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Por Silvina Esnaola
Es maestra y profesora en letras con orientación en comunicación social, vice rectora del Instituto Sedes Sapientiae y hace dos años terminó la licenciatura en Letras, que fue lo que le permitió, con su tesis, comenzar con el proyecto de recopilación del trabajo de su abuelo, Alejandro Alvaro Denegri, “Jano del Oeste”, que publicó en EL ARGENTINO durante una década su columna “Personajes y lugares de Gualeguaychú de antaño”.
Milagros Casanova publicó un trabajo compartido con Silvia Razzetto y sostenido por la Biblioteca López Jordán “Recuerdos de Jano del Oeste. La casa ciega y otras vivencias sub-urbanas de Gualeguaychú a fines del XIX”, el primero de varios libros, porque ha encontrado un material exquisito para compartir.
-¿Cómo se te ocurrió hacer la tesis con los trabajos de tu abuelo?
“Creo que Dios va guiando los pasos. Lo mío es muy particular. A mi abuelo lo conocí viejito, tenía 80 años pero hacía un tiempo estaba perdido. Como tengo diferencia de edad con mis hermanos, sé por ellos que lo disfrutaron como abuelo malcriador y lo conocí a través de lo que me contaron...”
-Entonces vos hiciste una construcción de Jano....
“Todo se fue dando, porque después que él murió, al levantar la casa y ya estudiando de maestra, ayudé a mamá a recopilar sus papeles para llevar al Magnasco en calidad de custodia. Pero en ese entonces, no tenía las herramientas para valorar sus poemas...
Seguí estudiando y en 2013 tuve la oportunidad de hacer un ciclo de Licenciatura y en el momento de la tesis, se me ocurrió ir al Magnasco y ver qué había, porque me acordaba que a él le gustaba la literatura gauchesca”.
“Además, interiormente siempre tenía eso de cumplir su sueño inconcluso....”
“Cuando empecé el trabajo, además de todo lo histórico que había recopilado, me encontré con tres libros hechos por él -escritos a máquina, con las hojas cortadas y pegadas por el lomo, con la dedicatoria “para mis nietos”, con versos que ahora sí pude analizar y comprobar que eran poemas gauchescos que parecían haber sido escritos por un erudito, a pesar que mi abuelo había dejado la escuela en cuarto grado”.
También aparecieron muchas cartas de conocidos suyos, que lo animaban a publicar, como una de Manuel Acuña, que le dice “pasarán los años y usted y yo habremos desaparecido, pero alguien encontrará sus papeles y reconocerá su valor”. Dije ¡esto es para mí!”
“Ahí arranqué. No sabía si dedicarme a los poemas o a los relatos y en esto, mi directora de tesis fue muy precisa. Tomé algunos poemas de corte tradicionalista, con la rima, la métrica y la versificación propias del poema gauchesco, que después deduje que habría obtenido la tonalidad por su gusto por la música, porque tocaba la guitarra en la orquesta “Amor y primavera” que surgió en el Barrio Oeste y participó de los primeros corsos, de los que hay fotos de 1922 y 1923”.
-Y la tesis derivó en un primer libro, al que seguirán unos cuantos....
“Cuando empecé a interesarme en su obra, en un primer momento tuve claro que esto tenía una doble motivación, porque era cumplir con la tesis, ya que era un tema original y la recopilación de un archivo inédito, lo que me aseguraba el éxito de la tesis. Pero que después iba a hacer un libro, cumpliendo su sueño, porque mamá siempre me decía que a él le hubiese gustado publicar un libro con sus obras”.
“Una vez iniciada la recopilación y selección, tuve oportunidad en el Sedes de adelantar un poco este trabajo, porque era algo interesante para los Profesorados de Historia y Literatura ver cómo se conjugan ambas en su producción. Esa noche me dí cuenta del interés que despertaba en otros, más allá de la connotación afectiva mía”.
“Esta fue una inyección y soñé, más bien recordé, una de las pocas experiencias de mi abuelo lúcido. En el sueño vino nítido ese momento en que no sé por qué una de las tantas veces que íbamos a su casa me encontré a solas con él en su escritorio y me contaba de los cuadros que tenía colgados”.
“Entonces me sentí una privilegiada, ahora, a la distancia, entendí que él me elegía a mí para que perdurara su voz...”
-Porque has estudiado Letras, lo que él hubiese querido hacer...
Tras afirmar “Creo en la comunión de los Santos”, Milagros explicó “también se dio el apoyo de la Biblioteca López Jordán (de la que Jano fue su fundador) que llegaba a los 75 años y Alfredo Iribarren (su presidente) que conocía mi trabajo, propuso editar el libro a través de la Biblioteca, mucho más de lo que yo hubiese imaginado”.
“Entonces se transformó en un proyecto mayor, porque Silvia Razzeto, que es una apasionada de la historia de Gualeguaychú, se entusiasmó y se sumó, dándole contexto a los relatos porque todos los hechos que él recrea forman parte de una época de Gualeguaychú, de fines del siglo XIX y principios del XX.”
El primer ejemplar contiene diez relatos, con abordaje contextual histórico de Silvia y el aporte literario de Milagros. Y apenas salido a la calle se agotó, por lo que están pensando en una nueva edición.
En paralelo, está casi listo un segundo libro con 25 cuentos “en los que habrá matreros, pícaros, policías, comisarios con sus aventuras épicas, así como costumbres y convenciones propias de la época”, como dijo Milagros, que cree que en abril podrán estar presentándolo.
“Tengo que agradecer por la familia que tengo (su esposo Daniel y sus hijos Elisa, Anita y Daniel), por su apoyo y la paciencia que han tenido todo este tiempo conmigo”, reconoció, por las horas invertidas en el trabajo.
Jano del Oeste, vale recordar, escribió del 60 al 70 en EL ARGENTINO, y estas columnas “Personajes y lugares de Gualeguaychú de antaño” aparecen recortadas y pegadas en sus carpetas.
Y si bien no publicó su libro, a través del diario compartió sus inquietudes y logró dejar para las generaciones venideras sus trabajos.
-¿Qué sentiste cuando presentaste el libro?
“Fue muy especial. Y creo que logré transmitirlo, porque más allá de la importancia de la obra, la gente se emocionaba a medida que yo leía sus versos”, dijo Milagros.
“Lo mío no es un trabajo científico, sino que el motor y todo lo que implicó tiene que ver con esta necesidad personal que tenía. No pude conocerlo a él como abuelo pero sí pude hacerlo y darlo a conocer como escritor y como persona tan valiosa para la comunidad. Se fue haciendo en la vida, era muy curioso y todo lo logró por sus propios medios. Cuando su papá murió, dejó la escuela por propia voluntad y comenzó a trabajar despachando combustible para ayudar en su casa”.
Mientras habla de su abuelo, Milagros sueña con el segundo ejemplar, casi listo, y el próximo, que también integrará la actividad con la que la Biblioteca López Jordán decidió celebrar sus 75 años de vida.
- Lo tuyo, ahora, es cumplir el sueño de tu abuelo Jano...
“Él lo dice, es rescatar del olvido aquellos personajes que merecen ser exhumados.
Para mí es redescubrir a mi abuelo desde esta faceta humana, porque fue una persona cariñosa y comprometida con los cercanos, y que se preocupó también por dejarnos este tesoro, porque el barrio Oeste no ha sido tan trabajado documentalmente como otros lugares de la ciudad”.
Para eso está ella, como antes estuvo su abuelo. Para llenar este vacío en la historia local, como dijo.