“Cococho en el patio”: el ídolo que sigue conversando de fútbol en la memoria de su gente

La semana pasada se cumplió un nuevo aniversario del fallecimiento de Ernesto Juan Álvarez, conocido por "Cococho" y “Cachirulo”. Falleció a la edad de 70 años, víctima de una enfermedad degenerativa. Tanto la institución sabalera como el fútbol santafesino estuvieron de luto.

A seis años del fallecimiento del ídolo sabalero y referente barrial, su historia vuelve a contarse desde los patios, las sobremesas y las voces que lo conocieron más allá de la cancha: la memoria íntima de un hombre que dejó huella en el deporte y en la vida cotidiana, a través de los relatos, que realizaron a EL ARGENTINO, de sus hija Vanesa y Fabiana y su hermana Stella .

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Trayectoria de un ídolo con raíz barrial

Ernesto Juan “Cococho” Álvarez nació en Gualeguaychú y dio sus primeros pasos en Pueblo Nuevo, donde lo apodaban “Cachirulo”. Jugó 213 partidos en la institución sabalera en sus dos ciclos. Durante su enfermedad, el pueblo sabalero se solidarizó con el jugador, presente durante 1972 y 1976, junto a su segundo ciclo en el año 1984. Marcó 45 goles; se ubica en el cuarto lugar de los máximos goleadores de la institución sabalera.

Su talento lo llevó a Estudiantes de La Plata, donde integró el plantel campeón Intercontinental en Inglaterra frente al Manchester United. Ernesto “Cococho” Álvarez fue parte de ese plantel campeón de la Copa Intercontinental en 1968. Aunque no fue titular en los partidos, estuvo en el banco de suplentes durante la final.

De la mano de la dirección técnica del “Gitano” Juárez, conformó uno de los mejores planteles históricos del Club Atlético Colón a lo largo de su gran historia en la Primera División. Brilló en Colón de Santa Fe, donde es considerado uno de los máximos ídolos. Tuvo dos etapas en Colón: en 1972-1976 y en 1984, y convirtió 45 goles en 213 partidos disputados. Dejó huella en Deportivo Cali, con 226 partidos y 35 goles.

Aunque no proviene de una declaración oficial de FIFA, según medios como Colombia.com y El Tiempo, Cococho Álvarez marcó 8 goles olímpicos, directamente desde el tiro de esquina, durante su paso por Deportivo Cali, lo que lo convirtió en un referente mundial en esa especialidad. Su récord fue citado en entrevistas y notas que mencionan investigaciones y estadísticas que lo ubican como el máximo anotador de goles olímpicos en el fútbol profesional, lo que le valió el apodo popular de “Rey del córner”.

Ya retirado, fue técnico de Juventud Unida y coordinador de inferiores en Colón, facilitando el camino de muchos jóvenes de Gualeguaychú hacia el fútbol profesional. En relación a esto, Fabiana, su hija mayor recuerda una historia con mucho cariño: “Mi papá llevó a varios chicos a probarse en distintos clubes, y uno de ellos fue Pepe Bauzá, que hoy está jugando en el Nacional de Medellín. Fue él quien lo acercó a Colón, lo acompañó en ese primer paso. Pepe lo recuerda con mucho cariño. Yo lo sé porque la mamá de Pepe es compañera mía, y siempre me cuenta cuánto le agradecen lo que hizo por él, por lo que hoy es como jugador y como persona.”

“Ese chico jugó en Rumania y en varios países. Lo más lindo es que está jugando en el país donde también jugó mi papá. No en el mismo equipo, pero sí en Colombia. Eso lo emociona mucho, porque siente que está siguiendo sus pasos, aunque sea desde otro lugar”, mencionó Fabiana emocionada.

Cococho falleció en su ciudad natal, Gualeguaychú, lo que refuerza el vínculo territorial y familiar. Allí también recibió homenajes y fue recordado por su calidez humana, no solo como futbolista.

El fútbol en el patio: la memoria de Vanesa

Su hija Vanesa, comentó a EL ARGENTINO que lo recuerda con ternura: “Yo era muy chica, pero recuerdo que cuando yo llegaba a la casa de la abuela en las tardes de verano, mi abuela se sentaba con unas galletitas y él entraba y siempre saludaba con un ‘buenas’. Se sentaba con el tío Chita y Guillermo y tomaban su cervecita en el patio. Siempre hablaban de fútbol, toda la tarde conversando de fútbol ahí en el patio.”

La imagen que construye Vanesa es la de un hombre reservado, pero profundamente presente para ella, que lo vivió desde su infancia. Un padre que no hablaba mucho, pero que estaba. “Mi papá ayudaba a levantar a la abuela, a ella siempre la cuidaban entre ellos.”

Vanesa vivió con Cachirulo en Rafaela y recuerda los viajes por los pueblos de Santa Fe, las ventas, los silencios, y ese modo de estar que no necesitaba palabras para dejar huella. “Vendía bingos y viajaba mucho por los pueblos de Santa Fe.”

Su hija recuerda que la enfermedad fue difícil de transitar: “No fueron momentos fáciles, la familia se plantó fuerte y se hizo mucho para afrontar los costos que demandó la enfermedad.”

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La admiración que no se apaga: la mirada de Estella

Stella su hermana menor, habló con EL ARGENTINO, mencionó que vivió la carrera de Cococho desde la distancia generacional: “Yo tengo 20 años menos. Cuando él salió campeón con Estudiantes en el 68, yo era chica. No viví su época de gloria.”

Pero hay una escena que la marcó: “Fuimos a ver Colón-Boca en Santa Fe. La gente lo reconocía. Lo admiraban. Y eso que ya había pasado mucho tiempo.”

Con hondo pesar, su hermana lo recuerda con amor pero aún siente su partida: “Me cuesta hablar de él porque, a pesar de que han pasado 6 años que no está con nosotros, todavía duele mucho su partida”, finalizó Stella.

La admiración popular, incluso años después de su retiro, revela el impacto que Cococho dejó en la hinchada sabalera. Para Stella, ese reconocimiento fue una forma de descubrir a su hermano desde otro lugar.

El “Rey del córner” no solo dejó un récord de goles olímpicos, sino una forma de estar en el mundo. Su historia familiar, su compromiso con las inferiores y su vínculo con Colón y Estudiantes lo convierten en una figura que trasciende el deporte. En cada homenaje, en cada testimonio, se reconstruye una memoria que es colectiva, barrial y profundamente entrerriana.