Redacción EL ARGENTINO
El sector agropecuario enfrenta un escenario complejo marcado por una caída del 30% en la facturación, a pesar de la reducción de retenciones anunciada por el gobierno. La combinación de precios internacionales a la baja, aumento en el costo de los insumos y la energía, junto con la incertidumbre económica, ha generado un freno en la comercialización de granos y un enfriamiento en la compra de insumos para la próxima campaña.
El gobierno esperaba que la baja de retenciones incentivara la liquidación de divisas, con el objetivo de recaudar 3.000 millones de dólares en un mes. Sin embargo, los productores han decidido vender a cuentagotas, esperando mejores condiciones. La situación recuerda a los años ‘90, cuando una combinación de factores adversos llevó a la desaparición de numerosos pequeños y medianos productores.
Incertidumbre y caída de inversiones
La falta de previsibilidad ha llevado a los productores a reducir la compra de insumos, lo que ya afecta a la industria agroquímica, que reporta una caída del 30% en su facturación. Empresas del sector han comenzado a reprogramar pagos e incluso a declararse en concurso preventivo, como ocurrió con Los Grobo y Surcos, generando temores de un efecto dominó.
Por otro lado, se ha detectado un aumento en la venta de tierras en zonas de alto valor productivo, algo que no se veía desde hacía años y que refuerza la tendencia a una mayor concentración del negocio agrícola en grandes grupos económicos.
Retenciones y tipo de cambio: el debate abierto
La quita de seis puntos en las retenciones no tuvo el impacto esperado por el gobierno, según los referentes del sector. Eduardo Buzzi, expresidente de la Federación Agraria, calificó la medida como "homeopática", afirmando que el dólar soja implementado por el gobierno anterior ofrecía mejores condiciones para los productores.
El problema central sigue siendo el tipo de cambio. Mientras el gobierno evita una devaluación brusca, el campo necesita un dólar más competitivo para mejorar la rentabilidad. En este contexto, la incertidumbre sobre las negociaciones con el FMI y las políticas proteccionistas de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump agregan más presión al sector.
Perspectivas para los próximos meses
Con un ojo en el cielo esperando lluvias y otro en las decisiones del gobierno, los productores mantienen una postura cautelosa. La estabilidad cambiaria es un objetivo clave del gobierno de Javier Milei, pero desde el campo advierten que "es la estabilidad de los cementerios", en referencia a la parálisis de la actividad productiva.
Mientras tanto, el impacto de la crisis ya se siente en la industria proveedora del agro, y el riesgo de una mayor concentración de tierras podría modificar aún más el mapa productivo. La expectativa está puesta en si el gobierno tomará nuevas medidas para incentivar la producción o si mantendrá su rumbo, aún a costa de una mayor recesión en el sector.