Gualeguaychú

“La prevención es nuestra mejor aliada”: el mensaje que se multiplica en el octubre Rosa

¿Cuándo comenzar a realizarse la mamografía? ¿Con qué frecuencia? Son miles las preguntas que surgen a la hora de la prevención. EL ARGENTINO entrevistó a Belén Gómez, Radióloga y Licenciada en Producción de Bioimágenes egresada de la UBA y con acreditación del Instituto Nacional del Cáncer (INC)

Domingo, 19 de Octubre de 2025, 6:01

Por Mónica Farabello

En el Hospital Centenario se concretó una interesante iniciativa para sumar mamografías a pacientes de la ciudad. La campaña, enmarcada en el Octubre Rosa, busca facilitar el acceso al estudio y promover la detección temprana del cáncer de mama, una enfermedad que, diagnosticada a tiempo, puede tener hasta un 90% de probabilidades de cura.

 

Entre placas, imágenes y consultas, trabaja Belén Gómez, Radióloga y Licenciada en Producción de Bioimágenes egresada de la UBA, con acreditación del Instituto Nacional del Cáncer (INC), quien se ha convertido en una de las voces más activas en la concientización sobre la salud mamaria en Gualeguaychú.

 

Para Belén la detección temprana no se divulga sólo en octubre, sino que es cuestión de los 365 días del año. Así lo expone en sus redes sociales, para magnificar un mensaje que debe llegar a todas.

 

Belén Gómez

 

“Nosotros tenemos turnos durante todo el año, no solo en octubre”, aclara Belén, con la firmeza de quien conoce el valor del seguimiento continuo. Aun así, reconoce la importancia de las campañas masivas que logran acercar a mujeres que postergan el control: “Este mes se reparten tickets en los centros de salud, y con eso pueden venir al hospital sin necesidad de un pedido médico. Ya superamos los 160 turnos”.

 

Pero la tarea de Belén no se limita a las imágenes. Desde hace años impulsa espacios de diálogo y educación a través de “Tetas en Movimiento”, una iniciativa que nació junto a una colega con el propósito de llevar charlas a centros comunitarios, asociaciones y grupos de adultos mayores. “Queríamos que la gente se sienta activa en su salud, que entienda que hablar de prevención también es una forma de cuidar la vida”, explica.

El lema que la guía lo aprendió de un referente de la Liga de Lucha Contra el Cáncer: “Las comunidades mejor informadas viven más”.

 

El lazo rosa y lo que falta decir

Durante octubre, los lazos rosas se multiplican en redes sociales, vidrieras y edificios públicos iluminados de ese color. Belén valora el poder simbólico de esa imagen, pero advierte que el desafío real es ir más allá del gesto.

 

“El símbolo es importante, claro, pero muchas veces se queda en eso. Falta información, falta educación, falta continuidad en los controles. Hay que hablar de salud, no solo de enfermedad”, afirma.

 

La historia del lazo rosa, recuerda, surgió en los años 90, cuando la empresaria de cosméticos Evelyn Lauder de la firma Estée Lauder, impulsó la iniciativa inspirada en un lazo color durazno que otra activista usaba para promover la prevención del cáncer de mama. Desde entonces, el símbolo se expandió globalmente, ayudando a visibilizar la causa.

 

“Pero la verdadera conciencia no se logra solo con un color”, sostiene Belén. “Se logra cuando una mujer entiende por qué, cómo y cuándo debe hacerse su estudio, y cuando los profesionales también asumen su parte en ese circuito de prevención”.

 

En ese “circuito” al que se refiere, cada eslabón es clave. Belén lo detalla con claridad: “Hay mujeres que vienen, se hacen la mamografía, pero después no buscan el resultado. O lo retiran y no lo llevan al médico. O su ginecólogo no está capacitado en imágenes mamarias. En todos esos puntos se corta la cadena”.

 

Incluso menciona otro obstáculo: la creencia errónea de que a partir de cierta edad ya no es necesario hacerse estudios. “Hay médicos que les dicen a las pacientes que después de los 65 o 70 años no se hacen más mamografías, y eso no es así. Mientras la mujer tenga buen estado general, debe seguir controlándose”.

 

En el Hospital Centenario, el equipo de diagnóstico por imágenes todavía entrega las placas impresas, de máxima calidad, en lugar de códigos QR o links digitales. “Parece algo menor, pero cuando vos abrís una imagen digital en el celular y la hacés zoom, se pixela. En cambio, la placa permite un análisis más preciso. En otros países la digitalización funciona bien, pero acá aún faltan recursos y conectividad”, explica.

 

Cuándo empezar y por qué insistir

Las recomendaciones internacionales son claras: la primera mamografía debe realizarse a los 40 años y cada un año. Asimismo, hay excepciones. “Si tenés antecedentes familiares, empezás antes: a los 35, o diez años antes de la edad en la que tu familiar fue diagnosticada”, detalla Belén.

Las mujeres con prótesis mamarias también deben controlarse: “Se puede hacer perfectamente. Solo se agregan algunas imágenes más con una técnica específica que permite ver la glándula por separado”.

 

Sin embargo, el miedo y los mitos siguen siendo una barrera. “Muchas dicen que les va a doler o que tienen poco pecho y la máquina no va a poder tomar la imagen. Y no es así. La mamografía se puede hacer en cualquier tipo de mama. Lo más importante es que la paciente colabore y esté tranquila”, explicó.

 

Sobre el dolor, aclaró que es mínimo y depende de cada cuerpo y del momento del ciclo menstrual. “Hay mujeres que sienten más molestia si están por menstruar, porque la mama está más sensible. Pero la compresión que hace el mamógrafo es incluso menor que la presión que ejercen los dedos si uno se toma la mama con la mano. Lo que se percibe es la tensión de la piel, no un dolor profundo”, explica, desmitificando uno de los temores más frecuentes.

 

El valor del autoexamen

El autoexamen mamario también forma parte del camino hacia la prevención. “No reemplaza la mamografía, pero ayuda a que la mujer conozca su cuerpo y detecte cualquier cambio. Si notás un bulto, una retracción o un dolor nuevo, tenés que consultar”, insiste.

 

Belén suele explicar a sus pacientes que no todo nódulo o quiste implica cáncer: “Un nódulo es una masa que ocupa espacio y hay quistes líquidos. No siempre una dureza es cáncer. En muchos casos, las imágenes muestran superposiciones de estructuras, y para eso existen estudios complementarios, como la mamografía focalizada o magnificada. Por eso es fundamental que los resultados sean interpretados por profesionales especializados.”

 

En el sector público de Gualeguaychú, Belén lleva adelante un registro propio de mamografías desde hace algunos años, enmarcado en el sistema de tamizaje del Instituto Nacional del Cáncer. “Afortunadamente, no tenemos una alta cantidad de casos de cáncer de mama, pero eso no significa que bajemos la guardia”, advierte.

 

Según datos nacionales, la mortalidad por cáncer de mama está disminuyendo, aunque aumenta la incidencia, es decir, la cantidad de diagnósticos nuevos, especialmente en mujeres menores de 40 años.

 

“Eso nos obliga a reforzar el mensaje. Porque el rango de mayor mortalidad sigue siendo el de mujeres de 50 a 69 años, pero los casos tempranos están creciendo. La detección precoz salva vidas.”

 

La detección temprana no termina en la mamografía

Belén insiste en un concepto clave: la prevención no empieza ni termina en el estudio mamográfico. “La mamografía es el inicio del proceso de detección temprana, pero no el fin. Después hay que interpretar el estudio, derivar correctamente, hacer el seguimiento y mantener la continuidad año a año. Solo cuando todos los eslabones funcionan podemos hablar realmente de prevención.”

 

Por eso, en cada charla y en cada atención, Belén repite una idea sencilla pero poderosa: “La prevención es nuestra mejor aliada”.

Y agrega: “No se trata de vivir con miedo, sino de vivir informadas. Que las mujeres sepan que hacerse una mamografía no es doloroso, no es peligroso, y puede cambiarlo todo. Detrás de cada estudio hay una oportunidad de vida”.

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