En un contexto de fuertes subas en el precio de la hacienda, Dalcol brindó una explicación detallada en declaraciones a Radio Victoria, sobre el rol del productor, el consumo interno y las complejidades del mercado.

“No deja de sorprendernos el aumento que va teniendo la hacienda mes a mes, pues ya viene subiendo de forma constante y significativa desde hace un tiempo. Para el productor agropecuario, esta es una muy buena noticia. Yo estoy a pocos meses de jubilarme y siempre escuché que algún día la hacienda iba a valer; nunca se dio en mis casi 65 años, y recién se viene a dar en este último tiempo, en este último año”, expresó el dirigente rural.

Pero ante la consulta sobre el grado de responsabilidad que tiene el productor sobre dicho aumento y el precio final de la carne, Dalcol fue claro: “Es fundamental entender que el productor agropecuario es solamente un tomador de precios, no le pone el precio a su mercadería. Cuando el criador vende su ternero o el invernador vende su animal terminado, lo envía a un remate. Ahí se determina el valor mediante una puja entre la oferta y la demanda”.

Para el próximo presidente de FARER, el consumo de carne no ha disminuido y los datos que maneja indican que se ha mantenido e incluso ha habido un aumento, “superando levemente los 50 kilos por habitante, por año” y que ello es la causal de la suba, en otra puja de oferta y demanda.

“Esto está acompañado por el incremento en el consumo de otras carnes, como la de cerdo o de aves, que tienen una diferencia significativa de precio. En el conjunto de estas tres carnes, estamos casi superando los 120 kilos por habitante y por año, lo que nos sitúa entre los dos o tres países a nivel mundial que comen más proteínas de origen animal”, indicó.

Respecto a los valores tan dispares en los distintos cortes, Dalcol explicó que la diferencia radica en varias cuestiones. Un ejemplo es lo que pasa con las “carnicerías boutique, que venden determinados cortes que antes no estaban. Es el mismo novillo, pero cortado y presentado de una manera diferente, con un valor que quizás es sustancialmente mayor”. “Hay para todos los gustos, para todos los bolsillos y para todas las posibilidades”, consideró.

El gremialista contó que “el kilo vivo de un novillo en pie está aproximadamente entre los 4.000 y 4.500 pesos. Un novillo terminado eficientemente rinde alrededor de un 56% de carne. Esto significa que, en términos promedio, la carne debería valer el doble y un poquito más de lo que cuesta ese novillo en pie, sumando los gastos de flete, comercialización y faena”.

Por último, y ante la consulta sobre el impacto que tuvo la apertura de las exportaciones a Estados Unidos, Dalcol dijo que “la ganadería tiene efectos retardados en la repercusión de los precios, donde hay que esperar de mínima entre dos y tres años. Históricamente, al país le costaba cubrir las cuotas que ya tenía, como la Cuota Hilton con hueso de 20.000 toneladas. Si antes costaba cumplir con 20.000, no va a ser tan sencillo cumplir con cuotas de 80.000, por ejemplo. Requiere un proceso extremadamente largo para poder llegar a tener esos volúmenes de producción”.