La tendencia alcista de la sífilis volvió a encender alarmas en el sistema de salud. En el último año se registraron más de 36.000 nuevos casos en el país, una cifra que expertos consideran un indicador claro de fallas en prevención, información pública y controles sanitarios. La mayor concentración de contagios se verifica en adolescentes y jóvenes, un grupo que los especialistas observan con preocupación por los cambios de hábitos sexuales y la baja percepción del riesgo.

Profesionales de hospitales y centros de primer nivel explican que el descenso en el uso del preservativo es uno de los factores determinantes del brote. A esto se suma la ausencia de campañas masivas de educación sexual y prevención, lo que deja sin herramientas a franjas amplias de la población. “Hoy hay menos información, menos campañas y más exposición”, describen quienes atienden diariamente este tipo de consultas.

El impacto también se observa en el crecimiento de la sífilis congénita, la variante que se transmite de la madre al bebé durante el embarazo. Este aumento muestra fallas en los controles prenatales y en la detección temprana, y expone un problema sanitario que requiere respuestas urgentes.

El tratamiento de la sífilis es efectivo, accesible y seguro: se realiza con penicilina benzatina inyectable, en una o varias dosis según el avance de la infección. Sin embargo, los especialistas recuerdan que la cura solo es completa si se realiza un seguimiento adecuado y si las parejas sexuales reciben tratamiento simultáneo, para evitar reinfecciones. La automedicación, advierten, no tiene ningún efecto y retrasa la recuperación.

Organizaciones y equipos de salud reclaman medidas inmediatas: acceso gratuito y rápido a test de diagnóstico, educación sexual integral sin recortes, distribución masiva de preservativos y campañas públicas sostenidas para recuperar la conciencia del riesgo. Coinciden en que no alcanza con intervenciones aisladas: el brote actual exige una estrategia nacional coordinada, continua y basada en evidencia.