
Quienes peinan canas y nacieron de este lado del mundo saben muy quién es, pero son muchos los que desconocen la vida de este multifacético artista gualeguaychuense. Su infancia “feliz”, el peronismo, los seis años encerrado por la dictadura cívico-militar y el renacer a través de la música. Este domingo, de la mano de la orquesta Costa a Costa, “Pico” Silva vuelve al Teatro Gualeguaychú.

Redacción EL ARGENTINO
Por Luciano Peralta
¿Cómo se sale de la cárcel? ¿Cómo se hace para reconstruir una vida a los 28 años, después de estar encerrado, en las peores condiciones? ¿Por qué la música sana?
Esas fueron algunas de las preguntas que me surgieron después de conocer un poco de la vida de Ricardo “Pico” Silva. Uno de los mayores exponentes de la música folclórica y litoraleña, nacido y criado en suelo gualeguaychuense. La que sigue es parte de una larga conversación con el artista que, este domingo, volverá a presentarse en el Teatro Gualeguaychú.
- ¿Cuáles son tus primeros recuerdos con la música? ¿Cómo fue ese primer vínculo?
- Yo escuchaba a mi padre tocar, en la casa da mis abuelos se armaban guitarreadas, se tocaba el acordeón, el bandoneón. Recuerdo los bailes de Defensores, de Independiente, antes se estilaba que vaya la abuela, el abuelo, las mamás iban con sus hijos. Y bueno, yo escuchaba a mi padre tocar. Pero lo primero que me marca cuando yo tenía tres, cuatro años, fue algo que pasó en el Carnaval de Gualeguaychú, en la calle 25 de Mayo. Mis tías me querían llevar y mi mamá les dijo que no me lleven porque me iba a escapar, porque era loco por la música. Cuando escuche que va su padre no lo para nadie, les decía. La cuestión es que me llevaron, yo me les escapo y me voy a una cuadra o dos, le toco la botamanga a un policía y le digo que estaba esperando a mi papá. ¿Quién es tu papá?, Carmelo Silva, le digo. Ah, ahí viene Carmelito, tocando, me dice. Y venía papá en un camión con toda la orquesta, un camión con palmeras, paran, me suben y yo desfilé con ellos, saludando a toda la gente desde arriba. Increíble. Mis tías terminaron llorando, se nos perdió el Ricardo decían. Y mi mamá les decía: yo les dije que este es loco por la música… Ese es primer recuerdo que tengo, el segundo es un tiempito después: tenía 5 años cuando la Coca Pugliese, que fue una gran maestra, que siempre se preocupaba por los alumnos y nos conseguía ropita a los pobres, me hacía recitar el Martín Fierro, me llevaba por todas las aulas y decía: señores, el alumno Luis Ricardo Silva va a recitar seis estrofas del Martín Fierro. Después, a los cinco o seis años también, la maestra “Mami” Martínez Cattáneo me llevó por todas las escuelas de Gualeguaychú, por todo el centro, nosotros le decíamos las escuelas de los ricos. Porque yo tenía un vestuario del ratón Mickey y cantaba como el ratón, se ve que era muy atractivo y la “Mami” me llevó por todas las escuelas, ella aún vive así que le mando un beso enorme.
- ¿En qué barrio de Gualeguaychú creciste? ¿Qué recordás de esa infancia?
- Crecí en el barrio de la Escuela 5, hoy es la Escuela 90. Teníamos a cinco cuadras La Vencedora, a cuatro cuadras Sporting, a cinco Juventud. Nos criamos en los potreros, jugando al fútbol al lado de la vía. Nos íbamos caminando hasta el puente de palo y volvíamos, con mis tíos, mis tías. Y después nos íbamos al Gualeyán a cazar cuises y a pescar. Por eso es el tema “Meta y ponga con los cui”, que tenemos con el Tatú Arispe. También me encantaba hacer murga, hacíamos algún bombo, algún tambor y las cornetas, le poníamos las cañas, el papel de tabaco y salíamos por todo el barrio, la gente nos daba caramelos o alguna moneda. Después hicimos el conjunto Los Nombradores, cantábamos folclore, teníamos 14, 15, 16 años. Y de los 10 hasta los 17 tuve el conjunto Los Cuatro Ritmos, que hacíamos cumbia, tocábamos con los hermanos Correa y el flaco Jorge Delfino. Yo tocaba la batería, que fue mi primer instrumento, después sí empecé con la guitarra. Fue una infancia muy feliz, llena de amigos, de disfrutar la vida, éramos muy felices realmente.
- ¿Cómo llega ese primer viaje a Europa?
- Bueno, estaba en la Casa de la Juventud, que funcionaba donde era el Pío XII, en la calle Rocamora, cuando aparece Estela Maradey y pregunta por alguien que cante, porque al otro día salía un contingente de gente a Paraná, iban cinco personas y necesitaban una más. Era por un concurso a nivel nacional, por los Juegos Olímpicos de Munich de 1972, los alemanes habían invitado a 3.600 jóvenes de todo el mundo. Y bueno… canté Alfonsina y el Mar, recuerdo, Estela me preguntó si recitaba, si bailaba, y yo hacía todo eso. Pero no quería ir, tenía unos zapatos con un agujero, mi mamá me había puesto un cartón, pero había llovido y se había agujereado. Tengo este solo pantalón y tengo dos calzoncillos, les decía a Melón Ingold y a otros compañeros que estaban ahí, nunca tuve prejuicio en decirlo, esto lo he contado muchas veces, porque vengo de una familia muy humilde. Y bueno, al rato tenía vaquero, camisa, todo. Voy al otro día a Paraná, éramos 90 de toda la provincia, y quedamos diez. Nos prepararon, fuimos a Córdoba, éramos 240 de todo el país. De ahí quedamos 30, que recorrimos durante dos meses el país y, después, seleccionaron 14, que viajamos a Alemania representando a la Argentina. Esa fue una de las cosas más hermosas que me pasó en la vida. Hace 30 años que nos seguimos juntando en Cosquín los 30 que hicimos ese viaje por el país.
[{adj:85971 ]-Contame sobre los seis años que estuviste detenido por la dictadura…
-Yo me fui a estudiar ingeniería en la UTN de Paraná, ahí fui presidente del Centro de Estudiantes, tenía 18 años, fundamos la Federación Universitaria Tecnológica a nivel nacional, yo trabajaba en la Cámara de Diputados. El 12 de agosto del 76 me detuvieron en Gualeguaychú, en La Vencedora, cuando estaba cantando. Licho Sánchez, que era el presidente del club, me dice “te buscan” y yo le digo “la cana, muchachos”. Entonces quedó el dicho en el barrio: “La cana dijo Pico, y se lo llevaron”. Estuve en Jefatura toda la noche, el 13 de agosto me trasladan a Paraná, ahí estuve hasta el 8 de octubre como desaparecido porque no me declaraban. Recién el 8 de octubre pasé a disposición del Ejecutivo y me llevaron a la cárcel. Me condenó un tribunal militar, yo apelé y gané la apelación a la Corte Suprema, pero como no nos querían largar pusieron juez después de 5 años. Al final salí en el año 1982, el 30 de marzo.
- ¿Volviste a Gualeguaychú?
- A los diez días papá tocaba en el teatro y lo acompañé. Estaba Malvinas, lo acompañé a cantar, nadie sabía que yo había salido, así que fue algo muy, muy emocionante. Encima canté una canción que estaba prohibida, que era Canción con todos… “salgo a caminar por la cintura cósmica del sur”. Se venía abajo el teatro, estaban las juventudes políticas y estaban los militares en el poder todavía. Eso fue todo un proceso, muy duro, yo entré a los 21 años y salí a los 28 de la cárcel. Pero siempre fui consciente que no había hecho nada y que, simplemente por pensar diferente, porque siempre fui un militante del peronismo, me encarcelaron. De todas maneras, salí sobreseído de culpa y cargo. Es muy difícil estar encerrado, pero siempre hay algo superior que es la fuerza, las ganas y las ansias de la libertad del ser humano. Y si bien yo estaba preso, nunca me sentí preso, porque mi corazón, mi pensamiento y mi alma estaban afuera, en libertad.
-¿En qué cárceles estuviste?
-Estuve en Paraná, en Gualeguaychú, en Devoto, en Caseros, en Sierra Chica, que fue la más atroz porque en Sierra Chica no te llamaban por tu nombre y apellido, te querían cosificar, te querían destruir psíquicamente, entonces eras un número. Yo era el 321. Estábamos 23 horas y media del día encerrados. Lo terrible era que venían, te abrían la ventanilla por donde te pasaban la comida y te decían, por ejemplo, 416 falleció su padre, y a los tres o cuatro días: 416 falleció su madre, era tremendo. Eso me pasó con un amigo, el Negro Pérez, que era el secretario general de la CGT. Después estuve en La Plata, desde donde me mandaron a Entre Ríos y me largaron en el 82.
- ¿Cómo se vuelve a la vida después de eso?
- La fe, la convicción. Yo siempre fui un tipo abrazador, amigote, lleno de alegría. Nunca me pudieron matar esa alegría, hasta el día de hoy. Y a pesar de todo lo que he vivido, no guardo odios ni rencores. Sí, soy muy consciente de quiénes fueron y de lo que hicieron, porque hay que tener memoria y pedir memoria, verdad y justicia por todos los asesinatos y las desapariciones que hicieron. Pero soy una persona con un pensamiento libre y siempre miro para adelante en la vida.
-Contame sobre tus últimas giras y sobre el espectáculo que viene…
-En 2019, antes de la pandemia, fue la última gira que hice a Folkfaro, el Festival Internacional de Folclore de Portugal, que es una belleza, me convocó el Grupo Raíces de Rosario y me eligió primera voz del grupo, eso me dio mucha alegría. La parte orquestal estaba a cargo de Sergio Grazioli, mi compañero de tantos años en la Tango Folk. Y ahora, la última, fue con el Trío Tango Folk. En bandoneón quiero destacar a Ariel Micol (Paraná), un gran bandoneonista, que fue el que suplantó a mi padre, a Carmelo, en la Tango Folk. En guitarra, Sergio Grazioli, director hace años de la Tango Folk, gran concertista de guitarra (Rafaela), y yo, en guitarra y voz.
Esta gira la hicimos por España y Francia. Realmente fue una gira muy exitosa, venimos muy contentos y estamos invitados para el año que viene para visitar otros lugares más. Después de todo eso, este domingo vuelvo al Teatro Gualeguaychú, va a ser hermoso porque, una vez más, vamos a estar con el grupo de Costa a Costa, que yo digo que es orgullo de la provincia, es un semillero de músicos de Entre Ríos de primer nivel, una gurisada que investiga, que canta temas de montones de compositores de toda la provincia y también hacen temas propios. Tengo un gran respeto y un afecto muy grande por todos ellos. Volver a mi pueblo, al que siempre con orgullo he llevado por todo el mundo, es algo muy lindo. Estoy orgulloso de poder estar y compartir una noche que seguramente será muy especial.
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