
Tienen una larga historia en la ciudad. Comenzaron a organizarse a principios de siglo y se han consolidado como una alternativa saludable para miles de vecinos. “Amo la tierra”, mencionó una feriante. Las experiencias de quienes comercializan sus productos en espacios públicos de Gualeguaychú.

Por Sandra Insaurralde
Los pequeños productores frutihortícolas y la agricultura familiar bajo el espíritu de la producción sin agroquímicos tienen larga trayectoria en Gualeguaychú. El proceso de conversión hacia la producción sin químicos se realizó por etapas y desarrollando procesos de aprendizajes que dejaron su huella y que todavía perduran en conocimiento, hábitos y prácticas.
Desde el 2017 el Estado Municipal impulsó, en marco del Plan de Alimentación Sana, Segura y Soberna (Passs) y la Ordenanza de Prohibición de Glifosato (hoy derogada), la producción de alimentos sin químicos. A su vez, incentivó a la promoción y el fortalecimiento de productores existentes con la finalidad de cubrir la demanda cada vez mayor de alimentos libres de agrotóxicos.
Pero la historia de productores feriantes data de mucho antes. También por un impulso estatal, los horticultores se agruparon en el 2002 para organizar la última etapa del proceso productivo que es la comercialización. En diálogo con EL ARGENTINO, recordaron que antes organizaban sus ventas en las puertas de sus quintas, al tiempo que pusieron en valor el acompañamiento del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Plaza Gardel: beneficios para el productor y el consumidor
Estos feriantes son parte de los productores que antes estaban en la Vieja Terminal, y tras pasar por el Corsódromo se instalaron en la Gardel. “Cuando se empezó a arreglar la terminal, con la ayuda de los clientes y vecinos de plaza Gardel, conseguimos el lugar. Después propusimos ir a la San Martín para tener otro punto de ventas. Las dos plazas son de la misma feria”, comentó Lucas Chesini, productor de verduras. “La feria funciona los miércoles en plaza Gardel, en Bolívar y Camila Nievas, desde las 7 de la mañana, y también estamos los sábados en plaza San Martín, en el mismo horario”, informó.
Actualmente, en la Plaza Gardel hay cuatro feriantes que venden verduras de estación y de producción propia, según contó Chesini. “Para nosotros es importante la feria porque es un contacto directo con los consumidores. Se puede comercializar todo lo que se produce aunque sea a baja escala, la gente elije comprar verduras frescas, de calidad, de estación, sin agroquímicos, con sabor a verdura y de producción local”, indicó.

Feria Plaza Belgrano: mejorar la situación del productor local
El proceso de conversión y la potencialización del productor local se basó esencialmente en la articulación de entidades vinculadas al sector. El trabajo del INTA con el programa Pro Huerta y la entrega de semillas, la promoción junto a la Facultad de Bromatología y el acompañamiento de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) visibilizaron y pusieron en valor el trabajo de los productores locales. Y mejoró la oferta en la ciudad, ya que se produjo la reincorporación de varias verduras que se habían dejado de producir. Es el caso del tomate y la batata.
En diálogo con EL ARGENTINO, Leticia contó quiénes integran la Feria Agroecológica de la Plaza Belgrano: “Miguel, que lleva pan y pizzetas, elaborados por su familia; Manuel, que lleva huevos, productor local que tienen como 300 gallinas y lleva verdura cuando tiene; también están Estela y Cristina, que son productoras chiquitas, como yo. Cristina es jubilada y necesita, aunque sea, para comprar remedios. Diana, con su panificación y sus productos veganos; Griselda, que va con plantitas que produce ella en su casa; Omar y yo tenemos verduras, todas producidas sin químicos”.
En la Plaza Belgrano también se encuentran feriantes que habían comenzado en la Vieja Terminal, algunos estuvieron en la Gardel y otros son más nuevos. A propósito del trabajo realizado con el INTA, Leticia mencionó: “a nosotros nos acompañó mucho, venían con sus semillas, que ahora las tenemos que comprar y no están tan baratas con el precio dolarizado. Betina y Valeria siempre nos proponían capacitaciones o talleres. Por ejemplo, nos enseñaron a realizar compostajes para abonar la tierra”.
En esta línea, al productor remarcó el papel del Estado en sus inicios: “hace más de 20 años que comenzaron a apoyar al productor local pequeño. Hugo, Alison y Sonia (trabajadores municipales), con el acompañamiento de herramientas y microcréditos que en la actualidad ya no existen”.
Los feriantes de la Belgrano tienen un sistema propio de autoorganización, construido desde su propia historia y experiencia. Por ejemplo, tienen un libro de asistencias que se firma todos los viernes, “hacemos publicidad y promociones a través de las redes sociales y tratamos de coordinar el precio de venta entre nosotros; también tratamos de participar de otros espacios o ir a los barrios”. En este sentido, Diana, panificadora, comentó que “con el tema de los precios, me fijo en las panaderías cómo se está vendiendo ese producto y después acordamos con Manuel, que es el otro feriante, así estamos más o menos igual con el precio de lo que hacemos”.
Diana hace pan casero, con sal y sin sal, pizzetas comunes y con harina integral. Además, hace la salsa con la verdura de la huerta. Tiene cuatro sabores de budines: chocolate dulce, chocolate amargo, de zanahoria y de naranja. También produce galletitas veganas, que no llevan harina, ni huevo, y están hechas con banana y mascabo.

Estela: “con el microcrédito podría arreglar el invernadero”
“Yo trabajo sola en la quinta. Preparo todo, pero estoy haciendo poco. Tengo sembrado de fuera y tengo galpones para acondicionar. Tengo dos invernaderos, pero me los rompió la tormenta y no he podido recuperarlos. Desde hace un año y medio que no los puedo utilizar”, mencionó la productora a EL ARGENTINO.
Por la falta de los invernaderos, a Estela le bajó la producción y desmejoró su trabajo. “Trabajar bajo techo es mejor, tenés más control de las plagas y los yuyos. Es una herramienta indispensable para mí, más para la época que se viene. En invierno yo puedo trabajar bajo techo sin estar expuesta a las bajas temperaturas, pero no he podido juntar la plata para arreglar lo que me rompió la tormenta”.
“A mí me encantaría que haya algunos microcréditos, es una herramienta que al productor le sirve y se puede pagar mensualmente. En mi caso me re serviría ya que podría techar los invernaderos”, sintetizó.
Ahuyenta bichos
“Nosotros somos agroecológicos. No podemos echar glifosato”, afirmó Estela, feriante de la Belgrano. “Tenemos que producir nuestros ahuyenta bichos, nos juntamos en una casa y los hacemos con yuyos que tengan mucho olor, como la ruda, la menta o laurel, y fumigamos con eso. También hacemos nuestros propios fertilizantes”, contó.
Los feriantes agroecológicos remarcaron la buena recepción que sus productos tienen entre los vecinos. La gente les dice que la verdura que producen “dura toda la semana en la heladera” y que además tiene otro gusto, “ese gustito a verdadera verdura”. “Es más sano, incluso vienen a comprar las calabazas para los bebés, para los purés, porque no tiene químicos”, ejemplificaron.

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