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El fútbol y otro capitulo vergonzoso

El domingo pasado, en cancha de Deportivo Urdinarrain jugaron el local y Juventud Unida. Los azules en franca pelea por el título, la visita sólo para cumplir. Lo remarcamos para contextualizar e intentar encontrar explicaciones a la irracionalidad que terminó degenerando en un bochornoso espectáculo que nada tiene que ver con el deporte.

Martes, 4 de Diciembre de 2007, 0:00

Por 4

Desde el comienzo del partido, los hinchas de Deportivo intercambiaron cánticos agresivos con unos pocos que estaban en la pequeña tribuna del sector visitante. ¿Simpatizantes del decano? No, algunos jugadores e hinchas de Juventud Urdinarrain.

Cabe puntualizar que los auriazules tenían especial interés en el resultado del partido pues el triunfo del viernes en Larroque los había dejado en una posición expectante.

Finalizado el primer tiempo con el marcador empatado en cero, llegaron algunos adolescentes (con bombo incluido) a reforzar el aliento para la visita.

Mientras el fútbol entregaba el empate parcial en uno, aquellas agresiones verbales amagaban en quedarse como una anécdota más pero, el segundo gol convertido por Lonardi para el equipo de Gualeguaychú y la demora en reanudar el juego (el entrenador de Juventud metió un cambio) terminó de desequilibrar emocionalmente al jugador Mario Escalante que le pegó una trompada al árbitro y sobrevino el escándalo.

El propio Escalante lo corrió a Sciretta y le arrojó un puntapié intentando derribarlo sin lograr su propósito. Después, lo de siempre: quienes corren con intenciones de agredir y los que desean calmar las cosas.

La terna arbitral, excelentemente protegida por cinco policías que con enormes dificultades lograron llevarlos hasta el vestuario que está en uno de los rincones de la cancha. Allí, el grotesco observado más de una vez en diferentes escenarios.

Jugadores pretendiendo llegar hasta los árbitros, simpatizantes insultando a diestra y siniestra aunque es necesario dejar establecido que más allá de las corridas y de las bravuconadas, la única agresión física sufrida por el árbitro fue la que describimos anteriormente. No hubo ingreso de particulares al campo de juego y los protagonistas de los incidentes fueron exclusivamente, algunos participantes del juego.

La primera interrupción del partido se produjo cuando, inmediatamente después del primer gol de Juventud Unida, un ataque de Deportivo terminó en gol de Lezcano pero Sciretta lo invalidó correctamente por plancha de Eduardo Spiazzi en la instancia previa. Varios jugadores se le fueron encima y esto derivó en las expulsiones de Marcos Riolfo y Roberto Lezcano por exceso verbal, también el técnico de Deportivo Jorge Riolfo resultó expulsado en esa incidencia que tuvo el juego parado por más de diez minutos.

Cuando el partido estaba cero a cero a Deportivo le anularon otro gol anotado por Riolfo, en el inicio de la jugada, Lescano hizo un lateral y al recibir la devolución de Ochoa estaba en posición adelantada, el tiempo que tardó el árbitro para observar el banderín en alto de su colaborador generó confusión pero el off side existió.

Cuando el partido ya estaba suspendido (49?), los que estaban en la tribuna visitante sacaron una bandera auriazul y comenzaron a cantar por Juventud Urdinarrain, esto desplazó la atención y muchos de los que estaban detrás del alambrado esperando la salida de los árbitros para insultarlos, dieron la vuelta y luego de tirarse proyectiles a la distancia, chocaron cuerpo a cuerpo. Los efectivos policiales que estaban en otro sector tardaron en llegar y las cosas terminaron con algunos heridos y una sensación de vergüenza ajena, inocultable.

 

# Un antecedente fresco

 

Hace un par de semanas, una noche de jueves Deportivo jugaba con su división Sub 17 frente a Central Larroque. En la tribuna visitante, algunos jóvenes utilizaron el partido para gritar por Juventud Urdinarrain.

Se produjeron peleas y disturbios pero la escasa cantidad de espectadores minimizaron la cuestión. Una verdadera lástima que no se haya tomado nota de ese incidente porque hubiese servido para prevenir los lamentables sucesos del domingo.

No hay manera de explicar lo inexplicable. La irracionalidad de algunos empaña la fiesta de todos y termina enfrentando en todos los terrenos a dos instituciones que más allá de la rivalidad deportiva, deberían ser amigas.

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