Gualeguaychú

Madres, jugadoras y pioneras: el fútbol femenino que se abre paso en Gualeguaychú

Desde una prueba piloto sin puntos en 2017 hasta torneos infantiles y selecciones provinciales, el fútbol femenino oficial en Gualeguaychú se abrió paso entre grandes desafíos ¿Que pasaba anteriormente con el fútbol femenino en los barrios? ¿Cómo vive la experiencia una deportista?

Domingo, 14 de Septiembre de 2025, 6:31
Belén De Zan capitana de Juventud. 1º División

Por Sandra Insaurralde

Desde los campitos barriales hasta las selecciones provinciales, el fútbol femenino en Gualeguaychú fortaleció su identidad entre desafíos estructurales y convicción colectiva. La reconstrucción de su recorrido es a través de testimonios de jugadoras, dirigentes y referentes que lo impulsan cada fin de semana.

 

 

Fútbol femenino barrial: pasión, historia y lucha

 

El fútbol femenino barrial en Gualeguaychú ha sido una de las bases invisibles pero fundamentales para el crecimiento de la disciplina en la ciudad. Los torneos de fútbol 7 en barrios como Barrio Norte, Suburbio Sur y Pueblo Nuevo han sido espacios clave para que muchas jugadoras se formen, se reencuentren con el deporte o simplemente tengan un lugar donde jugar sin restricciones.

 

Los torneos son autogestionados por referentes locales, delegadas y clubes barriales, estos no siempre están formalizados, pero cumplen un rol social enorme. Participan mujeres de todas las edades, muchas de ellas madres, trabajadoras o estudiantes que no encuentran espacio en los clubes tradicionales. En contextos donde el fútbol femenino no tenía lugar en las instituciones, los barrios sostuvieron la práctica siendo cunas de las primeras grandes figuras del fútbol femenino de Gualeguaychú. Santa Isabel Rinaldi, conocida como “La Tato”, es una de las pioneras que lo vivió desde adentro y en diálogo con EL ARGENTINO contó su historia.

 

“Empecé entre 1985 y 1986, cuando tenía dieciséis años. Se hacía en todas las canchitas que había, si había un campito se armaba un arco, una red, se marcaba y se jugaba”, recordó la jugadora de Unión. En ese entonces, ya había entre 14 y 15 equipos femeninos en la ciudad. “Vivíamos jugando al fútbol. Se llamaba ‘a la bolsa’ porque jugábamos por plata, por un asado o cordero. Para mí todos los domingos eran sagrados, me preparaba el bolcito y salía a jugar. Era pasión lo que sentía por la pelota”.

 

Con el tiempo, Tato representó a Gualeguaychú en ciudades como Fray Bentos, Concepción del Uruguay y Rosario del Tala. También integró equipos reforzados como el que organizó Ricardo Maitegui, representando a Pueblo Nuevo. “Jugábamos por un trofeo o por un cajón de gaseosas. Todo a pulmón. Las mismas jugadoras trabajaban para mantener el equipo, pagar el árbitro y la cancha, todo era sacrificio propio”, recordó Rinaldi con entusiasmo.

 

Hoy, a sus 55 años, sigue jugando con la misma entrega: “Estoy de 10 para jugar - afirmó con una sonrisa-. Llega el domingo, me preparo la mochilita y juego. Si me ponen, juego; si no me ponen, igual estoy. El fútbol para mí es todo”.

 

Su trayectoria está marcada por el compromiso barrial y la perseverancia. Representa al Club Unión, con el que ganó 11 títulos. “Tengo 11 campeonatos con Unión. Después hay otros equipos, como Independiente, Sporting, Sarmiento, Sudamérica, cada club tiene su propio equipo. Yo represento a Unión”, cuenta con orgullo.

 

También destaca el crecimiento de equipos como Porteño y Urquiza: “Tienen muchas chicas buenas, muy buen equipo. El fútbol femenino está muy atrayente ahora”. La quinta edición de la Copa Gualeguaychú de fútbol femenino llevó su nombre como homenaje. “Es un reconocimiento que me emociona. El fútbol nos da valores: compañerismo, humildad y solidaridad”.

 

 

Santa Isabel Rinaldi, conocida como “La Tato”, jugadora de Unión. El equipo más ganador de torneos oficiales

El puntapié inicial: entre reuniones y convicción

 

En diálogo con EL ARGENTINO, Ricardo Insaurralde, DT y secretario del Club Sarmiento, y Oscar Roldán, periodista y primer secretario del área en la Liga Departamental, reconstruyen los orígenes del fútbol femenino oficial en la ciudad.

 

La organización formal comenzó en 2017 con una prueba piloto sin puntos bajo el nombre de Copa Gualeguaychú. “Fue con el objetivo de fomentar la disciplina”, recuerda Insaurralde. En 2018, se concretó el primer torneo oficial organizado por la Liga Departamental, con 15 equipos participantes. “Entre ellos estaban Aguilar, Luchador del Norte, Defensor del Este, Central Larroque que hoy ya no están”, detalló.

 

Oscar Roldán sitúa ese año como fundacional: “Me convocó Garbino en 2018, durante su gestión. Ya se venía hablando en el Consejo Federal de AFA y en la Federación Entrerriana. Se comenzó a trabajar con equipos afiliados y otros invitados. Fue un hecho histórico”.

 

Ese mismo año, Gualeguaychú fue sede del Torneo Nacional de Selecciones de Fútbol Femenino Mayores. “Nos tocó un rival durísimo: Rosario, en cancha de Central Córdoba. Se perdió, pero fue una experiencia muy buena para las chicas”, relató Roldán. En ese equipo rosarino jugaba Vanina Correa, arquera de la selección argentina. “Fue un antes y un después”.

 

Durante la pandemia, sólo se jugó la Copa Gualeguaychú, cuya final se disputó en 2021. Luego se retomaron los torneos oficiales con continuidad en 2022, 2023 y 2024. “Va creciendo de a poco, muy de a poco. Pero va marchando”, afirmó Insaurralde.

 

Uno de los grandes objetivos del DT sarmientino es consolidar el semillero: “Dentro de uno o dos años, Sarmiento debería estar formado por todas las niñas de la cantera. Hoy hay cinco o seis en primera que salieron del club. De acá a cuatro años, queremos ser una potencia en fútbol femenino”.

 

También destacó el primer torneo de fútbol infantil femenino que se está disputando en la ciudad: “Faltan dos fechas para terminar. Sólo se presentaron seis equipos. Ese es otro desafío: que todos los clubes tengan su equipo infantil”.

 

Ambos referentes coincidieron en que el crecimiento no ha sido fácil. “La mayoría de las jugadoras son madres, otras están solas. Se complica para practicar. Y seguimos teniendo los peores árbitros. Una vez terminamos de jugar a la una de la mañana, un día de semana”, exclamó Ricardo.

 

Oscar agregó: “Habría que organizar la actividad en un mismo día, agrupar los partidos en una sola cancha. Que no estén tan dispersos. Por otro lado, hay una deuda que se está saldando: que haya árbitras mujeres. Ya hay chicas que se están sumando al referato, y esto es un acierto”.

 

 

Mayo 2025. La Liga Departamental puso en marcha sus torneos de fútbol femenino infanto juveniles

 

El fútbol femenino tiene que escribir su propia historia

 

La historia del fútbol femenino en Gualeguaychú no puede contarse sin la voz de quienes lo juegan. Las jugadoras enfrentan barreras estructurales, culturales y económicas que exceden lo deportivo. En ese marco, el testimonio de Belén De Zan, capitana de Juventud Unida, aporta una mirada desde adentro.

 

“Empecé hace no mucho, en 2020, ya de grande, con 24 años. La mayoría me lleva muchos años de experiencia”, contó Belén con humor a EL ARGENTINO. Su ingreso fue inesperado: “Nunca había jugado. De chica hacía vóley, pero por una lesión de hombro tuve que dejar. Busqué un deporte que no lo involucre, y así empezó todo”.

 

Llegó a Juventud Unida por invitación de “Chicho” Saucedo. “El fútbol femenino en el club tiene una historia reciente, pero hemos crecido muchísimo en poco tiempo. Eso hizo que disfrute estar ahí, sumado al grupo humano que es increíble”.

 

También reconoció las dificultades: “Hay miles, como en cualquier deporte en la rama femenina. Cuando representamos a la ciudad en un provincial, los costos son altísimos y el esfuerzo colectivo enorme. El apoyo es casi nulo”.

 

Destacó el rol de las delegadas: “Tenemos la suerte de tener un grupo que empuja bastante para conseguir lo que merecemos. Yo lucho bastante a la par. Los sponsors son siempre de mucha ayuda”.

 

Belén propuso dejar de comparar al fútbol masculino con el femenino: “Hay que seguir puliendo aspectos para que el femenino escriba su propia historia y cada vez más se apueste a su crecimiento”.

 

Sobre el rol de la mujer en el fútbol, reflexionó: “Todavía falta naturalizar que nosotras también jugamos. Tiene que ser un espacio de actividad física y disfrute como cualquier otro”. En las formativas, reconoce avances pero también desafíos: “Todavía cuesta armarse, pero tener un torneo oficial hizo que se dé un salto grande”.

 

El fútbol femenino en Gualeguaychú no nació de una estructura formal ni de una planificación institucional. Nació en los barrios, en los campitos improvisados, en el esfuerzo de madres, jugadoras y pioneras que decidieron jugar a pesar de todo. Hoy, esa historia se sigue escribiendo con cada torneo, cada entrenamiento y cada gurisa que se anima a patear la pelota. La disciplina avanza, pero aún enfrenta deudas estructurales: falta de recursos, escasa visibilidad, arbitrajes desiguales y espacios limitados. Sin embargo, lo que no falta es voluntad, talento y una identidad que se fortalece cada fin de semana en cada barrio, en cada club y en cada jugadora que elige el fútbol como forma de vida.

 

Gualeguaychú tiene historia, presente y futuro en el fútbol femenino. Lo que resta es reconocerlo, acompañarlo y garantizar que esa pelota siga rodando con igualdad, respeto y memoria.

 

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