

Redacción EL ARGENTINO
Hay una problemática sanitaria que -pese a los esfuerzos municipales y de ONG vinculadas con las mascotas-, persiste en la ciudad: se trata de la falta de responsabilidad de las personas para con perros y gatos.
[{adj:86276 ]Parecerá a muchos una trivialidad, pero se trata de una problemática grave en términos sanitarios e incluso de seguridad. Además, esto se refleja en la cantidad de perros abandonados que circulan por toda la ciudad, más visible en la zona céntrica o bancaria. Pero, se insiste, los perros abandonados o sin propietarios visibles es una postal recurrente en todos los barrios.
Se trata de una problemática que requerirá de más imaginación para gestionar sus posibles soluciones. Es un hecho que, a pesar que existe una laboriosa y comprometida ONG y que las políticas Municipales en materia de castración son permanentes, está claro que son insuficientes.
Sin hogar o sin alguien que los proteja, los perros callejeros son los más susceptibles a contraer enfermedades y generar otras problemáticas: en caso de mordedura nadie se hará responsable, lo mismo en caso de siniestros viales cuando corren para morder a motociclistas y ciclistas, para citar ejemplos cotidianos.
[{adj:86277 ]Está claro que la mayoría de los perros, presentan un abandono evidente y urge hacer algo al respecto. Lo mismo sucede –aunque más agravado, a pesar de que es menos visible- sucede con los gatos; especialmente en los barrios.
Esta situación no es nueva. Se la ha señalado en reiteradas oportunidades y lo que debería invitar a una mayor acción colectiva, se trata de una problemática que lleva décadas sin que se observe una disminución.
Y para que nadie se haga el desentendido: es el ser humano el principal y único responsable, porque las herramientas para castrar están disponibles durante todo el año; y no se concibe si se quiere tener mascotas no se actúe en consecuencia, es decir, con responsabilidad. La culpa no son los perros abandonados ni la de los gatos que son librados a su suerte; aunque generen una problemática que implica amenazas concretas a la salud y a la seguridad en el tránsito y en la vida cotidiana.
Comerciantes que ven cercados sus negocios porque estos animales los utilizan para guarecerse de la intemperie, ciclistas y motocliclistas que a diario y en todo momento de sienten amenazados por estos perros, vecinos que no pueden disfrutar de los espacios recreativo como plazas y parques, son las víctimas más frecuentes; pero no las únicas.
Se trata de perros que pasan hambre y sed, de animales que no tienen un albergue seguro donde descansar, que quedan expuestos a las inclemencias del clima e incluso son vulnerables al maltrato, dado que tampoco tienen quién vele por sus derechos.
Con un agravante: la situación y el contexto de abandono los hace más propensos a la agresividad, además de quedar expuestos a enfermedades dado que tampoco tienen sus vacunas al día ni tampoco son higienizados periódicamente, ni alimentados como corresponde. Una vida expuesta a los peores destinos no puede quedar indefensa.
Por otro lado, se trata de una situación problemática que abarca otros ámbitos como el ambiental y el sanitario, pero también el social e incluso el legal. Muchos de esos perros también están expuestos a una muerte temprana, ya sea por sacrificio animal como por enfermedades o atropellados en la vía pública.
Y en esta exposición sería oportuno tener presente que –de mínima- se podrían señalar a dos clases de perros callejeros: los que tienen dueños, pero éstos no se hacen responsables; y los que están en la vía pública sin ningún tipo de control.
En ambas circunstancias, la situación pareciera desbordar las soluciones implementadas, porque se trata de una problemática que sigue creciendo en vez de disminuir. Y la situación de los gatos es mucho peor: dado que la mayoría son felinos que tienen propietarios, pero son absolutamente irresponsables y no se hacen cargo de nada. De absolutamente nada.
No hay que hacerse los desentendidos. Otro mal que se debe “soportar” son los excrementos caninos que son una fuente de contaminación ambiental y social. Y aquí vale otra observación en el comportamiento humano: es fácil observar –especialmente en el centro de la ciudad- que los propietarios sacan “a pasear sus mascotas” pero miran para otro lado cuando esas mascotas hacen sus necesidades en la casa del vecino. Una actitud tan irresponsable como repudiable; aunque para muchos –al parecer- les parezca gracioso.
Urge adoptar medidas colectivas. Decenas y decenas de perros callejeros deambulan en busca de comida por toda la ciudad y en esa desesperación se convierten en una amenaza para la población, especialmente para niños y ancianos. Está claro que se requiere de la intervención Municipal, justamente para que se pueda llegar con un control a tiempo. Como se ha apuntado, los programas de castración son permanentes e incluso son con gabinetes móviles de modo que hasta se evita el traslado del propietario con su mascota. Pero, aún con estos beneficios, las personas no toman consciencia de esa responsabilidad.
De manera colectiva hay que asumir los costos de las irresponsabilidades individuales. Lamentablemente, se está frente a un problema muy grave que ha sido generado porque hay personas que, al no asumir la responsabilidad de tener una mascota, evaden sus obligaciones y trasladan el malestar al conjunto de la sociedad que debe ocuparse de lo que ese “propietario” no ha asumido. Así son las cosas.
Por otro lado, en caso de mordedura o por salir al cruce de un motociclista se genera una lesión, tampoco nadie se hará responsable de esa situación. Por eso, se insiste que el tema de los perros callejeros es un problema de salud pública y de seguridad que no admite más demoras.
Los inconvenientes que esta situación de abandono son muchos. Por ejemplo, muchos de estos perros ocasionan destrozos en las bolsas de residuos domiciliarios que encuentran en su camino. Esta situación a su vez genera la proliferación de insectos y roedores en las calles, además de la basura regada en la vía pública que provoca olores desagradables y las personas –especialmente el recolector de residuos como el vecino más cercano- no están exentos de contraer una infección y/o enfermedad.
Los perros abandonados están abandonados porque previamente un ser humano no asumió la responsabilidad de tener una mascota. Se requiere de una acción más efectiva para que esos animales callejeros disminuyan y a la par es urgente también implementar por lo menos dos campañas: una para que las personas tomen conciencia de que tener una mascota implica un compromiso ante la sociedad; y otra para lograr un mayor acompañamiento a las ONG que se dedican a esta problemática de manera más integral.
Servicio de castración
La Municipalidad de Gualeguaychú ofrece el servicio de castraciones, que cuenta con una planificación anual; además de poner a disposición de los vecinos el llamado castrador móvil.
Generalmente, esta tarea se realiza en conjunto con las Comisiones Vecinales de los barrios, pero también con el concurso de las asociaciones proteccionistas y la comunidad en general, quienes colaboraron en todo lo necesario para que se desarrolle la jornada que se impulsa del área de Veterinaria Municipal.
Es importante recordar que, para solicitar la visita del castrador móvil municipal, se debe enviar una nota dirigida a Veterinaria Municipal, ubicada en calle España 423, solicitada desde la comisión vecinal o las organizaciones pertenecientes a los diferentes barrios, que deseen utilizar este dispositivo móvil.
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