mediodía la ciudad fue conmovida por la noticia de un grave hecho de sangre del cual ha sido víctima el vecino el señor Pedro Martin, propietario de Sedería Bari y de destacada actuación en los círculos de ajedrez, cuya asociación actualmente presidía”, se informaba a la sociedad por aquellos años.
En la cronología de los hechos no hay ambigüedades. Había un autor, estaba identificado y se informaba que estaba preso. Había confesado el crimen. Respecto a la víctima, luego de ser baleado, fue llevado al (ex) Sanatorio Cometra, “donde los médicos encontraron que el proyectil había penetrado por el intercostal derecho, perforando la columna vertebral e ingresándole al pulmón. Antes de que pudiera ser sometido a una intervención quirúrgica, a fin de extraer la bala, una hemorragia interna provocó el deceso del señor Martin, haciendo inútiles todos los esfuerzos para contrarrestarla, dada la extrema gravedad de la herida”.
Tras esta breve noticia, no hay más informaciones sobre el caso y toda la acción judicial que vino más tarde. Pasaron casi 51 años y recabar información sobre la causa judicial se hace muy difícil porque desde el propio Poder Judicial se han realizado expurgos de expedientes para alivianar de papeles los edificios tribunalicios y es factible que -por tener condena firme y por el paso del tiempo - esta causa haya tenido este final.
Respecto a la condena, Raúl Martínez del Sel fue imputado por homicidio simple, que lleva una pena actual de 8 a 25 años de cárcel, pero en su caso habría recibido 12 años de prisión de los cuales habría alcanzado a cumplir de forma efectiva solo 8, pero fue beneficiado con salidas transitorias al año de caer preso.
Las repercusiones
En el libro “Panno Magistral”, Enrique Arguiñariz se refirió al Campeonato Argentino Juvenil de Ajedrez que se desarrolló en Gualeguaychú en 1974 y del incidente que de alguna forma manchó lo ocurrido en ese certamen. Incluso se refirió al temperamento que tenía Pedro Martin.
“Ocurrió que en la doceava ronda, un altercado entre el árbitro del campeonato y el temperamental ajedrecista Pedro Martin, terminó con un certero trompadón de este último que dejó tendido en el piso al primero. El hecho se complicó a raíz de opiniones encontradas de los jugadores y las autoridades de la F.A.D.A. de entonces. Los primeros tomaron partido por el jugador, y exigieron que se aparte de la competencia al árbitro de la disputa, mientras que la dirigencia se negó a hacerlo. El conflicto llegó a un nivel tal, que finalmente las autoridades optaron por anular la prueba”, escribió Arguiñariz sobre otro episodio que protagonizó la víctima.
“El fuerte temperamento que caracterizaba a Pedro Martin, determinó su final en otro hecho de violencia en ajedrez, esta vez trágico. Martín se estaba desempeñando como docente, árbitro y dirigente de ajedrez en la ciudad donde vivía, Gualeguaychú. En aquel año se disputó el campeonato juvenil argentino en su ciudad, y el maestro cumplió destacadas funciones en la organización del certamen. A raíz de una cuestión que perjudicaba de alguna manera a uno de sus alumnos, se generó una violenta discusión con el padre del joven. Como este señor también era un tipo de reacciones intempestivas, todo desembocó, tal lo ocurrido veinte años antes, en escenas de pugilato. Los contendientes fueron separados, y parecía que la cuestión no pasaría a mayores, cuando al otro día, 9 de febrero de 1974, en el mismo momento en que Martin salía de su domicilio, alguien le efectuó dos disparos, que terminaron con su vida. Se identificó al agresor, que no era otro que el hombre con el que se había peleado el día anterior, quien fue detenido, juzgado y condenado”, se agrega en el libro sobre la vida y ajedrez de un gran maestro.