Redacción EL ARGENTINO
Cada 10 de noviembre, Argentina celebra el Día de la Tradición en homenaje al nacimiento de José Hernández, autor del Martín Fierro. Pero más allá del calendario escolar, esta fecha interpela a una sociedad en transformación: ¿qué entendemos hoy por tradición? ¿Qué lugar ocupan los pueblos originarios, los migrantes, las juventudes y los trabajadores en esa identidad nacional que se construye día a día?
La profesora y directora entrerriana Cintia Otero frente a la pregunta ¿Qué sentido tenía el Día de la Tradición cuando fue instituido y cómo ha cambiado su significado con el paso del tiempo?, propuso una mirada crítica y actualizada sobre esta efeméride. En diálogo con EL ARGENTINO, reflexionó sobre el sentido profundo de la tradición, su vínculo con la memoria colectiva y los desafíos que plantea en un contexto marcado por el individualismo, la desigualdad y la pérdida de soberanía cultural.
El gaucho: figura rebelde que dio voz a los olvidados
La tradición no es algo cerrado, sino una construcción cultural viva. La profesora explicó: “El Día de la Tradición se celebra el 10 de noviembre en nuestro país desde el año 1930, establecido por la Ley 4756, y luego pasa a ser un festejo nacional en 1975 por la Ley 21154. Se conmemora el nacimiento de José Hernández, autor del Martín Fierro, quien retrata una sociedad en pleno crecimiento que claramente no fue aceptada por la generación que gobernaba en ese momento.”
Para Otero, el gaucho no es una figura aislada ni romántica, sino parte de una trama social más amplia: “En contraposición a esa elite que excluía, quienes surgen de esa amalgama de conquista, de violencia, de ganas de lograr un nuevo país —de colores distintos— son los gauchos, junto con los pueblos originarios, los negros, que dieron la base a nuestra sociedad y con ellos a nuestra tradición”, analizó la docente.
La tradición no es un conjunto de objetos ni un repertorio folclórico congelado en el tiempo. Es una práctica viva, en tensión, que convoca al encuentro y al diálogo: “Tradición en la que conviven herencias como el mate amigo, la guitarra, el asado. Todos objetos que invitan al encuentro, al abrigo, a la solidaridad.”
Educación, memoria y territorio
A la pregunta ¿Cómo se puede trabajar la tradición desde una perspectiva crítica, sin caer en el folclore vacío o en la idealización del pasado? la docente respondió con una propuesta.
Desde su rol como docente y directora, Otero propuso una lectura crítica de las efemérides: “Hoy, sabiendo que la historia revisita y analiza cada una de estas conmemoraciones dentro de una sociedad compleja y también dentro del pensamiento complejo vigente en la historiografía actual, debemos sentipensar estas fechas. La tradición no como algo cerrado o absoluto, sino como un espacio abierto donde se ponga en juego el cruce de las memorias”, redefinió Cintia Otero.
Ese diálogo se debe incluir a quienes históricamente fueron excluidos del relato nacional: “La tradición como símbolo de nuestra identidad cultural debe incluir a los pueblos originarios, los migrantes, las culturas urbanas, los trabajadores organizados y las juventudes críticas”, mencionó a EL ARGENTINO.
El desafío de la exclusión en la actualidad
¿Qué nos dice José Hernández sobre el poder, la exclusión y la resistencia que pueda dialogar con el presente? José Hernández, a través del Martín Fierro, nos habla de un país que se construyó excluyendo. El gaucho, figura central de su obra, no es un héroe idealizado sino un hombre marginado por el poder, perseguido por la ley, despojado de tierra y voz. En ese sentido, Hernández nos deja una advertencia: cuando el Estado abandona a los sectores populares, cuando la cultura oficial niega las raíces mestizas y criollas, lo que emerge es la resistencia.
Hoy, en un contexto donde lo nacional se ve amenazado por modelos económicos excluyentes, discursos de odio y fragmentación social, el mensaje de Hernández dialoga con fuerza. “Nos recuerda que la identidad argentina no se construyó desde arriba, sino desde abajo: con los gauchos, los pueblos originarios, los afrodescendientes, los migrantes y los trabajadores. Y que la tradición, lejos de ser un decorado, puede ser una herramienta de lucha, de memoria y de comunidad”, exhortó la profesora.
¿Se desdibuja la identidad nacional?
En un contexto donde lo nacional parece diluirse frente a lógicas de mercado, la historiadora , frente a la pregunta ¿Qué elementos de la tradición nacional están siendo desdibujados o desplazados en la actualidad? planteó una interpelación profunda: “Todos, cada día, conformamos este hermoso país y su tradición. Y en estos tiempos complejos, guiados por la fuerza económica, el individualismo y la falta de empatía, este día nos invita a pensar qué nos une como país en la tradición. A buscar ese hilo conductor que nos permita salir adelante y fortalecidos.”
La entrevista cerró con una pregunta que resuena más allá del aula: “¿Cómo dialogan hoy las tradiciones con los debates actuales sobre derechos, diversidad, territorio y memoria?”
La tradición, lejos de ser un conjunto de costumbres inmutables, se convierte hoy en un espacio de disputa y resignificación. Dialoga con los derechos conquistados, con las voces que antes fueron silenciadas, con los territorios que reclaman memoria y con las diversidades que enriquecen lo nacional. En tiempos de fragmentación y avance del individualismo, volver a pensar la tradición es volver a preguntarnos qué nos une como país. Y quizás, en ese diálogo entre herencias y nuevas formas de ser argentinos, encontremos el hilo que nos permita reconstruir comunidad, identidad y futuro.