Por Sandra Insaurralde
Despidos en fábricas, la falta de empleo formal, enfermedades incapacitantes, situaciones vinculadas al consumo y la ausencia de políticas públicas que incluyan al circuito informal son factores que atraviesan a un sector invisibilizado: el de quienes viven del cirujeo y la recolección de cartón, latas, PET y otros materiales reciclables que se venden en acopiadores de Gualeguaychú.
La realidad de los cartoneros refleja el impacto directo de las políticas de ajuste económico impulsadas por el gobierno de Javier Milei. El precio del cartón cayó más del 50 %, y la retracción del consumo interno hizo que haya menos papel y cartón en las calles.
Carreros y una incertidumbre diaria
Reciclados Elpidio, ubicado en el Boulevard Pedro Jurado, es un centro de reciclaje que se dedica a la recolección y procesamiento de materiales reciclables. Allí llegan los cartoneros que recorren la ciudad para vender lo que han recolectado durante el día o la noche.
EL ARGENTINO dialogó con Ulises, dueño del comercio, sobre el movimiento de cartoneros en la ciudad. Él afirmó que “ha bajado un poco”.
“Ha bajado la cantidad de carreros. De 80 o 90 carreros por día, hoy tenemos 40”. El comerciante mencionó que “muchos se han ido a trabajar a la leña, porque como ha bajado el precio de los metales, el cartón y todo eso, no es muy redituable juntar cartón”.
“Antes un bulto de cartón equivalía a diez mil pesos; hoy, un bulto de cartón son dos mil pesos. Entonces no les conviene juntar cartón. La ciudad está llena de cartón porque ya no hay quien lo levante, esa es la verdad”, describió Ulises.
Esta baja en el precio del cartón, según Ulises, se debe a cambios en el mercado, donde las empresas que necesitan esta materia prima “están comprando el cartón afuera". Lo compran a mitad de precio de lo que vale acá. Entonces, cuando no hay tanta demanda, el precio, por ende, baja. Quiero aclarar que el cartón puesto en fábrica valía 320 pesos, y ahora vale 140”, manifestó con preocupación.
Más barato el material implica menos plata en el bolsillo y menos comida para las familias de los trabajadores de esta economía circular: “Mientras sufrimos la baja del cartón, al mismo tiempo subió la carne, la leche y lo básico que necesitan nuestras familias”. Al referirse a quienes concurren a su negocio para vender, el comerciante señaló que con la leña quizás sacan 30 mil pesos por día. Y, andando todo el día juntando cartones, no pasan los 15 mil pesos.
“Pero hay muchas familias que viven de esto. Yo calculo que el 30 % de los carreros vive de esto. Les dan de comer a la familia, mandan a los chicos a la escuela, los visten, les dan educación. El resto de los carreros tiene otras actividades, como por ejemplo trabajar, a su vez, en el campo.”
Luciano: cirujear de noche para mantener a la familia
Despedido sin causa y con una lesión que lo dejó fuera de toda actividad formal, Luciano Bogado recorre las calles de Gualeguaychú cada noche con su carrito. “Me decían que no podía levantar más de dos kilos, pero yo salí igual. Con el cartón y otro trabajo que tengo, aseguramos la olla en casa”, contó Luciano a EL ARGENTINO.
“Trabajo acá de día, y de noche salgo a juntar cartón.” Bogado tiene tres hijos y vive en el Molinari. “El recorrido que hago es siempre el mismo - describió -: salgo a eso de las seis de la tarde, saco el carro y agarro toda la Del Valle. Paso por la plaza Ramírez, doblo por Rocamora, sigo hasta la plaza San Martín y después hasta El Ángel. Cuando termino todo eso, vuelvo. Estoy llegando a casa tipo nueve de la noche”, narró Luciano.
—¿Hace cuánto estás en esto? —Hace cuatro años. Me echaron de una empresa sin causa. Me jodí la columna y la cadera. Tengo prohibido levantar más de dos kilos. Me dieron justo un carrito y ahí empecé.
—¿Cómo te hiciste de clientela? —Muchos negocios me empezaron a ver qué recorría siempre el mismo camino y terminaron esperándome con el cartón afuera para entregarlo. A veces están cerrados, pero igual dejan el cartón para que yo lo levante.
Luciano aseguró que por día saca entre 18 y 20 mil pesos. “Más las propinas y la comida que te da la gente”. También señaló que hay muchos más carreros que antes, aunque no todos por necesidad de mantener a sus familias. Algunos cirujean para sostener sus consumos: “Muchos no piensan en un paquete de fideos, sino que quieren llegar al monto para comprar droga”.
Al referirse al futuro, el recuperador afirmó: “Mi idea es terminar de armar el ranchito donde vivo con mi familia. Estoy sufriendo bastante con la cintura otra vez, así que la idea es, más adelante, dedicarme a comprar cobre, bronce, aluminio desde casa”, finalizó Luciano.
El sueño del galpón y el trabajo que vendrá
Mientras cría a sus nietos y se repone de una enfermedad, Norma Pérez retoma con fuerza la idea de organizar “El Esfuerzo del Espinillo”, una cooperativa en formación dedicada al cartoneo que ya funcionó hace dos años. “La idea es juntar cartón, que lo vengan a buscar y venderlo. Pero lo más importante es que haya trabajo para la gente”, explicó a EL ARGENTINO.
“Queremos retomar la puesta en marcha del galpón de reciclaje. La propuesta es encontrar gente que quiera trabajar, dar empleo para que cada uno pueda cubrir sus necesidades. Al principio, juntar solo cartón, organizar el pesaje, el enfardado, y que seamos nosotros mismos quienes lo comercialicemos, sin intermediarios.”
Norma, además de tener sueños que la impulsan a crecer, fue cartonera durante mucho tiempo y describió a EL ARGENTINO su experiencia personal.
—¿Qué te llevó a salir a juntar cartón? —Me enfermé. Me agarró artritis reumatoide y no me podía mover mucho. Vi que juntando cartón se podía ganar plata sin hacer mucha fuerza, que era lo que yo no podía hacer. Arrancamos con los chicos.
—¿Cómo era la organización del recorrido para recolectar? —Cada uno salía por su cuenta. Según dónde vivía, lo vendía en el lugar más cercano. Yo iba por la tardecita, cuando la gente sacaba cartón. Recorría toda la ciudad, siempre con el auto. Hasta que se rompió y ya no salí más.
Norma es consciente de la situación actual. Mencionó que el sector está complicado, ya que el cartón no se paga tanto como antes y hay más gente cartoneando. “La estamos pasando muy mal, pero a pesar de las dificultades hay un esfuerzo por parte de muchos trabajadores de organizarnos.”
Este proyecto colectivo aparece como una salida posible para generar ingresos, sin embargo, Norma tiene una mira de su realidad: “Hay más gente pobre y muchísimas necesidades en los barrios, sobre todo y mucho más que antes. Entonces la gente está buscando desesperadamente alguna forma de generar ingresos, porque no hay trabajo. Este proyecto sabemos que funciona, pero hay que volver a ponerlo en marcha, va a llevar mucho esfuerzo pero estoy segura que vamos a poder”, finalizó esperanzada.