
El viernes fue la tercera oleada de ataques aéreos de Israel sobre el sur del Líbano en una semana. Esto fue calificado como una violación del alto el fuego pactado en noviembre de 2024 ¿Cómo se viven estos conflictos bélicos desde Gualeguaychú?

Redacción EL ARGENTINO
La guerra entre Israel e Irán es distinta a la de Israel y Líbano. Son conflictos distintos, aunque están profundamente entrelazados por la geopolítica de Medio Oriente. La guerra entre Israel e Irán es un enfrentamiento directo entre dos Estados, motivada principalmente por el programa nuclear iraní, que Israel considera una amenaza existencial. Esta guerra incluyó ataques aéreos, bombardeos a instalaciones nucleares y una fuerte participación de Estados Unidos del lado israelí.
En cambio, el conflicto entre Israel y Líbano se centra sobre todo en la presencia de Hezbolá, una milicia chií libanesa respaldada por Irán dentro del territorio libanés. Aunque Israel ha invadido Líbano en el pasado (como en 1982), los enfrentamientos actuales son más bien una guerra de guerrillas, con bombardeos cruzados y combates en la frontera sur del Líbano.
“Siento que me están bombardeando la sangre”
En medio de los nuevos bombardeos en el sur del Líbano, a miles de kilómetros de distancia, en Gualeguaychú, Carla Zouhairi siente el mismo dolor que sus seres queridos víctima de las guerras. Nieta de inmigrantes libaneses, tiene parte de su familia viviendo en territorio libanés. En diálogo con EL ARGENTINO, contó su conexión con el país.
“Tengo a mi papá, mis hermanos, mis sobrinos, mis tíos y primos allá. En realidad, tengo más familia en Líbano que acá. Viajo cada uno o dos años para verlos”, contó, sobre sus seres queridos en el país de Asía Occidental. Además, se refirió a los recientes conflictos en Gaza, Israel, Irán y, ahora, nuevamente el Líbano. Siente impotencia ante la forma en que los medios argentinos relatan los hechos. “Acá se vende una versión equivocada. Como si Israel fuera el único pueblo castigado. Y es al revés: ellos inician, matan sin piedad, hacen daño y hasta se auto bombardean para culpar a otros. Yo sé cosas porque estoy en contacto con mucha gente y con medios alternativos del Líbano”.
Aunque la distancia geográfica es grande, el conflicto es parte de su día a día. “Mi gente lo vive con temor, pero también con mucha resiliencia. Es como si lo tuvieran normalizado. Siento que me están bombardeando la memoria, la historia y la sangre”, comentó.
Más allá del dolor, Carla también reivindicó su herencia espiritual y cultural. Practica la religión drusa, una minoría religiosa poco conocida en Argentina. “En el Líbano hay 18 religiones. Es un país chico pero muy diverso. Yo soy drusa, lo práctico en forma personal en casa. Ahora están pensando en construir un templo en Buenos Aires”.
Carla no busca convencer, sino contar la historia de su propia experiencia. Su testimonio abrió una ventana a un conflicto que muchas veces se vive como ajeno, pero que muchos argentinos, entrerrianos y gualeguaychuenses lo viven muy de cerca.
"Somos árabes, no turcos"
La inmigración sirio-libanesa a Gualeguaychú se dio principalmente a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Eran mayoritariamente cristianos, de las ramas maronita, melquita y ortodoxa, que huían de la persecución en el Imperio Otomano. Marcela Faiad, a cargo de la Secretaría Institucional de Centro Sirio Libanes desde 2000, en diálogo con EL ARGENTINO, describió la historia y la actualidad de la comunidad y la entidad que nuclea a descendientes sirios libaneses.
Marcela, desde su lugar, es testigo privilegiada del legado y la transformación de una comunidad que encontró en Gualeguaychú una segunda patria. “Los primeros sirios y libaneses que llegaron a esta zona, en su mayoría, se dedicaron al comercio ambulante y luego a instalar tiendas. Se los conocía popularmente como ‘turcos’, aunque no lo somos: somos árabes. Pero cómo ingresaron con pasaporte del Imperio Otomano, quedó esa denominación”.
En cuanto a la entidad que agrupa la comunidad siria libanesa, Faiad reconoció que ya casi no quedan inmigrantes directos: “En la comisión directiva actual no hay inmigrantes de primera generación. Pero sus nietos y bisnietos siguen comprometidos con la identidad y el legado cultural”.

La institución ha sabido adaptarse. Entre sus proyectos más importantes, está la construcción y expansión del Complejo Educativo Sirio Libanés. “Nuestra mayor fortaleza es el complejo educativo. Estamos retomando una obra clave: la ampliación del edificio del instituto secundario, en Ayacucho y Estrada. La construcción estuvo frenada desde 2016, cuando un incendio quemó los galpones de la comparsa. Pero ahora la obra volvió a ponerse en marcha”.
En cuanto a la convivencia con otras comunidades, Faiad enfatizó: “Hace 22 años que soy secretaria y jamás tuvimos ningún tipo de conflicto con la comunidad judía ni con ninguna otra colectividad. Al contrario, compartimos ferias, cenas, platos típicos. Hay mucho respeto mutuo y mucha historia compartida”.
La institución sigue consolidándose como un puente entre generaciones, entre la memoria del exilio y el presente de integración colectiva.
“No hay que confundir el judaísmo con el sionismo”

Desde un valle frutal a veinte kilómetros del Líbano, Graciela Ramona Sauan, abogada y gualeguaychuense, contó a EL ARGENTINO cómo vive el final de los enfrentamientos recientes en la región. Radicada hace años en Medio Oriente, tras casarse con un ciudadano libanés, es una de las voces que sigue de cerca —y en carne propia— los vaivenes de la geopolítica.
“El conflicto ya pasó. Ya no hay problema. Gracias a Dios, la cosa está tranquila”, afirmó. Actualmente vive en Siria, a escasa distancia de la frontera libanesa, en una zona agrícola. Desde allí, se muestra escéptica de los relatos internacionales sobre la guerra entre Israel, Irán y sus aliados.
“No te guíes por las informaciones internacionales, que generalmente las manejan los israelitas”, dijo. Y pidió “no confundir el judaísmo con el sionismo: el judío es una persona normal, como nosotros; el sionista, en cambio, quiere imponer su voluntad al mundo”, manifestó la abogada gualeguaychuense.
Su perspectiva refleja el malestar extendido entre quienes viven el conflicto de cerca. Con tono sereno pero firme, sostuvo que la situación ha cambiado gracias a un giro político internacional: “Estados Unidos le quitó el apoyo a Israel. Hasta le había mandado aviones para atacar Irán, pero cuando vieron que Yemen iba a cerrar el Mar Rojo, dieron marcha atrás. Irán no quiere guerra, eso fue siempre cosa de Israel”.
Afirmó que, en su zona, los bombardeos ya no son parte del paisaje cotidiano: “Cuando empezaron a atacar, se escuchaban misiles pasar sobre nuestro país, sobre Siria. Pero ahora no pasa nada. Por la gloria de Dios se ha solucionado todo”.
A pesar de la distancia con Argentina, Graciela conserva el vínculo con su tierra natal. Y agradeció el interés de quienes, desde Gualeguaychú, se preocupan por el bienestar de todos los afectados por la guerra.
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