Gualeguaychú

¿Urdinarrain volvió al basural a cielo abierto?

El modelo de gestión ambiental que supo ser referencia regional hoy está cuestionado. La cooperativa “Si se quiere se puede” se retiró de la planta en agosto. Aunque vecinos denuncian acumulación de basura, el intendente Sergio Martínez afirmó que se recuperaron en septiembre más de 30 mil kilos.

Lunes, 29 de Septiembre de 2025, 6:01

Redacción EL ARGENTINO

La Planta de Tratamiento de Residuos Sólidos Municipal de la ciudad de Urdinarrain fue inaugurada en 2014 como parte de una política ambiental que buscaba reducir el impacto de los basurales a cielo abierto en el departamento Gualeguaychú. Ubicada en el acceso norte de la ciudad, sobre la Ruta Provincial N°20, fue pensada como un espacio de clasificación, recuperación y reciclado de materiales, con participación de la cooperativa “Si se quiere se puede” Ltda. en articulación con la Municipalidad.

 

Durante años funcionó como un modelo de gestión para localidades vecinas, con separación en origen, recolección diferenciada y tratamiento de residuos secos. La cooperativa fue la encargada de operar la planta, clasificando, prensando fardos y manteniendo el predio en condiciones.

 

En diálogo con EL ARGENTINO, el intendente de la ciudad Sergio Martínez aclaró que “al inicio de la gestión, en el 2019, la planta recuperaba cinco productos y hoy estamos por encima de 30 a 35 productos que se venden, en los llamados a licitación al mejor postor”.

En relación a los productos, el Intendente detalló: “Se recupera todo el vidrio enterrado, las cubiertas se van de la ciudad a diferentes destinos, con el orgánico se hace compost destinado al vivero municipal para embellecer espacios públicos”.

 

Sin embargo, desde agosto de 2025, la cooperativa responsable decidió no renovar el contrato tras denunciar condiciones laborales precarias, falta de herramientas básicas, un sistema de comercialización desfavorable y desinterés del Municipio en convocarlos al diálogo. Desde entonces, “no hay actividad de reciclado ni clasificación y los residuos secos se acumulan sin tratamiento”, aseguraron vecinos de la zona. Actualmente, la planta se encuentra con una actividad de reciclado y clasificación “dudosa” y los vecinos denuncian que se ha transformado en “un basural a cielo abierto”.

 

 

Por su parte Martínez afirmó que “la cooperativa presentó formalmente la no renovación del contrato desde el 31 de agosto”, por lo que “actualmente lo estamos haciendo con personal que contratamos, muchos de ellos fueron miembros de la cooperativa y lo están haciendo muy bien”.

 

“Hubo un tiempo de transición que se nos complicó hasta que logramos acomodarnos nuevamente y brindar el servicio como veníamos haciendo”, fundamentó el funcionario.

 

 

Ingresos bajos y variables

 

La cooperativa “Si se quiere se puede” sostuvo el funcionamiento de la planta de tratamiento de residuos de Urdinarrain. Comenzaban la jornada a las cinco de la mañana y muchas veces trabajaban hasta entrada la tarde. Lo hacían sin ropa adecuada, sin herramientas básicas y con ingresos mínimos. El contrato finalizó el 1° de agosto y no hubo respuestas ni renovación. EL ARGENTINO conversó con Sonia Muñoz, secretaria de la cooperativa, quien dio su testimonio y reveló las condiciones que enfrentaron y las razones que llevaron al retiro del espacio.

 

 

“Nosotros nos dedicamos a reciclar 24 productos. Entramos a las 5 de la mañana para que nos alcanzaran las horas y poder terminar de clasificar. Cuando teníamos mucha mercadería, de 7 a 11 bolsones, recién ahí podíamos prensar y hacer un fardo. Depende de eso veíamos si a la tarde seguíamos o no con el trabajo. A veces estábamos muy cansados, así que no lo dejábamos para el día siguiente”, contó.

 

La cooperativa recuperaba materiales como cartón, plástico, vidrio, aluminio, papel, entre otros. El trabajo era intenso y muchas veces se excedían en el horario pactado. “Mayormente teníamos siempre la planta en buenas condiciones, porque la dejábamos limpia. No había horario, pero limpiábamos todo. Así que siempre quedaba en buenas condiciones”, aseguró la cooperativista.

 

A pesar de la importancia ambiental y social de la tarea, los ingresos eran bajos y variables. “Los meses anteriores con la venta de la mercadería no llegamos ni a 200.000 pesos por mes. El Municipio nos daba por tonelada 40.000, más IVA incluido. Y si pasábamos las 30 toneladas, nos daba 48.000. Pero eso casi nunca pasaba”, relató Muñoz a EL ARGENTINO.

 

La plata se repartía entre ocho a once personas, aunque muchas trabajaban solo algunas semanas y luego se retiraban. “Igual se les daba su parte. Pero era poca plata para tantas horas. Y al final, ya no nos daban ni la palita, que es una minicargadora que sí o sí tenés que tener para arrimar los residuos que llegaban y para sacar los fardos de la prensa. Cuando no la teníamos, eso lo hacíamos a mano”.

 

 

Un vínculo desigual con el Municipio

 

La cooperativa dependía del Municipio para la venta de los materiales. “Todo pasaba por el Municipio. Ellos sacaban las licitaciones y avisaban a los compradores. Nosotros debíamos estar desentendidos del tema. Solo les pasábamos las toneladas que juntábamos de mercadería y ellos hacían todo lo otro”, explicó la ex trabajadora del lugar.

 

La posibilidad de vender por fuera del circuito oficial fue rechazada por el Municipio, que temía conflictos internos. “Nosotros queríamos vender libre, poder elegir a quién venderles, porque muchas personas nos llamaban para comprar en negro. Le planteamos el tema al Municipio para que no nos descuenten el IVA y la pudiera repartir el contador. Siempre fue un no rotundo. El Municipio tenía miedo de que nos peleáramos por la plata. Aunque nosotros le explicamos que el contador iba a recibir esa plata si vendíamos en negro”.

 

Además, la cooperativa dejó de recibir elementos básicos para el trabajo: “No nos daban ropa, que ellos tenían que dar: zapatos, pantalones, todas esas cosas ya no nos daban más”.

 

 

El final del contrato y sus consecuencias

 

“En la actualidad, y debido al colapso de la planta por la acumulación de residuos no separados en la misma, hacen la disposición final a cielo abierto en el fondo de la planta”, mencionaron desde un medio de Urdinarrain tras recorrer el predio. Por su parte, el Intendente manifestó: “Tengo el dato actual de que se recuperaron en septiembre más de 30 mil kilos de residuos reciclables”.

 

La falta de diálogo fue una de las causas del retiro de la empresa cooperativa. “No nos atendían cuando queríamos reunirnos, no nos tenían en cuenta. Nosotros nunca quisimos renunciar, pero la verdad que en esas condiciones ya no podíamos seguir trabajando”, manifestó la secretaria de la cooperativa.

 

Urdinarrain había logrado posicionarse como referencia regional en gestión de residuos. La separación en origen, la articulación con cooperativas y la recuperación de materiales eran pilares de una política ambiental progresiva. Hoy, ese modelo “está en pausa”, para vecinos que temen a las consecuencias del no tratamiento adecuado de los residuos.

 

“La solución a esta situación es que tengamos mejores condiciones laborales y un sueldo digno. Que podamos manejar nuestras ventas. Nosotros de por sí nunca quisimos renunciar, pero ya no se podía seguir”, concluyó Sonia Muñoz.

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