
La cooperación, un concepto que se extiende a lo largo de la historia, ha sido el motor de innumerables logros y avances. Dos ejemplos de cooperación en Gualeguaychú que la definen como una ciudad que coopera.

Por Sandra Insaurralde
Desde las primeras comunidades hasta las complejas sociedades modernas, la cooperación ha sido el motor de la innovación, el desarrollo y la prosperidad. Pero ¿Cuál es la importancia de la cooperación para Gualeguaychú?
Capullos nació en 1977, en aquel entonces, Nelita Irigoyen y un grupo de mujeres conformaron la ONG que tuvo el objetivo de colaborar con la asistencia al recién nacido.
En diálogo con EL ARGENTINO, Mariana Esnaola, la actual presidenta de Capullos, hizo referencia a logros y desafíos realizados a la comunidad. “El hospital nos dice que están necesitando y nosotras analizamos los costos y decidimos en comisión si comprar o no”, comentó Esnaola, que se refirió, también a las últimas adquisiciones, “por ejemplo ahora nos llaman por sacaleches, tenemos comprados dos e hicimos arreglar los que estaban rotos”.
Todo lo recaudado va para la neo aseguró la presidenta de Capullos, “nos llaman las enfermeras, y nos dicen, “chicas, estamos necesitando percutáneas” y nosotras hacemos el esfuerzo. Esa aguja que tiene el bebé pasando toda la medicación la usa dos, tres días o una semana y luego se tira. Esa aguja sale 230.000 pesos”. Capullo ha estado integrada completamente por mujeres, en la actualidad son doce personas que se organizan solidariamente.
“Las necesidades son muchas - afirmó Esnaola-, el Hospital tiene un listado de necesidades, son cosas que le han pedido a la provincia, que cuestan un dinero y que nosotras, obviamente no podemos. De esa lista, realizada el año pasado, recibieron de la provincia una sola incubadora con balanza, y necesitaban tres. Nosotras decidimos comprar lo que podamos, empezar de abajo, desde lo más barato para arriba para que se vaya achicando”.
Por otro lado, desde la Cooperadora de la Escuela Pablo Haedo, EL ARGENTINO consultó a Yolanda Broggi y Cecilia Guzman, sobre la articulación con provincia, “nuestro vínculo como comunidad educativa es primero con la Departamental de Escuelas y luego con Arquitectura de la provincia. Lo urgente en la actualidad son los gastos de mantenimiento del edificio. Tenemos sabaletas rotas, filtraciones en oficinas y aulas. Para estos gastos tuvimos una colaboración de la Departamental con 250 mil pesos. Sabemos que la provincia toma los expedientes que llevan más recursos, así que esta tarea la tenemos que afrontar desde la cooperadora de la Escuela”.
“El problema pasa porque - comentaron las voluntarias - edifican las escuelas y las dejan preciosas, pero no hay plata para el mantenimiento y cualquiera sabe que un edificio donde pasan más de mil alumnos diarios tiene mucho uso y el desgaste propio de cada día”.
Aportes y desafíos que superan
La asociación Capullo no sólo recibe a neonatos que residen en Gualeguaychú, sino que también a recién nacidos de Galarza, Concepción del Uruguay, Larroque, vienen de las Islas y de Urdinarrain.
“Capullo tiene dos entradas de dinero, - describió Mariana Esnaola - una, son las cuotas de socios. Tenemos 450 socios, que aportan una cuota de $1.000 por mes. La otra es el alquiler de vajilla. Está actividad está a full, mucha gente pasa por la casita porque saben que el 100% va para la sala de neo”. La “casita” está ubicada en calle Corrientes 80 y es un préstamo realizado por la Asociación Santa Rita.
A su vez, desde la Haedo, las referentes comentaron, “esta cooperadora comenzó a funcionar hace tres años, nos ha costado mucho el acercamiento de los padres a la cooperadora. Pero las familias colaboran desde otro lugar, por ejemplo, vendiendo rifas, o trayendo ropa para las ferias o donando masa para hacer torta fritas”.
En el 2024, la Cooperadora de la Escuela Pablo Haedo realizó un bingo exitoso, “nos fue muy bien - manifestaron Yolanda y Cecilia - . La gente nos acompañó. Tuvimos muchas donaciones”. La otra entrada la sacan con las ventas de las ferias de ropa y rifas. “La cooperadora se maneja con una cuota voluntaria de los chicos. Esa cuota es por alumno o por familia”, describieron desde la cooperadora de la escuela pero, sin embargo, remarcaron que “nadie está obligado a pagarla”.
“Nosotros, tenemos bien claro que estamos al servicio de la escuela”, afirman las cooperadoras, que junto al resto de las personas, la mayoría docentes jubilados, conforman un equipo de nueve personas.
En cuanto a las necesidades, Yolanda comentó, “creemos que el playón es muy importante para que los chicos realicen actividades físicas porque hacen ejercicios y con este rocío se mojan las zapatillas”. En estos momentos lo edilicio tiene ocupada a la comunidad del Haedo, “porque es urgente”. También afirmaron que la obra no está terminada, “el SUM está planificado en la obra desde su inicio. Todos los actos son al aire libre, así que cae una lluvia y nos arruina el acto. Falta todavía un lugar físico para las ordenanzas. Además, una cobertura que proteja a los alumnos en los días de lluvia, de mucho calor o frío”.
Satisfacciones de la cooperación: capullos que se hacen flores
Ambas instituciones coincidieron que Gualeguaychú es muy solidaria. “La Haedo generó históricamente identidad y arraigo, que te motivan a cooperar. No te querés ir de la escuela. También, es muy satisfactorio sentir que la comunidad nunca te abandona”.
“Somos un pueblo que colabora”, afirmó Esnaola. “La experiencia de ayudar es fantástica. Aunque cuando ves un niño en la neo volves con el corazón roto. Pero sabemos que lo que estamos haciendo ayuda a muchos, eso te da la energía para seguir haciendo. Ver esos capullos que se hacen flores es sumamente gratificante”, finalizó la presidenta de Capullo.
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