Redacción EL ARGENTINO
El fútbol infantil en Argentina es mucho más que un deporte: es un semillero de talentos que alimenta la pasión de los clubes grandes y pequeños. En Buenos Aires, las divisiones inferiores de instituciones como Huracán, San Lorenzo, River o Boca son espacios donde miles de chicos sueñan con llegar a primera. Allí, la formación deportiva se combina con valores de esfuerzo, disciplina y compañerismo.
Lucas Farabello, de apenas 9 años y oriundo de Gualeguaychú, es uno de esos jóvenes que ya transita ese camino, entrenando en las inferiores de Huracán. En diálogo con El Argentino, relató: “Mi nombre es Lucas Farabello, jugué desde chiquito en Pueblo Nuevo categoría 2016. En diciembre de 2024 fuimos a Huracán a probar suerte acompañados por el gran Germán ‘Pinino’ Lapalma. La prueba fue una hermosa experiencia desde lo deportivo y un orgullo personal de estar a la altura de los chicos de allí”.
El pequeño recuerda con claridad aquel primer encuentro: “El primer día que fuimos me dijeron que me esperaban en febrero para sumarme al grupo. En este lapso de tiempo hubo cambios de profe, así que tuve que ir como a probarme otra vez y gracias a Dios me fue bien nuevamente”.
Esfuerzo familiar: viajar para jugar
La adaptación no fue sencilla. “Al principio me costó bastante el no jugar más con mis compañeros de acá, aunque cada tanto lo hago. Voy a ver sus prácticas y termino sumándome a los entrenamientos”, contó.
Sin embargo, el recibimiento en Huracán fue clave: “Me recibieron de la mejor manera, tantos profesores, compañeros y padres valoran mucho el sacrificio que hacemos tanto yo como mis padres”.
El esfuerzo es parte de la rutina familiar: “La verdad que tanto viaje cansa un poco. Me retiran antes de la escuela los días que viajamos y volvemos a la tarde. Los domingos salimos muy temprano para los partidos y después pasamos allá porque jugamos siempre temprano”.
Entre la pelota y los caballos
La meta para el futuro inmediato es clara: “Para el año que viene la meta es seguir estando en el primer grupo y seguir aprendiendo todos los días más. Y si no, donde me toque estar”.
Pero Lucas también guarda un sueño personal que lo conecta con su vida en Gualeguaychú: “Mi mayor sueño es tener un montón de caballos y poder andar todos los días”.
Historias como la de Lucas reflejan el espíritu de los semilleros del fútbol argentino, donde cada niño que se calza los botines lleva consigo ilusiones, sacrificios y la esperanza de convertirse en parte de la rica tradición futbolera del país. Huracán,
como tantos otros clubes, se convierte en escenario de esos primeros pasos que, más allá de los resultados, dejan huellas imborrables en la vida de los chicos y sus familias.