Por Luciano Peralta
La semana pasada se motorizó una campaña de difusión para promover la adopción de un niño de 12 años, por parte del Registro Único de Aspirantes a Guardas con Fines Adoptivos de Entre Ríos (Ruaer). En este marco, EL ARGENTINO dialogó con María Paula Alá, licenciada en Trabajo Social y responsable del organismo en Gualeguaychú, y con tres familias que contaron su experiencia respecto al registro provincial y al proceso de adopción.
El registro abre cuatro inscripciones al año: en febrero, mayo, agosto y noviembre, por lo que este año sólo queda una posibilidad de inscribirse como familia o individuo postulantes. “Se pueden inscribir matrimonios homoparentales, heterosexuales, con unión convivencial, adultos que estén sin pareja, de forma individual”, aclaró Alá.
La convocatoria de adopción para este niño de 12 años se da en un marco en el que existen 62 adolescentes con declaración de adoptabilidad (con la intención de ser adoptados) en diferentes instituciones de la provincia, pero ninguno de los 62 está en proceso de vinculación con alguna persona postulante o familia.
María Paula Alá lo grafica con la metáfora de la pirámide invertida: “hay muchos postulantes admitidos para niños pequeños, pero para mayores de 10 años, o con grupos de hermanos extensos, o para situaciones de salud mental o discapacidad, no hay”.
¿Cómo es el proceso de adopción?
“Primero hay que registrase; se hace un taller obligatorio e informativo para todas las personas que están interesadas en adoptar. Generalmente son en Villaguay, en el centro de la provincia. Después se inscriben y completan un formulario on line”, explicó la trabajadora social, quien, junto a un equipo interdisciplinario recibe esta información, para luego poder avanzar con las entrevistas con los adultos, “para saber de ellos y brindarles material sobre adopción, para que vayan conectando con la temática”.
“La cantidad de entrevistas dependen de cada situación y de los tiempos de los postulantes. Hay quienes, de hecho, pueden pedir un tiempo para ir procesando toda la información que van recibiendo. Siempre intentamos que en cada entrevista se vayan con algo para pensar o revisar. No porque esté bien o mal lo que piensen, sino porque es un proceso de reflexión”, explicó Alá. Al tiempo que aclaró: “por ahí hay quejas respecto a los tiempos, pero el tiempo es muy subjetivo de uno. Y, a su vez, cuando hay parejas los tiempos no son iguales”.
En el proceso de diagnóstico, las personas o familias interesadas movilizan mucho de sus emociones, no sólo por la magnitud del proceso interno que significa prepararse para integrar una persona desconocida en sus vidas, sino también porque se da una profunda revisión de la crianza, valores y creencias propias.
“Por ahí, hay postulantes que tienen cierta rigidez en su manera de pensar, de concebir la crianza, y eso se va trabajando. También, a veces, surgen malestares por los tratamientos de fertilidad que han hecho y no han dado los resultados esperados”, ejemplifica la responsable del Ruaer en Gualeguaychú.
“Es importante este proceso de revisión, porque no podemos cargar a estos niños con historias que son propias”, enfatizó, sobre el camino que quienes adoptar tienen que estar dispuestos a hacer. Estos procesos de vinculación pueden tardar un mes, un año o más. “Una vez que vemos que hay una construcción, que se está fortaleciendo el vínculo, pedimos que ese otorgue la guarda, que puede durar de tres a seis meses, depende de cada juez”, explicó la profesional. Y, en este punto, dejó claro que “siempre la última palabra la tiene el juez, nuestros informes no son vinculante”.
No todos los procesos son exitosos de integración son exitosos. De hecho, muchos no los son: “Obviamente, hemos tenido varios procesos exclusivos, que no funcionan, por eso, cuando en proceso identificamos ciertas cuestiones que podrían obturar la vinculación, se suspende el proceso, se les da una devolución de qué cosas deberían trabajar (ese período suele ser de un año) y después son ellos quienes tienen que pedir al registro continuar o no”.
Es el juez o la jueza quien debe convocar a los progenitores (prácticamente no hay niños huérfanos en situación adoptabilidad) para que estén en conocimiento y se pueda declarar adoptabilidad. Y los progenitores tienen un tiempo para para apelar si quieren o no esa sentencia.
La experiencia de cuatro familias de Gualeguaychú
EL ARGENTINO dialogó con familias de la ciudad para conocer de primera persona sus experiencias con el Ruaer y con el profundo proceso que significa adoptar a un hijo o hija.
“La decisión fue de muchas charlas como pareja y familia pequeña que éramos, el empujón fue porque unos amigos lo habían hecho, así que en los primeros días de octubre de 2015 armamos la carpeta con la documentación que solicitaban y la presentamos en el Ruaer”, contó Eliana Altuna.
Diez meses después, recibió una notificación, vía correo electrónico, para convocarlos al “taller de sensibilidad”, del que participó, junto a su pareja, en la ciudad de Villaguay. Ellos hicieron las entrevistas pertinentes, pero sus carpetas no calificaron para el caso de dos hermanos, aunque continuaron el trabajo psicológico que demanda dicho proceso.
“Te dan un tiempo, que primero no entendés, pero luego sí, porque son tiempos súper necesarios. En 2018 nos dieron el apto, habíamos extendido la edad preferible de 5 a 10 años, porque empezamos a conocer este mundo, donde no es una cuestión de bebe, son niños y adolescentes los que esperan una familia. En 2019 nos llaman por una niña de 9 años y en octubre de ese año conocimos a nuestra hija”, contó Eliana, quien, junto a su pareja, Matías, viven con ella desde el 2021.
La experiencia de Mariela y su pareja es diferente. Ellos se inscribieron en el Ruaer a principios del 2021 y en octubre del 2023 los llamaron para la primera entrevista. “Como estábamos en tratamiento de fertilidad, nos suspendieron por un año, hasta octubre del 2024. Comenzamos nuevamente este año, hicimos cuatro entrevistas muy distanciadas una de la otra, pero en esas entrevistas no dimos las respuestas certeras que esperaban, así que no fuimos aprobados”, contó Mariela.
“No tenemos experiencias, contestamos lo que pudimos. Le dijimos que somos buenas personas, pero no contestaron. Así que nuestra experiencia con el Ruaer no es de la más satisfactorias”, contó la mujer que no tienen hijos. Y opinó que “el Ruaer debería tener un espacio de cursos, donde puedan guiar a las personas sin experiencia”.
“En mi caso, fueron dos procesos adoptivos”, relató, en tanto, Verónica, otra mamá de Gualeguaychú. “En el año 2009, de manera soltera, adopté a una niña de tres meses con parálisis cerebral, luego su cuadro se fue complejizando y terminó en silla de ruedas con una traqueotomía y un botón gástrico. Falleció en el 2017”, contó.
“Yo me reencuentro con mi marido en el 2014, así que él también vivió desde adentro como fue todo. Nos casamos el año pasado y hace aproximadamente dos años decidimos ser papás de nuevo: nos anotamos, pero ya no queríamos un bebé, queríamos darle la oportunidad a un niño más grande, que por lo general son los que quedan en el sistema dando vuelta”.
El año pasado conocieron a su hijo, de 9 años en ese momento, y hace un mes, luego de un largo proceso, comenzarán el juicio de adopción. “Con respecto los tiempos del proceso, a nosotros se nos dio bastante rápido, aunque hay mucha gente que hace muchísimos años que está esperando. A mí, en el en el primer caso, con mi hija se dio todo como muy rápido porque era una niña con discapacidad que nadie quería. Y en este segundo proceso fue de un año, un camino corto. Fue muy buena la experiencia con el equipo del Ruaer de Gualeguaychú, porque también estamos en conocimiento que algunos equipos de la provincia ponen trabas o no tratan adecuadamente a las familias”, aportó Verónica.
La falta de recursos y los números del sector
En diálogo con EL ARGENTINO, desde el Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia de Entre Ríos (Copnaf) de Paraná, una de las trabajadoras, que por razones obvias requirió mantener el anonimato, contó que “los recortes sufridos en salud hacen que los niños, que ya están dañados por su situación familiar, no puedan hacer las terapias que necesitan en tiempo y forma, lo que complica más los cuadros de salud mental, por ejemplo”. Asimismo, “muchas veces, está pasando que el Copnaf ni siquiera tiene recursos para costear los viajes que requieren las vinculaciones o para que el niño pueda verse con hermanos que están en otras residencias”.
“Las últimas fiestas, los grupos de hermanos que estaban en distintas residencias no las pasaron juntos”, informó la misma fuente.
Des que existe (2010-1025), el Ruaer a aprobado 728 guardas con fines adoptivos y 708 sentencias de adopción. Actualmente, hay 69 niños/as (de 0 a 12 años) con declaraciones de adoptabilidad, de los cuales 12 se encuentran en “proceso de análisis de su legajo” o en proceso de vinculación, según aportaron desde el Ruaer a EL ARGENINO.
Asimismo, como adelantamos, actualmente existen 62 adolescentes con declaración de adoptabilidad en diferentes instituciones de la provincia y ninguno se encuentra en proceso de vinculación. De esos 62, para 30 se aborda la posibilidad de familia adoptiva, mientras que para los 32 restantes se evalúan nuevas herramientas de vinculación (como el programa de referentes que se está pronto a poner en función) o, directamente, han formulado su negativa a la adopción.
Por último, las estadísticas del organismo provincial exhiben con claridad la demanda de las familias entrerrianas. De los 169 legajos que actualmente están trámite, el 85,79% son por niños/as de hasta 3 años; un 47,2% también está inscripta hasta 6 años; el 45,54% hasta 7; el 36,68% hasta los 10, y el 5,32% por adolescentes de hasta 13 años.
Asimismo, los números sobre la situación de salud exhiben que el 62,13% de los postulantes prefieren adoptar personas sin discapacidad, y sólo el 17,75% aceptan una situación de discapacidad. En tanto, en el ítem “cantidad de hermanos”, el 34,31% (58 postulaciones) prefiere hasta dos hermanos y el 4,73% (8 postulaciones) “3 o más”.
Por último, las estadísticas oficiales marcan una línea descendiente en los interesados en adoptar que recorre desde el 2019, cuando las solicitudes de adopción fueron 76 en Entre Ríos; el 2020 (93); el 2021 (102), año que las inscripciones en el Ruaer hicieron pico, pero el camino descendente se profundizó en los últimos años en 2022 fueron las solicitudes de inscripción; en 2023 fueron 61 y el 2024 alcanzaron las 58.