
El ex tupamaro José “Pepe” Mujica, que ganó ayer en la segunda vuelta la elección presidencial de Uruguay, proclamó ante sus seguidores que tras los comicios no hay “ni vencidos ni vencedores” y se mostró conciliador en su discurso con los partidos opositores.
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Por su parte, el ex presidente Luis Lacalle reconoció su derrota ante Mujica, “quien regirá los destinos del país desde el 1° de marzo de 2010”, según dijo en un discurso ante sus simpatizantes.
Lacalle destacó que el actual presidente Tabaré Vázquez lo llamó para saludarlo y precisó que “más allá de las discrepancias que tenemos” el mandatario “ha robustecido el concepto de democracia y país, como lo hará el senador José Mujica, quien regirá los destinos desde el 1° de marzo de 2010”.
“Digo, sostengo y proclamo a todos los que nos quieran oír y en nombre del millón de personas que nos ha votado, que seremos soldados de la libertad, custodios de las instituciones y defensores de las leyes”, afirmó Lacalle.
Mujica, quien ayer se consagró presidente electo, llegó a una instancia político institucional que era inimaginable hace cuatro décadas, cuando vivía en la clandestinidad y apenas sobrevivía a un duro cautiverio de 14 años.
Mujica, de 74 años, fue uno de los motores de la inserción política de los rebeldes tupamaros en el sistema político uruguayo luego de la dictadura (1973-1985). También los llevó a la coalición de izquierda Frente Amplio en 1989.
Fue el primer ex guerrillero en ingresar a la Cámara de Diputados en 1995, y tras los comicios de 1999, llegó al senado junto con el también ex líder tupamaro Eleuterio Fernández Huidobro.
En la elección de 2004, en las que la izquierda llegó por primera vez al gobierno del país de la mano de Tabaré Vázquez, Mujica -como primer senador de la lista más votada- debió abrir la legislatura y tomar juramento a sus pares, entre ellos el ex presidente colorado Julio Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000), a quien aplaudió con fervor tras investirlo.
Casado con la senadora y también ex tupamara Lucía Topolansky, Mujica estuvo en la clandestinidad desde 1969, cayó preso en 1970 y participó en la masiva fuga de la cárcel de Punta Carretas en setiembre de 1971, cuando escaparon 111 presos, en su mayoría tupamaros.
Fue detenido nuevamente en 1972, cuando el aparato militar del MLN-T fue derrotado por las Fuerzas Conjuntas (militares y policías).
Permaneció preso como uno de los “rehenes” de la dictadura, sometidos a un trato particularmente inhumano en pozos de distintos cuarteles militares, hasta su liberación en 1985, en el marco de una amnistía firmada por Sanguinetti al asumir el gobierno que restauró la democracia.
Durante la campaña electoral ofreció a la oposición acordar sobre ciertos temas clave -educación, seguridad, energía y cambio climático- e incluso integrarlos en el gabinete si lograban entendimientos.
“El tener unos votos más no significa que seamos dueños de la sociedad ni mucho menos que nuestra verdad sea inmaculada”, dijo Mujica ayer.
“Si podemos construir con la oposición algunos puentes de acuerdo para llevarlos adelante y transformarlo en decisiones nacionales y no partidarias, mucho mejor”, agregó este veterano a quien los uruguayos acaban de dar una revancha.
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