
En una emotiva ceremonia organizada por la Cámara de Diputados, se reconoció la trayectoria y dedicación de Norma Martínez de Martinetti, más conocida como “Pelusa”. Se trata de una destacada docente de Lengua y Literatura que dejó una huella imborrable en generaciones de estudiantes.

Por Mónica Farabello
Fue propuesta por el legislador de La Libertad Avanza, Carlos Damasco, quien fue su alumno en el Colegio Nacional. La distinción fue celebrada por su familia y una enorme comunidad de alumnos.
El próximo 27 de marzo, Pelusa cumplirá 90 años. Con una lucidez y una calidez incomparables, recordó que inició su carrera en 1957 y enseñó en instituciones emblemáticas como el Colegio Nacional, la Escuela de Comercio y más tarde, la Escuela Normal, donde impartió clases tanto en el nivel secundario como en el superior.
Su amor por la enseñanza y su capacidad de adaptación a lo largo de los años fueron clave para mantener un vínculo estrecho y afectuoso con sus alumnos, muchos de los cuales hoy se encuentran repartidos por el mundo.
Más allá de su fuerte vínculo con la ciudad, la profesora destacada relató a EL ARGENTINO que nació en Provincia de Buenos Aires, y a sus 15 años llegó a Entre Ríos, luego del traslado de su papá, por motivos laborales.
Pelusa es profesora de Lengua y Literatura y también de Francés. Tuvo una destacada labor como columnista cultural en el diario El Argentino, donde trabajó durante 38 años: “La página me entusiasmaba, aprendí mucho porque, a la fuerza, tenía que estar al día”, recordó con emoción. En sus primeros años en el diario, compartió tareas con la profesora Carmen Galissier, a quien recuerda con gran cariño.
El reconocimiento recibido significó mucho para Pelusa, quien expresó: “Los docentes no tenemos algo físico que mostrar, como un carpintero con su mesa o un albañil con su casa. Lo que tenemos es el recuerdo y la palabra de nuestros alumnos. Actos como estos son la prueba de que lo que hicimos valió la pena”.
A pesar de haberse retirado formalmente, nunca dejó de enseñar. Continuó guiando a sus nietos en sus estudios, impartiendo métodos de aprendizaje para estudiantes universitarios y ofreciendo clases particulares, incluso a extranjeros. “La última alumna que tuve fue una joven china de Shanghái, que vino a visitarme este verano”, contó, demostrando que la pasión por la docencia sigue viva en ella.
Con una vitalidad admirables, Pelusa reveló su secreto para mantenerse activa: leer, dar clases y estar siempre dispuesta a aprender. Actualmente, tiene entre manos el libro La inteligencia de las plantas, que aguarda con entusiasmo comenzar.
El homenaje no solo resaltó su labor educativa, sino también el impacto humano y emocional que dejó en su comunidad. Con la reciente visita de su hijo desde Australia y una seguidilla de actos en su honor, Pelusa vive una etapa cargada de emociones y reconocimientos, reafirmando que su legado trasciende las aulas y se instala en el corazón de todos los que tuvieron el privilegio de conocerla.
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