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Por Silvina Esnaola
Ha convertido la sala de Sinergia teatral en un espacio de arte de la calle Alem que se disfruta, nos contaron. Y también, que gestiona sin parar, todo con un perfil bajísimo.
Hasta hoy.
-¿Cómo llegaste al teatro?, preguntamos a Valeria Bassini y la escuchamos contar “estudiaba abogacía en la sede de la UNLZ en Zárate, pensando en recibirme y ejercer. Cuando terminé el bachillerato (en Letras) y siendo de clase media aspiracional, pensamos que tenía que estudiar una carrera universitaria. En ese momento no conocía el teatro, no tuve educación artística, porque nací sietemesina...”
-¿Y qué tiene que ver eso?
Sonriendo, completó la idea explicando “al nacer, no llegué a pesar un kilo, en una época en que dijera mamá, estar viva fue un milagro, porque tengo más de cuarenta años. Por esta razón, el médico le dijo que yo tenía que hacer deporte para desarrollarme. Entonces toda la vida me mandaron a hacer esto y por eso no tuve una estimulación artística en casa ni en el colegio”.
“Como me interesaban las Ciencias políticas -continuó- y lo más cercano que tenía era Derecho, me anoté y comencé. Los primeros años me encantó, porque se ve toda la parte utópica del Derecho. Estando en tercer año, me llamó la atención un afiche en la calle que anunciaba clases de teatro y quise probar. Sin saber nada, pero siendo muy curiosa, me anoté en un taller que daba Silvia Camiolo”.
“Después de la primera clase sentía que había hecho todo mal, pero volví. Hubo algo que hizo que volviera...”
“Al descubrir que me gustaba el teatro, porque a los talleres le sumaba ver las obras del grupo Cordón Cuneta (antes probó en Tablas), en simultáneo comenzaron las materias específicas de abogacía y empecé a darme cuenta que no era lo que yo quería. A la par, trabajaba en un estudio jurídico y la realidad era muy diferente de lo utópico que yo creía que era, por esa cosa de querer cambiar el mundo que en algún momento todos tenemos...”
Sin esperar a que preguntáramos, siguió “Descubrir el teatro hizo que dejara la Facultad faltándome siete materias para recibirme. No me lo perdonaron nunca, pero me sentaba a estudiar y lloraba, porque para colmo las materias eran las comerciales, las duras...”
- Y en Sinergia, ¿desde cuándo estás?
“Cuando se conformó el grupo Sinergia teatral hace diez años, empecé como asistente de mis compañeros y cuando tuvimos sala, comenzó a darse en mí naturalmente el rol de gestora cultural, sin darme cuenta que lo estaba haciendo y con la misma intensidad que la actuación. Además, como grupo independiente, todos hacemos todo. Hoy, la sala tiene una programación conciente, acorde a lo que queremos contar como espacio,
y ha crecido mucho en cuanto a la cantidad de alumnos, producciones y otros grupos de teatro que participan en el espacio”.
Valeria también se ha capacitado en la cuestión. Por ejemplo, el año pasado, ganó una beca provincial para estudiar un pos grado de gestión cultural en Córdoba.
“En este camino de dedicarme a lo que quiero, a veces me pregunto qué me gusta más, si actuar, producir obras o gestionar. Pero siempre digo que el corazón de mi corazón es la sala, porque trabajo con libertad”.
“Tiene sus riesgos, porque al ser independientes, es como estar saltando al vacío todo el tiempo, porque tenemos que conseguir recursos para solventar lo que hacemos, para movernos y pagar el alquiler de la sala, pero lo bueno es que desde que estamos en calle Alem hemos crecido un montón”.
-¿Por qué?
“La diferencia con los otros barrios donde estuvimos la hacen los vecinos, que nos prestan atención y vienen a nuestro espacio. Y el vínculo que hemos logrado con ellos es algo que nunca viví antes. Van a ver las producciones, se anotan en los seminarios, a los talleres de teatro y al de análisis cinematográfico, para lo que traigo a los autores y los protagonistas para el debate posterior a la proyección”, comentó.
“En Sinergia hay catorce talleres en este momento. Y la actividad es constante. Para el verano -adelantó- traeremos cosas muy novedosas”.
“También tenemos tardes y noches de juegos de mesa. La ludoteca es genial y trae a gente que no había venido antes. Es muy copado ver cómo dejan el celular y no lo tocan durante las dos o tres horas que dura el juego”, compartió.
Valeria está siempre, pero los martes y jueves, de seis de la tarde a ocho de la noche, atiende la administración. Esto es para quienes quieran, a partir de esta entrevista, hacer algo en esta sala, que por lo que Valeria adelantó, tendrá talleres de verano. Atención con esto.
Además de gestionar en esta sala, Valeria trabajó con el equipo de TEDx Gualeguaychú y es guía en la muestra itinerante de Mujeres en la ESMA, en Concepción del Uruguay.
Como se ve, de aquella chiquita sietemesina que hace cuarenta y un años pesó 900 gramos, hoy tenemos a esta mujer que siempre está buscando crecer y hacerlo en lo que le gusta.
Y lo bautiza como el corazón de su corazón.
Segura y convencida de lo que dice.
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