Política

La UCR define su conducción en medio de fracturas internas y la presión del mileísmo

Entre la atracción al oficialismo y la idea de una alternativa no peronista, la UCR debate su rumbo mientras define nuevas autoridades en un clima de incertidumbre.

Lunes, 8 de Diciembre de 2025, 8:48

Redacción EL ARGENTINO

La Unión Cívica Radical (UCR) atraviesa un momento de introspección forzada. Con su estructura nacional debilitada tras años de retrocesos electorales y fracturas internas, el partido se prepara para elegir nuevas autoridades el 12 de diciembre, cuando 106 delegados definirán quién tomará el timón de una fuerza que aún busca un lugar en el ecosistema político que emergió con Javier Milei.

 

La discusión interna se da en un clima incómodo ya que los gobernadores radicales aplicaron estrategias divergentes durante las últimas elecciones nacionales. Mientras Alfredo Cornejo en Mendoza y Leandro Zdero en Chaco sellaron pactos exitosos con La Libertad Avanza, sus pares Carlos Sadir, Maximiliano Pullaro y Gustavo Valdés apostaron por Provincias Unidas, con resultados dispares.

 

Esa fragmentación derivó en un mapa parlamentario igualmente fracturado. Martín Lousteau optó por integrarse al bloque de PU, mientras el sello formalmente radical quedó reducido a seis diputados bajo el liderazgo de Pamela Verasay, acompañado por legisladores afines a Zdero.

 

A esa dispersión se suman movimientos individuales que acentuaron la crisis de identidad. Karina Banfi quedó en un monobloque propio, mientras tres excorreligionarios (Luis Picat, Federico Tournier y Mariano Campero) se alinearon directamente con La Libertad Avanza, ganándose el irónico mote de “radicales con peluca”. En contraste con la atomización en Diputados, los once senadores radicales acordaron mantener un bloque unificado para preservar lo que consideran el último bastión institucional aún en pie.

 

El debate al interior de la UCR

La disputa de fondo, sin embargo, excede la ingeniería parlamentaria. Gobernadores, legisladores y operadores históricos como Emiliano Yacobitti, Enrique Nosiglia, Daniel Angelici, Maximiliano Abad y Gerardo Morales negocian una definición estratégica: qué representa hoy la UCR y qué tipo de oposición pretende encarnar frente a un oficialismo que ha redefinido las coordenadas ideológicas del país. El punto de confluencia será la elección de la conducción nacional, compuesta por un presidente, tres vicepresidentes y una estructura ejecutiva de quince miembros.

 

La votación del viernes reunirá a una mesa amplia de delegados provinciales, sectores juveniles y organizaciones internas. Políticamente, el cuerpo electoral se divide en cuatro corrientes: una alineada con Morales, otra referenciada en el tándem Evolución (Yacobitti–Nosiglia–Lousteau), un tercer grupo cercano a Valdés y un cuarto espacio repartido entre figuras como Cornejo. Bajo ese esquema, ninguna facción tiene capacidad de imponer un nombre sin pactar.

 

Pese a ello, hay un consenso creciente alrededor del gobernador correntino Gustavo Valdés como figura capaz de sintetizar intereses y liderazgos. Aunque él mismo ha dicho que no busca la presidencia partidaria, dio señales ambiguas que muchos leen como disposición a aceptar si la presión interna se vuelve irresistible. Valdés llega fortalecido: revalidó su hegemonía provincial imponiendo a su hermano como sucesor y fue el único referente de Provincias Unidas que logró vencer a Milei en su distrito.

 

La hipótesis Valdés convive con un conflicto latente dentro del radicalismo más cercano al mileísmo. Alfredo Cornejo enfrenta un dilema político: su antiguo rival interno, Luis Petri, ahora plenamente identificado con La Libertad Avanza, obtuvo un respaldo electoral robusto y se proyecta como gobernador en 2027. Sin reelección posible y con la interna en estado líquido, el mendocino sabe que su margen de maniobra depende de cómo evolucione la relación entre la UCR y el gobierno nacional. Su sector sostiene que el partido debe “interpretar” el movimiento social que impulsó a Milei; otros, en cambio, interpretan que esa ventana ya se cerró.

 

En paralelo, un grupo mayoritario dentro del radicalismo cree que la única estrategia sostenible es consolidar Provincias Unidas como alternativa no peronista al oficialismo, capaz de disputar poder sin quedar subsumida en el orden libertario. El debate del viernes será, en ese sentido, más que una elección interna: será un test de supervivencia para un partido que alguna vez fue pilar de la política argentina y que ahora discute si puede volver a serlo.

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