Política

Las Naciones Unidas y la crisis del multilateralismo

La semana pasada los líderes del mundo debieron reunirse en coincidencia con los 80 años del organismo. ¿Cuál es el “lado B” de una organización que enfrenta graves conflictos y pocos acuerdos?

Domingo, 28 de Septiembre de 2025, 10:00
Ilustra Diego Abu Arab

Por Natasha Niebieskikwiat (Para EL ARGENTINO)

La Organización de las Naciones Unidas está cumpliendo en este 2025 sus 80 años de existencia. Pero el clima está muy lejos de ser un festejo: el multilateralismo está en crisis y ello se espeja en una fuerte polarización sobre qué hacer con este organismo que no sólo no exhibe éxitos para resolver conflictos, sino que los Estados lo burlan para encarar sus propios intereses.

 

Trump amenaza con desfinanciarlo y el resto de los donantes tampoco muestran grandes voluntades de hacerlo. Hay sangrientas y prolongadas guerras sin resolver y eso genera que el Consejo de Seguridad permanezca por completo estancado. Una es la de Rusia y Ucrania; la otra la de Israel contra el grupo terrorista Hamas, pero que ha dejado a la población civil de Gaza sometida a un drama humanitario descomunal. Para el caso, Xi Jinping, de China; Vladimir Putin, de Rusia; Narendra Modi, de India; y Claudia Sheinbaum, de Mexico pegaron un faltazo a la Asamblea General, que sesionó la última semana con Trump y Benjamín Netanyahu de protagonistas.

 

"En realidad, podemos decir que estamos en una organización que está en una especie de caída libre", se sinceró esta semana el director de la ONU ante el Grupo Internacional de Crisis, Richard Gowan.

 

 

Globalistas vs Soberanistas. ¿Quién gana la batalla?

La comunidad internacional sigue muy lejos de cumplir los objetivos acordados para el desarrollo o contra el cambio climático. Ello se ve más empantanado por la pelea entre los llamados “globalistas”, que son los multilateralistas, y los “soberanistas”. Entre los segundos, están los negacionistas y críticos de la ONU: la ultra y la nueva derecha, los presidentes Donald Trump y Javier Milei, ambos protectores de Benjamin Netanyahu en su cruzada en Gaza.

 

Milei se reunió con ellos la semana pasada en Nueva York. En el contexto de su participación en la Asamblea General de la ONU recibió, además, un fuerte respaldo del líder republicano y del secretario del Tesoro, Scott Bessent. Ese respaldo fue de promesas políticas y económicas, entre otros mecanismos, que aliviaron el mercado por estos días, sometido a grandes turbulencias financieras, pero que generaron fuertes críticas internas a Trump en los Estados Unidos.

 

Trump anunció la salida de Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), del Acuerdo de París y de la UNESCO. No tiene diálogo con el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, por considerarlo un “socialista” y “anti israelí”. Guterres encara sus últimos meses de mandato y entre los candidatos a sucederlo se encuentra el argentino Rafael Grossi. El Presidente de los EEUU encara los conflictos de manera bilateral sin contar con la ONU: se destacan sus intentos de arreglar con los líderes de Rusia y Ucrania; con el de Israel y los países árabes; con los de Armenia y Azerbaiján y los de India y Pakistán.

 

 

Entre los recortes humanitarios y el retiro de algunos gobiernos

La ONU enfrenta una crisis económica tal que evalúa mudar sus instalaciones fuera de los Estados Unidos para abaratar los altos costos de Nueva York. Por si ello fuera poco, la ayuda humanitaria global, una de las pocas áreas en las que lideraba, se encuentra amenazada precisamente por los recortes presupuestarios, y la apatía de los donantes.

 

Siguiendo a Trump, Milei dijo que Argentina se iba de la OMS -algo serio si se concretara porque nuestro país sí depende de ciertos programas de salud de la ONU, a diferencia de EE.UU-, pero no anunció su salida del Acuerdo de Paris.

 

No menos serio es que el canciller Gerardo Werthein retirara la candidatura de Argentina a integrar un nuevo periodo el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Argentina fue miembro fundador del Consejo, una voz líder y respetada en este espacio contra los abusos cometidos, por ejemplo, en Corea del Norte, Irán, Nicaragua, Cuba o Venezuela. O donde se oían criticas también para la Argentina y para todos. Ahora, en solidaridad con Israel -al que se lo critica por el sufrimiento de la población gazatí-, el Gobierno argentino decidió dejar la silla vacía.

 

Además, el gobierno de Milei apeló a la estrategia de enviar diplomáticos de bajo rango y sin autoridad a los grandes foros multilaterales o regionales, sea la cumbre mundial de los océanos, la Iberoamericana o la Celac. La idea es mostrar una mezcla de baja presencia y desinterés.

 

La conmemoración de los 80 años de la ONU no encuentra, por lo tanto, motivos para la celebración, sino la urgente necesidad de una reflexión profunda por la combinación de ideologías que la paralizan, sumada a su actual crisis económica. Así, el multilateralismo es visto no como una solución, sino como un obstáculo. El riesgo real es que se erosionen no solo las estructuras de paz y cooperación, sino también la última red de contención –común y global-frente a los conflictos del XXI, dejando a la comunidad internacional más fragmentada y vulnerable que nunca.

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