
Desde 1985 es mantenido por el empleado municipal Isidro Parrilla, que trabajó toda la vida en la sección de Archivos del Municipio y es relojero profesional. El 31 de diciembre se jubilará y el reloj quedaría sin una persona que le diera cuerda al mecanismo y realice el mantenimiento mínimo. Su hijo Facundo Parrilla de 20 años está capacitado para esa tarea, pero aún no tiene el nombramiento.

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Isidro Parrilla, relojero de profesión de la Escuela Suiza y encargado del Área Archivo de la Municipalidad, anunció que el próximo 31 de diciembre se acogerá a su beneficio jubilatorio y tras 31 años y ya no podrá realizar la tarea de mantenimiento del reloj.
Con 70 años de edad, ya le es muy difícil subir las empinadas escaleras de la cúpula de la Catedral, hasta llegar al mecanismo que fue fabricado por la casa Prosa-Freres en Francia, y fue colocado en la Catedral en 1910 para las celebraciones del año del centenario de la Revolución de Mayo.
La comisión de vecinos la cual era integrada por el municipio, se formó en 1900 y una década después logró su objetivo, considerando que el mantenimiento debía estar a cargo del municipio porque, el reloj, era patrimonio de toda la comunidad.
El mecanismo consta de cuatro esferas, es mecánico y con campanas de bronce (la mayor de ella lleva el nombre de María Josefa). Son tres relojes en uno. Mirándolo de frente, el de la derecha es de sistema carrilón que toca cada 15 minutos.
A la hora y cuarto una vez (dos golpes); a la hora y media toca dos veces; a la hora y 45 tres, y a la hora exacta suena de acuerdo a la hora que sea. El de la izquierda, semi-carrilón, se activa cada hora, para repetir a los dos minutos posteriores.
Abriendo una puerta de madera por debajo de las máquinas, se puede ver el péndulo y por unos agujeros en el piso pasan los alambres que sostienen los 200 kilos de pesas que regulan la cuerda que cada semana Isidro y su hijo, le accionan para llevarla los más alto posible para que el reloj funcione durante siete días.
Sin embargo, hace algunas semanas atrás se rompió una de las roldanas que sostiene la linga de acero, en donde van los contrapesos del mecanismo que accionan las campanadas que marcan la hora.
Esto no lo descubrió Isidro en realidad, la advertencia se la dieron los vecinos, que le transmitieron su inquietud un día al preguntarle por qué María Josefa, no anunciaba la hora con sus campanadas. Luego Parrilla subió a inspeccionar y encontró la falla enseguida. “Para poder arreglar ese mecanismo se necesita el trabajo de una cuadrilla municipal, con el fin de montar un andamio, bajar las pesas y reparar las roldanas”, explicó Isidro.
Sin embargo a casi dos semanas de retirarse definitivamente de sus obligaciones, el municipio todavía no hizo nada para reparar la roldana rota y lo que es más grave, tampoco nombró aún el reemplazo de Isidro, para que éste le vaya explicando cómo es el trabajo.
Isidro propuso a su hijo Facundo, un joven de 20 años que estudia kinesiología en Villaguay y acompaña a su padre, de 70 años, en el mantenimiento del mecanismo del reloj desde los ocho años. De hecho, como a Isidro le costaba subir las escaleras, en los dos últimos años, Facundo era el encargado de subir todas las semanas a darle cuerda al reloj. “El 31 de diciembre me voy luego de 31 años de trabajo, le quiero dar las gracias a todos los que depositaron la confianza en mí para poder cuidar al reloj de la ciudad. Ahora lo propongo a mi hijo Facundo para que siga realizando mi tarea.
Él tenía ocho años y yo lo traía, en aquel entonces la escalera estaba en muy mal estado, pero lo ponía adelante, yo iba atrás y para él era toda una aventura subir. Con el tiempo perdió el miedo a las alturas y desde siempre me acompañó, ahora hace dos años que fue él prácticamente quien se encargó del mantenimiento, a mi edad ya me cuesta subir”, remarcó Isidro.
“Formar a una persona para que entienda este mecanismo lleva tiempo”- agregó Facundo- “a esto lo mamé de chico, en realidad tenía cuatro años cuando subí por primera vez hasta el piso donde están las campanas, mi papá no me dejó subir hasta donde está el mecanismo del reloj porque en aquel entonces era peligroso, mientras esperaba a mi padre me imaginaba qué podría haber allí arriba. Era todo un misterio para mí”, recordó.
Facundo tuvo que esperar cuatro años más para finalmente a los 8 años poder descubrir el mecanismo. Desde entonces se convirtió en una de sus pasiones y hoy sabe sincronizar el reloj, aceitar los engranajes y cada sábado sube para darle cuerda al mecanismo, tras llegar de Villaguay donde está cursando sus estudios de kinesiología. “Hay muchos engranajes y poleas que deben ser bien sincronizado, todo debe estar en su lugar correcto para que funcione adecuadamente el mecanismo”, manifestó.
Ahora la última palabra la tiene el municipio quien deberá seleccionar a la persona más idónea para cumplir la tan valerosa tarea de Isidro, de marcar el tiempo de la ciudad.
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