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Un flagelo en aumento

Ya sea por el alcohol entre los adolescentes o las drogas entre los jóvenes, lo cierto es que la muerte ronda en este sector etario, casi siempre ante la inoperancia de los adultos que deberían asumir una responsabilidad más concreta y directa.

Viernes, 9 de Enero de 2015, 1:44

Por 4

Cada vez es más frecuente observar durante la madrugada y el amanecer de los fines de semana a menores y jóvenes (varones y mujeres) casi inconscientes por las calles de la ciudad, expuesto a múltiples amenazas y peligros. En temporada de verano esto se potencia.

Es cierto que este panorama no es nuevo y por eso resulta preocupante que hasta el momento no se hayan adoptado medidas por parte de padres de familia y las autoridades competentes para disminuir este flagelo, que año tras año va en aumento.

En este marco, no se puede andar con eufemismos: si un menor ingresa a un lugar no apto para su edad, los titulares de esos lugares son responsables junto con las autoridades que son incapaces de detectar estas situaciones.

Si a esto se le suma que entre los menores es muy habitual el consumo –casi siempre en exceso- de alcohol, la desprotección es casi total. Muchos estudios e informes indican que los menores suelen hacer “la previa” (reunirse para ingerir alcohol antes de ir al boliche) en una casa de familia y en presencia de los jefes de hogares. Se trata de una perversidad, porque ya salen alcoholizados. Alguna vez habrá que ejercitar la tolerancia cero entre los menores.

Urge profundizar las acciones para prevenir el consumo de alcohol y otras adicciones en jóvenes que recién están comenzando a vivir. Porque nadie puede extrañarse que el paso del alcohol a las drogas es una cuestión de momento. Creer que es bueno iniciarse de manera temprana en el consumo de alcohol, adelantando etapas de madurez, es un error que se paga muy caro en el seno familiar.

Estudios científicos han demostrado que el alcohol es adictivo para todas las personas sin excepción, pero cuando el consumo se inicia en la adolescencia, esa adicción aumenta por lo menos cinco veces.

Y hay situaciones conexas: por ejemplo, los adolescentes que consumen alcohol están expuestos a iniciar actividad sexual temprana, situación que los expone a mayores riesgos de enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados.

Junto con el consumo de alcohol en menores crece la depresión de esas edades y el paso a otras drogas (dado que el alcohol es una de ellas) es lo más habitual. La evasión es lo que predomina tanto en esos menores y jóvenes como en los adultos que no asumen responsabilidades. No hay que darle demasiadas vueltas: detrás de un menor tomando alcohol o consumiendo otras drogas, hay adultos que lo favorecen e incitan y adultos que están ausentes por falta de responsabilidad.

Lo otro que hay que tener presente es que existe una relación directa entre el consumo de alcohol o cualquier droga y la violencia. La muerte al volante es su mayor expresión, pero no la única y en Gualeguaychú esto se observa cada vez más.

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